Ahora bien
Lejos de mí hacer publicidad de mis libros en esta tribuna. Pero no me queda más remedio que citar el título de mi última recopilación de artículos, Un paso atrás, para explicar los dos curiosos lapsus encadenados que le dieron nombre, y sacar de ellos una enseñanza y un propósito. En mi intención, el título se debía a una cita de Karl Kraus que cogí al vuelo, impresionado, en una intervención pública de Enrique Andrés Ruiz: “Quien tenga algo que decir, que dé un paso atrás”. Al leer mi libro, Enrique Andrés se disculpó por haberme inducido a error: él había dicho “un paso atrás” cuando Kraus había escrito “un paso adelante”; y me informó de que yo, por mi parte, también me había confundido al olvidar el remate de la frase, que él sí citó. La frase auténtica era: “Quien tenga algo que decir que dé un paso adelante, y que se calle”. Para Andrés Ruiz lo de callarse es lo esencial, pues denuncia el ruido insoportable e insignificante de la modernidad, donde las palabras verdaderas ya no tienen cabida.
Yo creo que las dos confusiones son más enjundiosas de lo que parece, se iluminan entre sí y arrojan una luz indirecta sobre la situación mediática posmoderna. En el lapsus lingue de Andrés influyó, supongo, su célebre humildad: no se vio adelantándose él de ninguna manera. A mí, tan chestertoniano, la paradoja sorpresiva del paso atrás cuando todos lo esperábamos adelante, me hizo mucha gracia. Y lo más esencial: hacía felizmente innecesario el silencio, que deviene redundante una vez que el paso se había dado hacia atrás. El que lo pegaba hacia adelante, ya podía callarse, porque su silencio se alzaba lo bastante llamativo y acusador. Ahora bien, el que da un paso atrás puede decir lo suyo, porque con su actitud ha demostrado que no quiere competir en el ruido y la furia.
Yo, como es lógico, estoy con mi subconsciente. La tentación del silencio es ahora mayor que en el tiempo de Karl Kraus: con los nuevos medios de comunicación y las redes sociales, el jaleo y la frivolidad han aumentado exponencialmente. Mas el paso adelante y silencioso, como también se han multiplicado los que dan un paso al frente para gritar lo suyo, se ha convertido en un gesto invisible. Para el que tenga algo que decir de verdad, no hallo mejor expediente que el paso atrás.
¿En qué consiste? En no obsesionarse por el número de seguidores, y no buscarlos ni subiendo la voz ni alterando el mensaje. Tratar de imitar a esos profesores experimentados que imponen el silencio en el aula por el sabio método de bajar el tono. El deseo de escucharles extiende una atención milagrosa. Y si uno no disfruta de esa autoridad taumatúrgica, siempre le queda seguir hablando tranquilo, y que se enteren los que quisieron sentarse en primera fila.
Hoy nada distrae tanto al escritor o al conferenciante como el afán por aumentar el número de su público, que con frecuencia ocupa una barbaridad bochornosa de su tiempo y esfuerzo. Preocuparte por los lectores que no tienes es una grosería hacia el que sí tienes, o tendrás, o tendrías…, si no te preocupases tanto. Péguy recordaba que “Dios sólo sabe contar hasta uno”, ejemplarmente. Lo que traducido a la comunicación 2.0 nos permite deducir que Dios abriría una cuenta de Twitter para cada uno de sus seguidores. Y otra, para cada uno de los que no le siguen también.
El silencio puede acabar resultando, más que denuncia gallarda, artimaña de orgullo herido o truco análogo al de la zorra y las uvas, sobre todo cuando es un silencio que se postula como silencioso. Quevedo advertía: “No he de callar por más que con el dedo/ ya tocando la boca, ya la frente,/ silencio avises o amenaces miedo”. La amenaza actual es el anonimato en medio de la muchedumbre y el aviso, la subsiguiente insignificancia; pero no hay que amedrentarse. No se sabe a quién podemos ayudar si tenemos algo que decir y lo decimos: a uno o a dos ya serían muchísimos. Cabe incluso que, como dijo el clásico, el alma que uno salve sea la suya, lo que tampoco está nada mal.
Enrique García-Máiquez [Der 92] es poeta y ensayista. egmaiquez.blogspot.com.es/@EGMaiquez