Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Aprender de la Historia

Sandra Ambrogio [Com 13]


Abrir cajas, separar su contenido, clasificar documentos e instalarlos. Desde un punto de vista objetivo, esta secuencia de actos podría resumir el quehacer diario de una persona que trabaja a desgana y aburrida. Sin embargo, detrás de estas acciones aparentemente automáticas puede que se esconda un viaje apasionante al centro de la Historia. O al menos, a algunos capítulos concretos de la Historia. 

Esther Eslava, licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Navarra, casada y con cinco hijos, lleva catorce años rodeada de esas cajas llenas de contenidos sorprendentes. Cabría preguntarse cómo una licenciada acaba trabajando en un sótano de la  Biblioteca que casi nadie conoce. La propia Esther confiesa que tampoco ella sabía que existían los archivos en la universidad. Un día cualquiera, una profesora se lo propuso y accedió casi sin saber dónde se metía. “Estoy aquí por pura chiripa”, lo resume. Más adelante hizo un postgrado en Archivística y sigue formándose a través de cursos y monográficos especializados . Hoy sabe que los fondos del Archivo General son parte de la semilla que hace posibles muchas investigaciones de profesionales. Por lo tanto, es trabajo de los archiveros (¡y no archivadores!), por un lado, cuidar y conservar todos lo documentos y, por otro, ser capaces de localizar su contenido y lugar, para hacerlos accesibles a quien lo requiera.  Un archivo personal no es solo un conjunto de trastos y papeles, no. Se trata de una entrada VIP a una época, a una forma de vida, a una familia, a una agencia de publicidad o a un estudio de arquitectura. En esas cajas, procedentes de personas con cierta relevancia en la vida política o social de su época, se han encontrado objetos como gafas, pins, banderines, medallas, o incluso cartillas de racionamiento de la guerra civil. Navegas entre cartas y diarios, libros y pergaminos, trofeos y fotografías… Precisamente, son esas pequeñas cosas las que ayudan a entender el porqué de la forma de actuar de cada persona, a captar la lógica que siguen todos los escritos y, de esta forma, a conocer a sus autores desde las fuentes primarias y no desde un libro de texto. Lo más apasionante del trabaajo de Esther es el contenido de cada fondo: resulta fascinante sumergirse en la vida de ilustres personajes como Navarro Villoslada o Ángel López Amo, preceptor del Rey Juan Carlos I

En el Archivo se guardan fondos de grandes profesores, escritores e incluso de familias de la nobleza. En total, unos 237 fondos. Muchos proceden de donantes voluntarios que aún viven y muchos otros, de donantes que al hacer limpieza en casa decidieron deshacerse de todos esos bultos y cajas que de nada le servían. La mayoría, conscientes del valor que tiene ese material, lo donan a la Universidad para garantizar la preservación y el uso para la investigación. En estos últimos años se ha abierto una nueva puerta en su trayectoria profesional: la catalogación de los archivos de catorce arquitectos. No se trata tanto de documentos personales, como cartas o diarios, sino de preciosas maquetas, planos, dibujos, proyectos, fotografías… El mundo de los arquitectos está rodeado de elementos técnicos y precisos. Esther ha seguido el recorrido de ilustres arquitectos, y éstos le han dado la oportunidad de infiltrarse en sus mentes, de entender el porqué de una maqueta, de este plano o de aquel dibujo. 

Una ventaja de este oficio es el no tener un tiempo establecido, ni plazos de entrega, aunque “siempre te encuentras sorpresas”. Un fondo de seis cajas puede llevar más tiempo que otro de sesenta. En esas sorpresas hay veces que “no se ve el final”, y el proceso resulta cansado y duro. Son esos momentos en los que no encuentras lógica ni sentido a los documentos o simplemente, no eres capaz de formarte una visión de conjunto. Sin embargo, la pasión por el trabajo está por encima de esas etapas más cansadas y esos periodos se convierten en pequeños retos. Esther comenta bromeando que lo peor de su trabajo no son el tiempo empleado ni el cansancio acumulado, sino que con el material nuevo que llega “te pones perdida porque está a veces muy sucio”. Aun así, sorprende el modo en que ella experimenta las vidas de esas personas. Tanto de forma profesional, como personal. Aprende lo mejor de cada personaje, de sus fallos y sus éxitos, y lo aplica en su día a día. Personifica cada fondo y lo convierte en modelo de vida. Se trata, por lo tanto, de “un continuo aprendizaje”.