Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

10.3.11 La historia de un día real

Texto y fotografía Zigor Aldama, Daniel Burgui [Com 07], Conchín Fernández [Com 99], Carol Gamazo [Com 07], Maite González [Com 04], Erika Jara [Com 03], María Jiménez [Com 10], María Pomés [Com 05] y María Sorribes [Com 10]

Cuando alguien trate de averiguar qué ocurrió en el mundo el 10 de marzo de 2011 descubrirá titulares más o menos recurrentes sobre las revueltas del mundo árabe, las peripecias económicas de la Unión Europea, algunas decisiones políticas y varios sucesos escabrosos. Sin embargo, aquel jueves concreto sucedieron muchas otras cosas. Hubo miles de millones de personas que afrontaron las adversidades, la rutina y las satisfacciones de la vida cotidiana lejos del escaparate de la actualidad. Gracias a ellas, el mundo avanzó un día más. En estas páginas se cruzan las historias de nueve familias normales, repartidas por todo el mapamundi. Nueve periodistas compartieron con ellas una jornada. Sus casas, sus vivencias, sus inquietudes o sus aspiraciones descubren qué sucedió realmente en el mundo el 10 de marzo de 2011.


Alabang [Filipinas]

Nueve personas en 35 metros cuadrados

21.30 GMT / 05.30 LOCAL

Claudia Tutor se levanta a las 5.30 horas. Tiene 53 años y sus amigos y vecinos la conocen como Ate Lory. Vive en San José Village, una urbanización situada en Alabang, a unos 80 kilómetros de Manila, la capital de Filipinas. El registro oficial atribuye a San José una población de 1.456 habitantes, pero en las chabolas que se extienden por los alrededores malviven al menos otros 2.000. La casa de los Tutor es un poco especial, ya que se trata de una sacristía. Se instalaron en ella cuando a su marido, Gaudencio, que hoy tiene 58 años, lo contrataron como encargado de mantenimiento de la parroquia de San José. En los 35 metros cuadrados de la sacristía conviven actualmente nueve personas: Claudia, Gaudencio, los dos hijos menores del matrimonio, dos nietos, una hermana de Claudia y las dos hijas de esta. Es un espacio pequeño e incómodo, pero se ahorran el alquiler y la luz, y con ese dinero han podido pagar el colegio y la universidad de sus hijos. Si no, hubiera sido imposible hacer frente al enorme gasto que la educación supone para una familia pobre en Filipinas. Claudia espera a que se levante Gaudencio y, mientras el resto de la familia aún duerme, el matrimonio desayuna pan y café en una mesita desvencijada del jardín que rodea la parroquia. La historia sigue a las 16.00 horas.

 

Tanda [China]

Amanecer en una cueva

21.40 GMT / 05.40 LOCAL

El sol coquetea con el horizonte y el mercurio corteja al cero. Los gallos de Tanda entonan su peculiar toque de corneta, y los Lin se desperezan por turnos. La abuela es la primera que se pone en danza: hay que sacar a los animales y preparar el arroz con verduras del desayuno. Le siguen su marido y su nuera. Mientras el primero da un paseo para que el cortante aire frío de la mañana le despeje, la segunda ayuda en la cocina y prepara la ropa del día. Poco a poco van sucediéndose los bostezos. El padre de familia, Shunzhou, gruñe y retoza bajo la pesada colcha adornada con imágenes de Mickey Mouse. “Es un mal ejemplo para las niñas”, bromea su mujer, Liandai, mientras calienta agua. Sin embargo, las dos niñas, de siete y trece años, todavía ni se mueven. La cocina propicia que la temperatura de la cama también vaya en aumento, y salir de ella es una tortura. Al final, es el padre el que las saca a las jóvenes tirándoles de las orejas con fuerza más que cariñosa. Los Lin viven en una cueva, y no son los únicos. La mayoría de los 150 vecinos de Tanda tiene su hogar perforado en la montaña. Aunque no hay datos oficiales, sólo en la provincia de Shanxi, en el centro de China, varios millones de personas se alojan en condiciones propias de hace siglos. Si no fuera por la tímida llegada de la electricidad, y, con ella, de la televisión, Tanda podría ser uno de los muchos agujeros negros que caracterizan al país que quiere convertirse en la punta de lanza de la globalización. La historia sigue a las 06.30 horas.

