Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La huella de un legado construido y humano


Carlos Sobrini (1925-2020) se incorporó a  la Escuela de Arquitectura en sus inicios. Viajaba desde Madrid, donde gozó de prestigio y un férreo anclaje social. Pragmático y responsable, desgracias familiares jalonaron una vida recia, autoexigente y austera, pero con un humor que adornaba una cordialidad expansiva y cálida. Como presidente del tribunal del Proyecto Fin de Carrera, al entregar las notas decía a sus alumnos que lo trataran de tú, ahora que ya eran colegas. Su dedicación docente tuvo un ingrediente humano de irrepetible densidad.

Marcado a fuego por su pasión familiar, fue uno de los arquitectos navarros más notables de su época. Su trabajo serio y elegante, sensato y juicioso, ilusionado y creativo, ha dejado una importante huella. En el campus llevan su sello el edificio de Ciencias — el Hexágono—  y el de la Escuela de Arquitectura.

Su recuerdo evoca —para los que aprendimos y disfrutamos de su legado, construido y humano— la autoridad de quien constituye un modelo de empeño y honestidad intelectual, de pasión por su trabajo, humanismo y magnanimidad.

 

Juan M. Otxotorena, profesor de la Escuela de Arquitectura.