La Primera
Tu maletita está en el coche
Querida, ya está todo a punto: las camas hechas, las cortinas nuevas. Esta tarde viene el técnico a revisar la caldera para que no pases frío. Ya verás todo lo que te hemos preparado. Descubrirás las trescientas cuarenta y tres razas de perro que existen y todas te parecerán adorables. Y más: en el mundo hay leones, que son gatos gigantes con melena, y también ballenas, como autobuses submarinos. Hay mariposas y pudúes, sardinas y serpientes, camellos, dromedarios y garrapatas. Hay animales que no existen, como el unicornio, que son muy verosímiles, pero luego existen otros absurdos, como el dragón de Komodo, el calamar gigante, el diablo de Tasmania y esos peces con bombilla que no sé cómo se llaman.
Hemos puesto a punto las estaciones del año. Cada una tiene sus cosas, todas buenas: el florecimiento de las plantas y los amores, el salitre en la piel achicharrada, las castañas sobre las manos frías y la Navidad. ¡Ah, la Navidad! Eso sí que es una buena historia.
No te creas que esto de explicar el mundo es fácil, pero lo hago lo mejor que puedo contigo y en mi trabajo de periodista en Nuestro Tiempo —esta es mi primera columna en papel—. Ya irás entendiendo: antes todo iba muy despacio, pero mientras tú no eras más que un proyecto la vida se aceleró y pululan por ahí ideas como digitalización total, internet de las cosas o metaverso. Y aquí nos vamos adaptando.
También hemos puesto a punto la tradición y la cultura, para que cuando llegues tengas un mirador al que asomarte. Para preparar tu llegada han sucedido siglos de amores y de guerras, de santos y de villanos. Hay para ti toda la literatura universal, desde Homero hasta Borges, incluyendo cierta dedicatoria de Lewis que ya te leeré, y tu madre y yo te hemos custodiado dos lenguas, para que puedas mirar la vida desde dos prismas. Te daremos palabras para que pienses, para que crezcas, para que te inventes tu futuro.
El mundo es precioso y merece la pena amarlo apasionadamente. No te voy a mentir: un día tendrás quince años y te romperán el corazón, o verás las injusticias sangrantes que algunas personas malas y mucha gente tonta comete y permite. Tratarás de entender las guerras y no lo lograrás. Eso no he conseguido arreglártelo, pero no te creas que no lo intento. Es más, hija mía, déjame que te cuente nuestro primer secreto: tú eres el esfuerzo más grande por dejar todo esto mejor de lo que lo encontramos.
Este número de la revista se ha ido gestando al mismo tiempo que tú. Es más, el «Vagón bar» llegó al correo electrónico en la sala de espera de la doctora que nos dijo que ya pesabas casi tres kilos y que estabas en posición de salida. Si los médicos no se equivocan, mientras se termina esta página tu madre empezará a tener contracciones y correremos a la Clínica —tu maletita rosa ya está en el coche— para dilatar y empujar y traerte a este mundo terrible y precioso. Bienvenida, Carmen, amor mío. Lo mejor está por venir.