 

Tanda [China]

Un desfiladero en el camino a la escuela

22.30 GMT / 06.30 LOCAL

A las 6.30 a Xiaoxiao sale con su pequeña mochila hacia la escuela. Tiene siete años y ha de andar con cuidado para no despeñarse por el imponente desfiladero. Ella todavía cree que Tanda es el mejor lugar del mundo. Y en el colegio, sin duda, lo parece. Allí estudian más niños que habitantes tiene el pueblo, porque muchos caminan varios kilómetros desde poblados todavía más pequeños para asistir a clase. Las risas de los niños contrastan con la aridez de las ciudades. Mientras Xiaxiao se enreda con los ideogramas chinos, Liandai y Lohu –su madre y su hermana– cosen. Los únicos ingresos del invierno llegan gracias a los trabajos de las mujeres. “Los hombres juegan a las cartas, fuman, beben y se lo pasan bien”, se lamenta Liandai, mientras su marido busca un lugar para que pasten las cabras. A las 11.30 la comida está lista, y todos, menos Xiaoxiao, se sientan en la plataforma que después servirá de cama. Comen viendo las noticias. Hoy han caído unos trozos de pollo sobre el arroz con acelgas, y en la pequeña pantalla los dirigentes comunistas deciden el camino que recorrerá el país en los próximos cinco años. Política ficción en Tanda. La historia sigue a las 17.00 horas.

 

Calcuta [India]

Una familia amplia

23.30 GMT / 05.00 LOCAL

Los primeros que se despiertan son los abuelos. Se duchan, rezan, limpian los utensilios de cocina y los bidones de agua, y preparan té (chai) para todo el mundo. La casa en la que viven no es exactamente una casa: se trata de un túnel excavado en la roca al que se accede desde el fondo de un garaje de camiones y furgonetas. Da paso a cuatro cubículos donde se reparte la familia: los abuelos, los padres, tres hijos, una nieta, dos tíos, dos sobrinos y un amigo: trece personas en total. La casa no tiene agua corriente, pero sí electricidad, a pesar de que no hay electrodomésticos ni armarios. El único mobiliario es un aparador que se encuentra en la sala más grande. Allí se guardan los recipientes que se usan en las ocasiones especiales. No hay sofás porque no caben, y las cosas se almacenan en bolsas de plástico que cuelgan de las vigas de piedra. Los cacharros de cocina se dejan apilados en el pasillo y la ropa mojada se cuelga en un pequeño patio. Es una suerte poder disponer de un casa así en Calcuta, una de las ciudades del mundo donde viven más personas sin techo. Los abuelos se llaman Rupa Shina y Britu Shina. Salen a la calle con los bidones y los llenan en una conducción pública que funciona de seis a nueve de la mañana, y entre las cuatro y las seis de la tarde. Poco a poco se van levantando los demás. Se duchan por turnos y los mayores se van a trabajar. A las 8.00, todos los que están despiertos y en casa desayunan huevos, verduras, chapati (pan) frito con café y té. La historia sigue a las 11.00 horas.

 

Talastán  [Kirguistán]

Agua del arroyo para el té

01.00 GMT / 07.00 LOCAL

Elnura es la primera que se despereza, un poco antes de las 07.00 horas. En la casa no hay agua corriente y la vieja fuente que compartían con los vecinos dejó de bombear hace años. Así que Elnura camina unos pasitos hasta un riachuelo que corre junto a la carretera y llena dos cubos de agua. Una placa de hielo de cuarenta centímetros de grosor cubre aún parte del arroyo, como una losa de mármol sucio. Es lo previsto en Talastán, apenas cuatro casitas de pastores a las afueras de Kochkor, junto a las montañas de Kirguistán, una de las antiguas repúblicas socialistas soviéticas. Allí, a sólo tres horas largas de la capital del país, Bishkek, al final de una carretera que serpentea por valles y quebradas, viven Kuban Kurmanbekovich (32 años) y Elnura Almasbekova Namasalieva (32 años), con sus tres hijos: Arsen (5 años), Adelina (3 años y 5 meses) y Esen (1 año y 5 meses). El mercurio ha caído hasta los 11 grados bajo cero por la noche, pero el día ha amanecido soleado y templado. Es una suerte. Después de proveerse de agua, Elnura carga con un puñado de boñigas resecas de vaca y las introduce en el pequeño hogar de hierro que preside el recibidor de la casa. Aviva el fuego casi consumido y pone a hervir dos teteras. Para entonces Arsen, el mayor de los hijos, ya está rondando en ropa interior. El resto de la familia duerme en el salón, todos juntos. La historia sigue a las 10.00 horas.

