Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

El kilómetro cero del 15M

Texto Raquel Cascales [Fia 11]

La manifestación la había convocado la plataforma “Democracia Real Ya!” y se celebró en Madrid el 15 de mayo. Al terminar, un grupo de jóvenes improvisó una acampada en la Puerta del Sol. Faltaban siete días para las elecciones autonómicas y municipales, y la iniciativa de aquellos primeros “indignados” adquirió un protagonismo insospechado. Cuatro meses después, aún hay que esperar a ver cómo gestionan su llamativo poder de convocatoria. 


Hay quien sostiene que por fin la juventud española despierta de su letargo, que ha abierto los ojos y le planta cara sin miedo a la crisis económica, política y social. La indignación popular que venía fraguándose desde hacía tiempo ha cristalizado en este movimiento con la intención de representar a todos. El 15 de mayo de 2011, España contempló cómo surgía una iniciativa que, con mayor o menor fuerza, sigue dando pasos adelante. Todo comenzó sin ninguna idea prevista ni ninguna estrategia organizada. Esto ha sido el elogio y la condena del movimiento 15M. Ya han pasado algunos meses y la sociedad se ha acostumbrado a ellos. Sin embargo, aunque muchos se lo preguntan pocos saben cuál fue el origen de la #Spanishrevolution.

 

¿Quiénes son? Meses antes del famoso 15M se fraguaba en España un ambiente de tensión política que conllevó la formación de varias plataformas cívicas, entre las que se encontraba Juventud sin futuro, que nació en un entorno universitario, y que el 7 de abril organizó en Madrid una marcha contra la crisis. Frente a los que habían clasificado a su generación como “ni-ni” (ni estudian ni trabajan), ellos respondieron: “Sí: ni PP ni PSOE”. Otro colectivo destacado ha sido Nolesvotes, cuyo origen está relacionado con la polémica Ley Sinde y los partidos que consiguieron ponerla en marcha (PSOE, PP y CiU). No promueven ni la abstención ni el voto en blanco, y tampoco piden el voto para ninguna opción concreta.

Otras dos asociaciones que también forman parte del movimiento 15M son la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y la Asociación Nacional de Desempleados (ADESORG). La primera se creó en febrero de 2009 y consiste en un “grupo completamente apartidista que incluye desde personas con dificultades para pagar la hipoteca o que se encuentran en proceso de ejecución hipotecaria hasta personas solidarias con esta problemática”, según puede leerse en su página web. La segunda también funciona desde hace más de dos años y su objetivo es “defender lo que los sindicatos no están haciendo, y que es cubrir al desempleado y a los trabajadores”. Su presidente, José Luis Fernández, en una entrevista de aquellos primeros días lanzaba el siguiente mensaje: “Seguiremos movilizándonos hasta que consigamos mentalizar a la gente de que nosotros mismos no somos los culpables de las malas gestiones de los gobiernos que tenemos y hemos tenido”.

Estos movimientos se reagruparon bajo la plataforma Democracia Real Ya, que fue la que oficialmente convocó la manifestación para el domingo 15 de mayo. Durante tres meses prepararon la cita, a la que se fueron sumando asociaciones y diversas personalidades a través de adhesiones en la web. Extendieron además el llamamiento a través de las redes sociales y en asambleas locales. Todos los preparativos se llevaron a cabo casi sin ayuda y, desde luego, sin ninguna repercusión mediática, a pesar de las docenas de comunicados enviados a todos los periódicos españoles. A la rueda de prensa que se organizó en el Ateneo de Madrid para anunciar la manifestación solo fueron tres medios. Días después, todos los medios se peleaban para saber quiénes eran los organizadores.

