Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Andrzej Wajda, testigo de la historia de Polonia

Texto: Jorge Collar, periodista y decano de los críticos del Festival de Cannes

Andrzej Wajda (1926-2016) dejó en sus películas un testimonio de los años atormentados de la Polonia comunista y una defensa de la lucha por la libertad.



Cuando la última película de un cineasta reconocido llega a las pantallas después de su muerte, se habla de testamento. Esta denominación se aplica a Les fleurs bleues (Powidoki) de Andrzej Wajda que, seleccionada para representar a su país en los Oscar, llega al público meses después de su fallecimiento. Una película testamento que representa lo esencial de la obra del director polaco: la lucha de un hombre —que es, además, artista— por la defensa de su libertad. Wajda evoca la Polonia de posguerra, unos años en los que Occidente abandonó a Europa del Este en manos del comunismo. La película aborda el drama del pintor vanguardista Wladyslaw Strzeminski (Boguslaw Linda), cofundador en 1934 del Museo de Arte Moderno de Lodz, pero que tras la Segunda Guerra Mundial sufre la imposición de la estética del «realismo socialista», que desprecia la pintura moderna. Wajda describe cómo el sistema soviético destruye, de forma implacable, el mundo moral, familiar y profesional de Strzerminski.
Con esta película, sombría y reflexiva, se cierra la obra de un cineasta que ha acompañado durante más de sesenta años la atormentada historia polaca. 

La carrera de Wajda despegó en 1957 en el Festival de Cannes, que le distinguió con el Premio especial del Jurado por su película Kanal, ambientada en la llegada de las tropas rusas a Varsovia en 1945. Una insurrección estalló contra los nazis en la capital inducida por el Gobierno pro-occidental polaco en el exilio de Londres para facilitar el avance del Ejército Rojo; sin embargo,  este dejará que los alemanes aplasten la sublevación antes de «liberar» Varsovia. Wajda siempre reconoció que Cannes puso en marcha su carrera y le permitió realizar su ambiciosa película Cenizas y diamantes, obra de un romanticismo evocador que narra las desventuras de la derecha polaca prebélica. 

Al trabajar en un país comunista, Wajda debió adaptarse al control de Estado. Una situación que vivieron otros directores —Tarkovski en la URSS o Jancsó en Hungría— y que comportaba un difícil equilibrio entre libertad creativa e intransigencia estatal. Los festivales internacionales se convirtieron en la vitrina de estos creadores rebeldes, que pasaron a gozar de cierta libertad en el exterior aunque sus obras se censurasen dentro del país.

Wajda lo sufrirá con El hombre de mármol (1977), una crítica del estajanovismo de los años cincuenta, a través del ejemplo de un albañil transformado en héroe nacional, hasta que cae en desgracia debido a sus actividades sindicales. Gilles Jacob, director del Festival de Cannes durante tres décadas, deseaba presentar la película, pero las autoridades polacas lo impidieron. Sin embargo, una copia llegó clandestinamente en 1978, se exhibió y causó sensación en Cannes, provocando la irritación en Varsovia. Tres años después, Wajda obtuvo la Palma de Oro con El hombre de hierro, filme sobre la lucha del sindicato Solidarnosc. 

Después de unas tímidas reformas que parecían augurar un cambio, Polonia sufrió el golpe de Estado del general Jaruzelski. Ante el recrudecimiento de la censura, Wajda salió de Polonia y en 1983 rodó Danton con Gérard Depardieu, una visión inconformista de la Revolución francesa que consternó a la élite socialista de la época de Mitterrand. Con la caída del Muro de Berlín en 1989 llegó la hora de la libertad. Wajda, que compartía la lucha de Solidarnosc con Lech Walesa, formó parte del primer Senado de la democracia. En su retorno a Polonia filmó Korczak (1990), un escritor responsable de un orfanato del gueto de Varsovia deportado a Auschwitz con los niños huérfanos. 

La obra que marcó el nuevo siglo fue  Katyn (2007), imposible de rodar bajo dominación comunista. En ella se evoca el asesinato, en 1940, de la intelectualidad polaca (militares, profesores, industriales, abogados...) por orden directa de Stalin. Esta masacre, descubierta por los alemanes al atacar la URSS, fue inmediatamente atribuida a Berlín por los comunistas, que intentaron —sin éxito— incluir la matanza de Katyn en el proceso de Nuremberg por los crímenes de guerra nazis. El cineasta tenía un interés personal en este largometraje porque su padre figuraba entre las víctimas. Andrzej Wajda rodó en 2013, como una continuación de El hombre de hierro, una película dedicada al líder de Solidarnosc: Walesa, el hombre de la esperanza.


CINE NT 695



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