 

Alabang [Filipinas]

Una parrilla para cocinar

03.30 GMT / 11.30 LOCAL

La familia Tutor come a las 11.30 horas. No tienen gas ni horno ni microondas. Cocinan con leña o brasas en una pequeña parrilla fabricada manualmente. La parrilla convive en un rincón con el fregadero y una estancia minúscula en la que guardan el frigorífico, una mesa para preparar la comida o comer en época de lluvias, y varias estanterías. Es un espacio que se ha añadido al exterior de la sacristía que les sirve de casa. Las paredes están formadas por planchas de plástico y de latón. Después, mientras el resto de la familia duerme la siesta, Claudia hace algunos arreglos de costura para los vecinos: dobladillos, cortinas, mantelería... El dinero que obtiene por ese trabajo supone un pequeño alivio en la ajustada economía familiar. Ella es también la encargada de mantener impecable la iglesia de San José y de preparar todo lo necesario para que se pueda celebrar misa. Gaudencio está prejubilado por motivos de salud, pero le ayuda a barrer y a fregar. La historia sigue a las 16.00 horas.


Talastán  [Kirguistán]

Dibujos animados de Tom y Jerry

04.00 GMT / 10.00 LOCAL

En Talastán, los niños no van a la escuela hasta que cumplen los seis años. Así que después del desayuno comienza un maratón televisivo de dibujos animados. Elnura pasa todo el día en casa con sus tres hijos pequeños. Extiende sobre la alfombra del salón un bolso con juguetes y pone un DVD en la tele, que no descansará hasta la noche. También ella sigue con pasmosa atención las aventuras de Tom y Jerry. Tuvieron televisión por satélite, pero Ade –la niña de tres años– rompió la parabólica. El nombre de Adelina procede de uno de los libros sobre Napoleón Bonaparte que leyó Kuban, su padre. “Es bonito y además le vendrá bien ese nombre, quiero que vaya a estudiar a Europa, le será más fácil”, dice. Kuban trabaja de pastor y de taxista, pero le encanta la Historia. Hoy se ha tomado el día libre porque a mediodía visitarán al pediatra en el pueblo para que vacune a Essen. Si no, Kuban saldría a primera hora de la mañana a Kochkor a vociferar “Bishkek, Bishkek, Bishkek”, y engatusar a posibles clientes y montarlos en su coche. De lunes a domingo trabaja de taxista hasta la capital y vuelta (6 horas). Para salir, el coche debe estar completo y pueden pasar varias horas hasta que se consiguen seis pasajeros. Kuban estudió seis años en el Instituto Agrónomo de Bishkek y Elnura completó la carrera de Económicas en la Universidad Nacional antes de trabajar un tiempo en una oficina. Son un matrimonio algo atípico, ya que tienen la misma edad y se casaron enamorados, algo infrecuente en un país en el que, aún hoy, una de cada tres mujeres se casa mediante el secuestro. La historia sigue a las 13.45 horas.

 

Kinshasa [Congo] 

Oraciones en lingala

04.30 GMT / 05.30 LOCAL

Vicktor Limbule-Tshba vive en el barrio de Burumbu, en pleno corazón de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, la segunda ciudad más destartalada del mundo, después de Puerto Príncipe, en Haití, y a la altura de Kabul, en Afganistán. Quizá la palabra casa no es probablemente la más acertada para describir un cobertizo de unos quince metros cuadrados en el que Vicktor se aloja con su mujer, Esperance, y con sus cuatro hijos: Fanny (quince años), Emmanuel, (cuatro), Marie Gracie (tres) y Panaclé (dos). Panaclé significa Espíritu Santo en lingala, que es el idioma que hablan todos ellos. La vivienda son dos espacios separados por una cortina. El mobiliario es casi inexistente: a un lado de la cortina se encuentra la cama donde duerme el matrimonio, mientras que al otro hay una mesa redonda. Este segundo espacio es el salón, pero es también allí donde a la noche se extiende la esterilla en la que duermen los niños, perfectamente apelotonados. La cocina está fuera: es un hornillo de carbón con una cacerola encima. Vicktor se levanta todos los días a las 5 de la mañana y reza durante media hora acompañado por su familia. “Pedimos a Dios que nos dé fuerzas para soportar el día”, explica. El desayuno consiste habitualmente en agua proveniente de un grifo a la entrada de la parcela. Es un agua no potable y por eso hay que hervirla durante diez minutos, siempre que haya dinero para carbón. Sin dinero, el agua no se hierve. Por eso, los niños tienen amebas en el estómago y sufren constantes gastroenteritis. También sus padres las padecen. Hoy hay carbón e incluso un poco de té que Vicktor compró ayer, a granel, en el mercado. Una fiesta: desayuno completo. La historia sigue a las 12.00 horas.

