Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Baja calidad "a precio de oro"


Las leyes ocultas que rigen el funcionamiento de los mercados internacionales provocan otras consecuencias adversas para los consumidores. Ese sería el caso de muchos productos hortofrutícolas españoles, en manos de cierto número de empresas que marcan su precio de venta. Sin embargo, para competir en mercados tan exigentes como el alemán, donde concurren corporaciones de Francia, Italia o Portugal, los distribuidores españoles exportan sus productos, de mayor calidad. Paradójicamente, pueden alcanzar allí precios más bajos que en España, donde se han quedado los productos de menor calidad y mayor precio, al no haber competencia en su sector. 

Esta ley básica de oferta y demanda no siempre queda al libre albedrío del mercado, ni se traduce en una bajada de precios para el consumidor. Es más, el incremento de los precios de los alimentos básicos ha sido constante desde la entrada en vigor de la “moneda única” —la alimentación en general se ha disparado un 48 por ciento y el pan, un 85 por ciento, según un informe de la OCU—. ¿Y quién ha provocado este incremento? Según el sindicato agrario ASAJA, el sector productor ha sido “una víctima más que ha visto crecer los precios de los factores de producción, como la electricidad, los fertilizantes, el gasóleo o los piensos, que han subido mucho más rápido que su capacidad de repercutir dicho incremento en el precio del producto. Por otro lado, la concentración y la presión de la industria, y especialmente de la distribución, ha aumentado de forma intolerable la brecha entre los precios que percibe el agricultor y lo que paga finalmente el ama de casa”.