Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

El teatro, siempre el teatro


vis cómica. El primer escenario que pisó José Manuel Garrido fue el del salón de actos del colegio marista de Murcia. Tenía once años y hacía el papel de cómico, de “ganso”, en las obras de teatro adaptadas de la Galería Salesiana, solo para chicos. No debía de hacerlo mal, porque los maristas le nombraron primer actor de la compañía. Sin saberlo, estaba dando los primeros pasos en un mundo al que luego, ya en serio, ha dedicado toda su vida.

biología como pretexto. A la hora de llegar a la Universidad, lo tuvo claro. La elección de Biología, en Madrid, fue casi una excusa para poder seguir dedicándose al teatro, que en aquellos años, bullía en las facultades españolas. Entre los exámenes y las clases magistrales, los universitarios estrenaban clásicos y obras de vanguardia que ellos mismos dirigían. José Manuel Garrido asumió la dirección de obras de Valle Inclán y de algún autor contemporáneo. Había dejado de actuar, porque, según confiesa con socarronería murciana, le entró el “pánico escénico”, y por su “vena autoritaria”, pensó que debía orientarse a la dirección escénica. Los laboratorios perdieron un biólogo, pero los escenarios ya habían ganado un espíritu inquieto, de auténtico agitador cultural. A finales de los años setenta llegó al ámbito de la administración pública; primero en el Ayuntamiento de Murcia, y después en la Consejería de Cultura del gobierno regional, hasta ocupar en 1985 la Dirección General de Música y Teatro del Ministerio de Cultura. Durante su mandato puso en marcha el INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música), la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Joven Orquesta Nacional, el Plan Nacional de Auditorios y la reconversión del Teatro Real, entre otras iniciativas. En 1989 le nombraron subsecretario del Ministerio de Cultura, entonces dirigido por Jorge Semprún, y se hizo cargo de la programación cultural de la Expo 92 y los eventos conmemorativos del V Centenario.  

consultoría y producción. La experiencia atesorada en todo ese tiempo le encaminó a una nueva aventura: la creación en 1995 de Artibus, una empresa de producción, consultoría y gestión cultural a la que ahora dedica todos sus esfuerzos. De ellos se derivan estrenos teatrales y sesiones de máster universitario con las que, en cierto modo, vuelve un poco a sus orígenes.