 

Calcuta [India]

Comida por turnos

05.30 GMT / 11.00 LOCAL

Calcuta es la segunda ciudad más grande de la India. Su nombre remite directamente a la miseria, pero los indios no la ven así. Ellos la consideran la capital intelectual y cultural del país. De Calcuta han salido algunos de los héroes nacionales, como el nobel Rabindranath Tagore o el director de cine Satyajit Ray. Mahima vuelve del cole a las 11.00 horas. Tiene tres años y es hija de Santos, de 25, que trabaja de traductor, administrador y comercial en la ONG española Lights of Hope. Mahima significa milagro. Mientras ella estaba en la escuela, los abuelos y algunas de las mujeres de la casa han ido preparando la comida con un cámping gas. Mahima todavía es pequeña para saber qué quiere ser de mayor, pero Santos, su padre, ahorra todo lo que puede para que pueda hacer la carrera universitaria que ella desee. Su planteamiento es muy claro: “Yo dejé los estudios a los trece años porque pensaba que en esta vida lo más importante era el dinero. Trabajé reponiendo en mercados, limpiando zapatos, haciendo carteras, etcétera. Y cuando por fin pude dedicarme a lo que me gustaba, cooperación, comprendí que lo más importante para ser algo en la vida no es el dinero sino la educación”. La historia sigue a las 18.00 horas.

 

Sanlúcar de Barrameda  [España]

Desayuno con el telediario

05.45 GMT / 07.45 LOCAL

Claudia es el reloj de la familia”, dice Daniel, su padre. Y no le falta razón: Claudia tiene 16 años y a las 07.15 salta de la cama y baja a la cocina a preparar el desayuno. Poco a poco llega el resto de la familia, incluida Daniela, de seis años, que aparece con su pijama rosa, el pelo alborotado y la sonrisa que la acompañará el resto del día. Desayunan galletas, café para los mayores y leche para las niñas, todo ello con el telediario de fondo. Los Jiménez-Guerra residen en Sanlúcar de Barrameda, un municipio gaditano de unos 66.000 habitantes en la desembocadura del Guadalquivir. Su casa se encuentra en una zona residencial a cinco minutos andando de la playa. El suyo es un dúplex con dos plantas, tres habitaciones, un despacho para el padre de familia, dos baños, salón-comedor, un jardín delantero y un patio trasero. La casa no tiene nada de especial comparada con los hogares de sus vecinos, si no fuera porque sus paredes albergan casi una exposición de manualidades que Fabiola, la madre, ha ido elaborando en sus clases semanales de carpintería: la mesa, la estantería y los marcos de fotos corren de su cuenta. A las 08.10 Daniel lleva a Claudia y a su vecina María al instituto. Media hora más tarde, Fabiola monta a Daniela en su coche para dejarla en el colegio. Ambas estudian en centros públicos; Claudia termina este año la ESO y Daniela apenas ha comenzado la Primaria. La historia sigue a las 15.00 horas.

 

Dublín [Irlanda]

Rumbo al colegio

07.30 GMT / 08.30 LOCAL

James tiene tres años y se encarga de despertar a sus hermanas trepando por su litera y saltando encima de ellas. Sus hermanas son Caoimhe, de ocho años, y Eimear, de siete. Para las 07.30 ya están en pie. Su primera tarea consiste en buscar las piezas del uniforme, algo que puede convertirse en una auténtica odisea. El menú del desayuno incluye un cierto debate, pero a las 08.30 horas todo el mundo está limpio, peinado y listo para salir. Noreen, de 38 años, es quien se encarga de llevar a sus hijos al colegio. A ellos les encanta compartir con su madre ese paseo por las calles de Dublín: le cuentan toda clase de historias sobre sus amigos y sus profesores. Después de dejarles en clase, Noreen empieza su jornada laboral de abogada. Su marido, Colin, ha entrado un poco antes a trabajar. La historia sigue a las 16.00 horas.

 

Talastán  [Kirguistán]

Gallina con patatas para cenar

07.45 GMT / 13.45 LOCAL

Tras la visita al pediatra, Kuban y Elnura preparan una comida ligera: pan, té y algo de mermelada. Los niños no quieren comer y se quedan fuera de la casa, jugando con los vecinos: tiran piedras al río, espantan ovejas y se divierten sin necesidad de casi nada. Después de comer, Kuban sestea un poco y Elnura lava la ropa de sus hijos a mano, en un barreño. Hacia las 15.30 horas, un delicioso olor a pan inunda la casa. Elnura acaba de introducir la masa en un pequeño horno que comparte con su vecina. Se lo van turnando. Para enchufar esta panificadora doméstica ha tenido que cruzar la cocina con una maraña de cables. El pan es prácticamente sagrado para los kirguisos. La cocina es sólo un fuego eléctrico, una encimera con armarios que Kuban se jacta de haber fabricado él mismo, y nada más. Hacia las 18.00 horas, cuando ya casi es de noche, llega la hora de cenar. La cena es la segunda comida más importante, después del desayuno. El menú es el mismo (gallina con patatas), pero preparado de forma diferente. La comida está muy bien condimentada. Además, aparece por casa la madre de Kuban, Chinara, y trae un trocito de pastel que les ha sobrado. 

