Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

“Los políticos necesitan clases de oratoria y de retórica”

Texto Isabel Teixeira da MotaFotografía Manuel Castells [Com 87]

Pionero en el estudio del español oral y coloquial, Antonio Briz analizó cómo hablan los hombres públicos y defendió el papel de los lingüistas en un taller organizado por el Instituto Cultura y Sociedad.


¿Cuál es la utilidad pública y social de los estudios sobre el discurso?
El estudio de la lengua hablada tiene una repercusión científica, amplía los horizontes, porque hasta hace unos años los corpus de referencia para hacer gramáticas o diccionarios eran los textos escritos. Evidentemente, había cuestiones que no se tocaban. Es sorprendente, por ejemplo, que el Diccionario de la Academia, en su edición anterior, no recogiera el marcador discursivo o sea, ni siquiera como subentrada en el verbo ser. Hay determinadas estructuras lingüísticas que son propias de lo oral, y gracias a los estudios del discurso se ha podido dar cuenta de ellas.
Por otro lado, el estudio de la interacción resulta también fundamental porque analiza el lenguaje en su contexto de uso: tiene en cuenta las circunstancias de la comunicación y, sobre todo, a quienes intervienen en el proceso, los hablantes y los oyentes.
A partir de esas investigaciones se insiste en que hablar es una actividad lingüística, pero también social: hay que tener en cuenta al otro. Y así comienzan los estudios sobre cortesía verbal, un tema que antes no se había tratado y que constituye una de mis líneas de investigación. Sin las aportaciones de los analistas del discurso oral, todo esto no estaría sobre la mesa.

¿Qué aplicaciones prácticas pueden tener hoy los estudios universitarios de Filología o Lingüística?

Cuando creamos una de las primeras empresas spin-off en Humanidades, que se llama Tecnolingüística, teníamos un objetivo básico: transferir a la sociedad nuestro conocimiento, más allá de la docencia y la investigación, para no quedarnos solo en la universidad.
Los lingüistas podemos ser muy útiles, por ejemplo en el ámbito del Derecho: podemos dirimir, con nuestros informes periciales, un plagio, atendiendo a las características formales y de contenido del texto. En el ámbito legal, los juristas redactan las leyes, pero creo que ayudaríamos mucho a la justicia si además hubiera en los equipos algún lingüista. O, ¿por qué no?, en las editoriales somos muy necesarios en la tarea ortotipográfica, de redacción y corrección de estilo.
En la telefonía, se entrena la voz mecánica automática, y está muy bien que sean expertos quienes se encarguen de adiestrarla técnicamente; pero el efecto y los problemas lingüísticos los ve el lingüista.
En logopedia, está bien que el diagnóstico del trastorno lo haga el médico, pero si al lado tuviera un lingüista que pudiera detectar en concreto el desorden, la evaluación y el tratamiento ganarían en eficacia.

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