Las influencias e inspiraciones de los participantes son de lo más variado. Al principio, muchos tenían frescas las revueltas de los estudiantes en Grecia por la crisis económica, y los sorprendentes y revolucionarios levantamientos de la sociedad árabe. En el 15M han confluido asimismo la frustración por el cierre de Wikileaks y por la aprobación de la Ley Sinde. Los indignados tampoco ocultan las conexiones con el movimiento Anonymous y con algunas iniciativas contrarias a Bolonia. Muchos miran a Islandia como modelo de movilización con efectos políticos. Allí, las actuaciones ciudadanas acabaron con la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones en 2009. “¡De mayores queremos ser islandeses!”, clamaban algunos manifestantes españoles. Toda esta amalgama de personas y colectivos se agrupó en la plataforma Democracia Real Ya. La condición con la que se presentaron fue la de indignados, apelativo que acogieron tras la lectura del folleto de Stéphane Hessel que lleva el mismo nombre: ¡Indignaos!

 

¿Cómo apareció el 15m? La noche del 15 de mayo, después de la manifestación, varias personas se dispersaron por algunas plazas próximas a la Puerta del Sol con ganas de prolongar las movilizaciones. Se pusieron a hablar, se fueron conociendo, llamaron a más amigos, alguien lo puso en Twitter y decidieron quedarse aquella noche allí. El lunes siguiente, por la tarde, mil personas se reunieron en la primera asamblea. Lo llamativo fue que, cuando la Junta Electoral declaró ilegal la acampada, apareció mucha más gente. Y ya no eran jóvenes relacionados con los primeros colectivos convocantes, sino personas heterogéneas que quisieron sumarse a título particular en torno a la jornada de reflexión.

Jon Aguirre Such, estudiante de Arquitectura y uno de los portavoces de Democracia Real Ya, relató cómo surgió el fenómeno de las acampadas en el documental 25 días de acampada en Sol, realizado por el periódico La información: “La manifestación fue el inicio, de ahí se generó un movimiento buenísimo y la gente se contagió de ese espíritu y dijo: ‘Nos vamos a quedar aquí’. Eso solo fue el germen. Las asambleas son un proceso que está constantemente sometido a autocrítica, a debate y a consenso. Las posturas que se toman en un momento se están constantemente revisando, teniendo en cuenta que el error es parte del proceso. Estamos hablando de un cambio de paradigma de las estructuras de hacer política. Estamos hablando de la interconexión absolutamente bestial a tiempo real de todo el mundo, y eso ya es imparable porque hay gente que lleva mucho tiempo trabajando y pensando sobre esto. Hay mucha teoría detrás y se ha abierto la veda para que toda esa teoría, esa materia gris, encuentre su camino para implantarse en la sociedad.”

 

¿Qué quieren? Los indignados presentaron un primer manifiesto que constaba de nueve puntos y en el que se incidía en valores como la igualdad, el progreso, la solidaridad, la sostenibilidad, el bienestar y la felicidad. Un comienzo abierto, que parecía querer representar a todos los ciudadanos. Se exigía que se garantizasen ciertos derechos básicos, como la vivienda, el trabajo o la participación política. Por otro lado, pedían que el sistema económico no sea “un obstáculo para el progreso de la humanidad” y que el sistema democrático desarrolle “cauces directos” de participación ciudadana en la política, y que no se dedique a “enriquecerse y medrar a nuestra costa, atendiendo tan solo a los dictados de los grandes poderes económicos”. Por esa razón, rechazaban “la acumulación de dinero” por encima “del bienestar de la sociedad”, así como “el ansia y acumulación de poder en unos pocos”. El sistema económico les resultaba “obsoleto y antinatural” y sostenían la necesidad de realizar una “Revolución Ética”. “Somos personas, no productos del mercado” era su principal argumento. 

Las razones esgrimidas parecían de lo más legítimas. Sobre todo, se concretaban un poco más los motivos que habían despertado la indignación inicial: ausencia de soluciones frente a las consecuencias de la crisis económica y el distanciamiento de la clase política y el “pueblo de a pie”. En la Puerta del Sol se recogían apoyos a favor de la permanencia indefinida de la acampada y de la absolución de los cargos de quienes habían sido detenidos en la manifestación. 

La simpatía por el movimiento (el 66% de los ciudadanos lo apoyaba, según una encuesta de Metroscopia) hizo que en las primeras semanas se reunieran 200.000 firmas.

