Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

De enero-febrero del 98 a invierno 2018


De enero-febrero del 98 a invierno 2018

Nuestro Tiempo es la revista que me vio nacer. Hace tres veranos, en un ataque de limpieza decretado por mi madre, me puse a repasar los números de la revista que lucen en la estantería de la sala de juegos de mi casa. Ordenados minuciosamente en sentido cronológico se puede ver la evolución en altura, grosor y estética de la revista. Me apresuré a sacar de su hueco el número 529-530 del verano de 1998, cuando nací. Era más que nada un número resumen de los acontecimientos del curso y  no me convenció, quizá por esa tendencia que tenemos los hombres a asociar la historia del mundo con la propia existencia. Buscaba algo en las publicaciones de ese año en lo que pudiese verme reflejada. Decidí hojear el número 523-524, de enero-febrero del 98. Pasé las páginas hasta que vi, en la página 127, sobre el título de un artículo de Luis Vidales, en una caligrafía que reconozco tanto como la voz de la persona a la que pertenece, un listado de nombres escritos a lápiz: «Iria Basanta Vázquez, Blanca Basanta Vázquez, Esperanza Basanta Vázquez, Alba, Eulalia y Claudia». Movida por la curiosidad enseñé el descubrimiento a mi madre, conocedora de los hechos. Y en ese tono emocionado que usan las madres cuando recuerdan la venida de un hijo al mundo, me explicó: «Sí. Esto lo escribí esperando en la consulta del ginecólogo, cuando me dijeron que ibas a ser niña». 

Nuestro Tiempo ha sido la revista de cabecera en mi casa. La única a la que mis padres se mantuvieron suscritos en la etapa de la crisis, cuando todo el papel que llegaba al buzón en forma de publicación se volvió sobrante. Mes a mes mi padre espera las columnas de Paco Sánchez y su Vagón-Bar. Recorre con su vista, pacientemente, cada una de las secciones. Puede que sea la única lectura que a sus cincuenta y siete años le conquiste tanto como para que deje de controlar el espacio aéreo, su otra afición. 

Cuando supieron que mi primer reportaje, «Treinta segundos para asaltar la ONU» (Número 697, Invierno 2018),  lo publicaría en esta revista, su alegría fue más grande por dónde quedaría impreso que por la historia que contase, pues sabían que aquí, indiscutiblemente, me enseñarían a contarla bien. Eso ha sido y es para mí Nuestro Tiempo. Mucho más que una revista cultural o universitaria: un ejemplo de buen periodismo, una ventana para entender mejor quiénes son mis padres y el lugar en el que aprendí que cada historia debe contarse con respeto, criterio y honradez. 

Blanca Basanta [Com 20], subdelegada de alumnos de la Universidad y colaboradora de Nuestro Tiempo