 

Alabang [Filipinas]

Merienda para familiares y amigos

08.00 GMT / 16.00 LOCAL

Hay un refrán filipino que dice: “La puerta de una familia pobre siempre está abierta”. En el caso de la familia Tutor, la máxima se cumple de manera rigurosa: a la hora de la merienda, Claudia pela y trocea varios mangos que después saca al exterior, donde los comparte con sus hijos y nietos, y con algunos vecinos. Los nueve miembros de la familia se quedan solos para la cena, que consiste básicamente en hervir un poco más de arroz y unirlo a las sobras del mediodía. A veces, algunos vecinos o las monjas de la Inmaculada, también próximas, les llevan pastelillos y dulces, pues Claudia es una de las personas más queridas del vecindario. Después de cenar se reúnen en la sala de estar. La habitación tiene cinco metros cuadrados y los nueve miembros de la familia se acomodan en sus lugares habituales como si fueran las piezas de un puzzle. El mobiliario lo componen un sofá de dos plazas, un par de sillas, el antiquísimo televisor y dos estanterías. Las paredes están decoradas con las fotos de graduación de los hijos de Claudia y Gaudencio, con ribete y diploma al estilo americano. 

 

Tanda [China]

“Nada que hacer”

09.00 GMT / 17.00 LOCAL

A las 17.00 horas, Xiaoxiao ya está de vuelta. Las montañas son a esa hora una sierra afilada que se recorta sobre un cielo aún azul, que pronto será violeta y luego negro. No hay polución lumínica, “ni nada que hacer”, se queja Lohu. El mando de la televisión no es objeto de discusión, porque no lo hay. Y, en este caso, la edad es un grado, así que es el “viejo Lin” el que decide qué se ve en la pequeña pantalla. Claro que, a veces, se apiada de las más jóvenes de la casa, y tiene que ceder ante el ímpetu de la Liga de Campeones. Siempre que la electricidad no se desvanezca con el sol, eso sí. A las 21.00 horas ya no hay muchas posibilidades. En orden inverso a cómo se despiertan, van cayendo uno a uno en brazos del poderoso Morfeo. 

 

Santa María de Jesús [Guatemala]

Masa de maíz para hacer tortillas

10.00 GMT / 04.00 LOCAL

Santa María de Jesús es una localidad de 15.000 habitantes que se encuentra en el centro de Guatemala y de América. Allí vive Margarita Vásquez Xoc, de origen maya k’aqchiquel, como todos los demás vecinos. Margarita tiene 51 años y se levanta dos horas antes de que amanezca para hervir 72 libras de maíz y cocinar huevos y frijoles. Su cara ancha y morena contrasta con los tonos azules, verdes y rojos de los pájaros bordados en su huipil, la camisa típica de las mujeres indígenas de Guatemala. Cuando el maíz ya ha hervido, Margarita lo lleva al molino, a unas cuadras de su hogar. Allí lo tritura hasta obtener la masa que después le permitirá hacer las tortillas que vende en la plaza. Además, prepara el desayuno para su marido, Francisco Rancho, y para varios de sus cinco hijos y sus seis nietos. La historia sigue a las 12.00 horas.

 

Kinshasa [Congo] 

Yogures y buñuelos para vender

11.00 GMT / 12.00 LOCAL

La comida en casa de la familia Limbule-Tshaba es una incógnita que no se desvela hasta media mañana. A las 7.15, después de haber asistido a misa en la iglesia de Sant Eloi, Vicktor, el padre, se dedica a fabricar yogures a partir de un preparado de leche en polvo, crema y otros ingredientes que mezcló ayer en un recipiente de plástico y que ha dejado macerar toda la noche. Vicktor introduce el líquido resultante –o sea, el yogur– en pequeñas bolsitas de plástico que luego vende en el recreo del colegio más cercano. Esperance ofrece en el mismo sitio los buñuelos que ha fabricado en el hornillo. La comida de los seis miembros de la familia depende de cómo vayan las ventas en esos 15 minutos de recreo. Hoy ha habido suerte y el matrimonio ha ganado tres dólares (unos dos euros). Con ese dinero, han comprado un puñado de alubias blancas en el mercado. A las 12.00 horas, Vicktor se echa la siesta, y su mujer prepara las alubias y vigila a los niños, que juegan en la parcela con lo primero que pillan: una piedra, una bolsa de plástico, unas toallas rotas que se han encontrado tiradas. Se come de cualquier manera: a veces sentados, a veces de pie, en ocasiones en el suelo. Pero todos con la mano y en la misma cazuela. A las 15.15 horas hay que estar preparados porque empieza el recreo de la tarde. La historia sigue a las 20.00 horas.