 

El giro a la izquierda. El 15M fue cuajando de manera casi espontánea: la gente se agolpaba en las plazas para escuchar las quejas y las propuestas de los reunidos. En un primer momento había una mezcla bastante heterogénea de ideologías. Sin embargo, ocurrió algo decisivo en aquellos primeros días: corrió por el país el rumor de que todo era una manipulación para dar un vuelco a las elecciones. Se extendió un clima de verdadera incertidumbre sobre lo que estaba ocurriendo y sobre quién estaba detrás. Esto provocó el retraimiento de una buena parte de la sociedad. Algunos de los más conservadores se pronunciaron en contra y, mientras tanto, el movimiento fue dominado por personas procedentes de la izquierda, más acostumbrada y activa en este tipo de acciones. Pero no sería exacto decir que fueron esos rumores, sin más, los que conllevaron el giro radical del movimiento. Muchas personas no creyeron que una concentración multitudinaria y asamblearia fuese una buena manera de mejorar la situación, y decidieron desde un principio no adherirse. Se abrieron canales para que hablaran todas las voces, pero no todas quisieron pronunciarse. ¿Se perdió una gran oportunidad de que fuera, realmente, un movimiento de “todos”?

Algunos piensan que la iniciativa ya estaba planteada así desde el principio y aluden a los símbolos utilizados por el movimiento. Carlos Goñi, profesor de Filosofía Política de la Universidad de Navarra, pone de manifiesto este aspecto aludiendo varios ejemplos: uno sería el propio término “Democracia real”, que se acuñó en los años sesenta. Con él, los comunistas pretendían erigirse en la genuina democracia, frente a la occidental, que solo sería un sucedáneo. Otro, las continuas referencias a Mayo del 68. O, cómo no, las frecuentes dicotomías propias de la lucha de clases que presentan como motivo de nuevas manifestaciones: contra el Pacto del Euro (19J) o contra el sistema financiero (5A).

Desde su punto de vista, se pretendían cambios electorales. Por un lado, reorientar hacia terceras opciones (IU y UPyD) el voto descontento que presumiblemente iba a castigar al PSOE. De ese modo, se evitaría un triunfo aplastante de la derecha. Con la perspectiva de varios meses, parece que la “línea política” que ha ido tomando el movimiento tiende a favorecer a IU. Por otro lado, se trataba de generar una “cultura de resistencia” que frenara la posibilidad de un cambio electoral, y que favoreciese la presencia de IU en el sector ideológico de la izquierda más capaz de influir sobre el PSOE. Estas aspiraciones se vieron ligeramente reflejadas en las elecciones autonómicas. Ahora queda ver qué repercusión tendrán en las elecciones generales del 20N.

¿Hacia dónde se dirige el 15M? Hasta aquí llega la crónica de cómo y por qué nace el movimiento 15M. La iniciativa, sin embargo, no ha dejado de crecer desde aquel domingo de mayo. Su aportación más importante no es tanto una suma de propuestas como una nueva forma de entender la acción ciudadana. La fuerza del 15M radica en su capacidad de movilización 2.0. La presencia ya no se mide por los metros cuadrados que puedas ocupar, sino por la capacidad de convocatoria, como se ha puesto de manifiesto con otras concentraciones. Frente a las continuas críticas que se les hacía a los participantes por la ausencia de propuestas factibles, un ala del movimiento se ha separado para crear el partido político Movimiento Anti Crisis 2012 (MAC 2012). Otros muchos intentan canalizar sus fuerzas a través de plataformas cívicas y asociaciones locales, que parecen la manera más eficaz de llegar al terreno práctico. Entre el 1 y el 7 de agosto se celebró en Málaga un encuentro estatal que justamente pretendía responder a esta pregunta: “¿Hacia dónde se dirige el 15M?”.

Miles de jóvenes han salido a la calle, se están formando política e ideológicamente y se han puesto a pensar, lo cual puede tener una gran repercusión dentro de unos años, cuando se conviertan en la masa crítica del electorado y quizá de la clase política. Que se preparen todos aquellos que piensan que todo quedará en agua de borrajas. Sobre todo, si el resto de los jóvenes no dan un paso adelante en su compromiso ciudadano.