 

Bethesda  [Estados Unidos] 

Uniformes, desayunos y luncheras

21.30 GMT / 05.30 LOCAL

Santi ha cumplido nueve años. Su madre dice que es el que tiene mejor despertar. A las 06.50 horas sale puntualmente de la cama y avisa a su hermano Xavi, de once, que duerme en la litera superior. Se ponen el uniforme, hacen sus camas y bajan a la cocina, que se encuentra en el primer piso. Santi prepara los desayunos mientras Xavi ultima las luncheras que llevarán al colegio con el almuerzo, la comida y la merienda. Mariana, de seis años, amanece un poco más tarde, cuando los chicos ya están en marcha. Aún no lleva uniforme. Lo estrenará el año que viene, cuando pase de Kindergarden a First Grade. El cuarto hermano es Sebastián, que sólo tiene unos meses. Lourdes, la madre de todos ellos, explica que antes las mañanas eran el momento más difícil. “Pero ahora los chicos funcionan de maravilla, yo me limito a quitar la alarma de seguridad y prácticamente marchan solos al colegio”, añade. Los pequeños se acostumbraron a ayudar en casa cuando a Lourdes se le solaparon el embarazo de Sebastián y la recta final del máster que estaba cursando. Viven en Bethesda (Maryland), en una zona residencial donde se impone el vehículo propio. Una vecina lleva a los mayores al colegio, que se encuentra a 20 minutos. Llegan a tiempo de jugar un poco antes de que empiecen las clases. Tanto Lourdes como Xavier, su marido, son hondureños, pero viven en Estados Unidos desde que empezaron sus estudios universitarios. Él hizo Ingeniería y ella, Educación. La historia sigue a las 13.00 horas.


Calcuta [India]

Clases particulares con la vecina

12.30 GMT / 18.00 LOCAL

A media tarde, los niños de la familia Nayak asisten a clases particulares en casa de una vecina. Antes han participado en los rezos de la tarde, presididos por el abuelo, y han compartido unos snacks y un té con los mayores, que se han quedado viendo la telenovela. Casi toda la familia está enganchada. En casa de la vecina, los pequeños completan sus tareas y se esfuerzan con el inglés. Raksha tiene doce años y aspira a convertirse en una doctora. Su hermano Rajib, de siete, quiere ser una estrella del crícket, el deporte nacional indio. La madre de ambos es Padma Shaw, de 30 años, que prepara comidas para una cadena de fast food al estilo indio. 

 

Sanlúcar de Barrameda  [España]

Ensalada y guiso de patatas

13.00 GMT / 15.00 LOCAL

Daniel trabaja en un negocio que une telefonía móvil, informática e Internet. Ya le interesaba la tecnología cuando el manejo de un ordenador era una habilidad al alcance de muy pocos. Dejó el instituto y se lanzó a trabajar por su cuenta. “Eso sí, luego tuve que estudiar todo lo que no había aprendido antes”, puntualiza. Ahora dirige su propio negocio y eso también repercute en el resto de la familia. “Tengo el horario del autónomo. Nunca llego a casa antes de las 10 de la noche y almuerzo fuera al menos un día a la semana. Aun así, este ritmo es más tranquilo que el de hace unos años”, explica. Su mujer, Fabiola, comenzó a trabajar con él, pero poco después de que naciera Claudia, dejó el negocio, así que dedica las mañanas a visitar a su madre y a realizar las tareas de la casa. El almuerzo es a las 15.00 horas. Hoy toca ensalada, un guiso de patatas con carne y nuggets, o frituras de pollo para Daniela. De postre, fruta o yogures. La historia sigue a las 18.00 horas.

 

Dublín [Irlanda]

Comida, tarea y juegos en el jardín

15.00 GMT / 16.00 LOCAL

James es el primero que termina su jornada laboral: a las 12.00, la au pair española que trabaja con la familia Muldoon le recoge en el jardín de infancia. James siempre está contento de volver a casa, más aún con la expectativa de la comida. Juega, pinta y le pide a su cuidadora que le lea algunas historias. Sus favoritas son Goldilocks and the Three Bears y Snow White, y no le importa escucharlas todos los días. Cuando llega la frase emblemática del relato (“Mirror, mirror on the wall, who is the fairest of them all?”), interrumpe a voces la lectura: “You were the fairest Shining bright, but now the fairest is… Snow White!”. Siempre lo hace. También le gusta disfrazarse de Spiderman y Power Ranger. Ni siquiera le importa ir con ese atuendo a esperar a sus hermanas, que salen del colegio a las 14.30. Noreen, la madre, trabaja cerca de casa, y todos los mediodías se escapa un momento de la oficina para visitar fugazmente a sus hijos. Después de comer, Caoimhe y Eimear hacen los deberes y practican ortografía, lectura y matemáticas. Cuando terminan todo, alrededor de las cuatro, se ponen a jugar. Les encanta salir al jardín, deslizarse por el tobogán, saltar en la cama elástica y regar las plantas. Los tres niños se llevan muy bien, así que para las dos mayores nunca es un problema dejar que James tome parte en sus juegos. La historia sigue a las 20.30 horas.

 

Sanlúcar de Barrameda  [España]

Clases de ajedrez

16.00 GMT / 18.00 LOCAL

Claudia es adicta a las pantallas: tiene ordenador portátil, mp3, móvil y PSP. Y una cuenta de Tuenti, claro. Pero tanto ella como su hermana comparten una afición mucho más tradicional: el ajedrez. Ambas van a clase dos horas a la semana. Claudia es tercera de Andalucía en la categoría sub 16. A Daniela, que apenas ha empezado a jugar, no termina de gustarle del todo, pero sigue yendo. “El profesor me ha dicho que cuando sea mayor voy a jugar mejor que mi hermana”, explica. Aunque ella, de mayor, lo que quiere es ser periodista. Hacia las 20.00 horas comienza el maratón de ducha, cena y cama. Las niñas cenan antes –tortilla y salchichas– y hacia las 10.30, cuando Daniel llega de trabajar, lo hacen sus padres. A esa hora, Daniela ya está en la cama y Claudia lo hace poco después. Y fin del día, uno menos en la cuenta atrás para el fin de semana. 

 

Santa María de Jesús [Guatemala]

Buscando las raíces del güisquil

18.00 GMT / 12.00 LOCAL

Francisco Rancho y sus hijos Juan Francisco (17 años) y José Estuardo (13) trabajan bajo el intenso sol de marzo en la recogida de la chinta (la raíz del güisquil, una de las verduras más comunes en la dieta guatemalteca). La mata del güisquil es similar a la de la uva, pero alcanza una altura mayor. Se sirven de azadones, machetes y cobas para llegar a la raíz, que desciende hasta los dos metros de profundidad y presenta un grosor de hasta veinte centímetros. Francisco Chico trabaja desde los quince años con su padre. Su programa semanal es variopinto: “Lunes, jueves y viernes venimos aquí. El miércoles voy con mi hermana Rosa a Palín, a recoger mangos y otras frutas, y los martes a veces hago las tareas. Los domingos estudio bachillerato en el Instituto de Computación de Antigua Guatemala. Elegí ese bachillerato porque es el más rápido. Después quiero estudiar investigación criminal en la Universidad. Y los sábados vamos a las Escuelas Abiertas: yo toco la batería y mi hermano la guitarra. Mi tío de los Estados [Unidos] nos va a enviar instrumentos para una banda”. La historia sigue a las 13.00 horas.

 

Bethesda  [Estados Unidos] 

Comer en casa

18.00 GMT / 13.00 LOCAL

Xavier padre se dedica a la construcción. Su empresa ha llevado a cabo varias de las grandes obras de Washington DC. “Incluso en el estadio de béisbol”, apostillan sus hijos. Trabaja desde casa, en una pequeña oficina que ha habilitado en el ático. Sin embargo, cuando los niños no están, prefiere instalarse en el salón, frente a los enormes ventanales que dejan entrar la luz del gran jardín trasero. Ese jardín, en el que unos columpios han resistido estoicamente a las últimas tormentas de nieve, es inusual para la zona. La casa era la antigua residencia del embajador de Botswana en los Estados Unidos. La compraron abandonada, pero tanto el jardín como el enorme sótano, ahora lleno de canastas y porterías tamaño infantil, sobrevivieron a la reforma. Marido y mujer reconocen el absoluto privilegio que supone comer juntos en casa todos los días en un país con un ritmo de vida frenético. Sus cuatro hijos han nacido en lugares diferentes: Xavi es hondureño, Santi vio la luz en Miami, Mariana en California y Sebastián ya en Maryland. Hoy, cinco años después de su llegada, creen que empiezan a echar raíces en Bethesda. La historia sigue a las 18.30 horas.

 

Kinshasa [Congo] 

Tertulia en la calle hasta la una

19.00 GMT / 20.00 LOCAL

Vicktor tiene miedo por el futuro, pero también confianza. A las 18.00 horas se dirige a la parroquia, donde coordina los Grupos Cristianos de Base. En la parroquia hay muchísima actividad: la gente del barrio hace su vida allí. Hoy toca el estudio de la Biblia. Vicktor la conoce bien y resuelve las dudas de sus vecinos. A las 19.00 horas vuelve a casa. Ya es noche cerrada. De los 27 barrios de Kinshasa, sólo uno disfruta de luz durante todo el día. El resto vive en las tinieblas a partir de las 18.00 horas, cuando se va el sol. Por eso los niños se marchan a dormir a las 20.00 horas. Los mayores, sin embargo, se quedan en el patio de la parcela charlando con los vecinos hasta la una de la mañana. El calor es tan aterrador, que no se puede entrar en casa. “¿Y cuando llueve?”. “Todo se inunda. Cogemos lo poco que tenemos y subimos al tejado a esperar que escampe”. 

 

Santa María de Jesús [Guatemala]

Una tortilla cada 30 segundos

19.00 GMT / 13.00 LOCAL

La plaza de Santa María de Jesús hierve de colores y olores. Los tatas (hombres mayores del pueblo) descansan bajo sus sombreros, sentados en la cruz central. Los huipiles de decenas de mujeres rivalizan con los colores de las sandías, melones y papayas que ofrecen en el mercado. Margarita Vásquez se anuda bien la tela que sujeta a su espalda a la pequeña Ingrid –una de sus seis nietos– y ayuda a sus empleadas (Blanca y Olga Alarcón, de 18 y 15 años) a preparar el producto: mezclan la masa de maíz con un poco de agua y la aplastan con sus manos, dando palmas y girándola hasta conformar una tortilla circular y homogénea, que tostarán en el comal. Es un proceso que repiten durante toda la mañana. Una tortilla cada 30 segundos. Margarita entra un momento al comedor para revolver el cocido de res y preparar las chuletas del almuerzo. Llega una niña acompañada de su hermano. “Disculpe, seño, ¿a cuánto es el almuerzo?”, le pregunta. “Once quetzales”, responde ella. La niña se marcha porque no tiene dinero. Poco después se escucha el motor de un pick up. Son Francisco, Francisco Chico y José Estuardo, que llegan para comer. Se acomodan en una mesa en la plaza y comparten un caldo de res, güisquil, zanahoria, una patata y un pedacito de carne de vaca. Almuerzan entre risas y pláticas en k´aqchiquel, a excepción de Chico, que se resiste a utilizar su lengua materna y sólo habla el español. Las mujeres prefieren esperar a que lleguen las tres de la tarde para cerrar el comedor y almorzar dentro tranquilamente, viendo la novela frente al televisor. 

 

Dublín [Irlanda]

Súplicas para no apagar la luz

19.30 GMT / 20.30 LOCAL

En casa de los Muldoon, el dinner time se toma a las 18.30 horas. Si Colin ha vuelto de trabajar –la hora es variable–, cenan juntos. Un menú tipico puede ser pollo con verduras y puré de patatas. Cuando se levantan de la mesa, padres e hijos aún disponen de un buen rato para disfrutar juntos antes de domir: cartas y juegos de mesa suelen ser los protagonistas. A las 20.00 horas se acuestan los niños, después de recoger los juguetes y preparar las cosas que necesitarán en la escuela al día siguiente. Cuando ya están metidos en la cama, Colin o Noreen les leen algún cuento. A las niñas les encantan las historias de Enid Blyton y Roald Dahl. Si el libro se pone emocionante, siempre hay un montón de súplicas que tratan de alargar el momento de apagar la luz. 

 

Bethesda  [Estados Unidos]

Arranca la temporada de béisbol en el barrio

23.30 GMT / 18.30 LOCAL

Un día normal los chicos hacen deberes hasta la hora del baño y la cena. Pero este jueves es un día especial porque se reanudan los entrenamientos de béisbol. Xavi y Santi van a compartir por primera vez la misma categoría en la liguilla del barrio. A los dos les gusta mucho el deporte y en su habitación se acumulan los trofeos: fútbol, fútbol americano, artes marciales y, sobre todo, béisbol. Los dos son cinturón negro de kárate. Pero disfrutan igualmente en el colegio, en especial con las asignaturas de Arte y Religión. En el caso de la pequeña Mariana, los jueves también tienen un programa específico: francés. Las demás niñas de su clases aprenden español pero, como ella lo habla siempre en casa, ha elegido clases de francés. Y cuando su madre le acerca la manzana que ha pedido para merendar, le responde orgullosa: “Merci”.