Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La 'Pietá' islámica: paradigmas en el fotoperiodismo y en el arte

Texto Jorge Latorre


Siempre es motivo de celebración que un español gane un premio, y en este caso con una fotografía que expresa valores positivos, más allá del morbo que suele ser habitual en el género de las fotografías de guerra. La imagen premiada, que ha sido comparada con la iconografía tradicional de la Pietá cristiana, sirve también de pretexto para comentar lo que hay de políticamente correcto en muchos de estos premios del fotoperiodismo internacional más famoso y para analizar las relaciones entre arte y fotografía.

El fotoperiodismo no pretende hacer obras de arte que trasciendan en el tiempo –aunque a veces ocurra– sino mostrar el rostro popular de la noticia, aunque no refleje necesariamente todos los matices de la verdad. Es lo que llamamos paradigmas dominantes del momento, que suele ser todo lo contrario a lo que hacen los artistas más punteros. No digo que éstos sean mejores o peores personas o profesionales, sino, simplemente, que a los artistas no les interesa tanto lo que se da por supuesto como lo que implica una visión alternativa a lo dominante, y que, aunque suene a tópico, el arte reclama permanencia mientras que el periodismo tiende a ser efímero. Los premios de fotoperiodismo no escapan a esta dinámica. O bien no trascienden el momento o, si lo trascienden, son fotografías juzgadas de modo muy diferente tiempo después de ser premiadas.

Un claro ejemplo lo constituye el primer premio del World Press Photo 2006 en la categoría de retratos, el retrato de la boda del sargento Ziegel, totalmente desfigurado tras ser atacado en Irak por un coche bomba, realizado por la fotógrafa Nina Berman. Este retrato no era una simple Candy Photography, sino que, aunque la fotógrafo contó con el visto bueno de los fotografiados, era un alegato contra la guerra, de una intensidad incluso mayor a la alcanzada por el expresionista Otto Dix con sus métodos deformantes en su famoso cuadro antibelicista Los jugadores de cartas. Pero este mensaje pasó desapercibido para los miembros del jurado que le premiaron y también para el público que aplaudía el supuesto resultado feliz de una tragedia. Antes de cumplir un año de matrimonio los Ziegel ya se habían separado, y la serie fotográfica de su boda ha trascendido el tiempo como un alegato antibelicista, y no tanto como una imagen periodística sobre un momento concreto, esperanzado en la desgracia.

También la fotografía que ha recibido el premio general WPP 2012 puede trascender el tiempo con lecturas muy distintas a las que ahora provoca. El método iconográfico-iconológico de Panofsky enseña a leer esta imagen de modo profundo. En primer lugar, es una imagen pintoresca para la mirada occidental, que despierta connotaciones iconográficas en relación con la Pietá de Miguel Ángel. En segundo lugar, esta misma asociación encierra un mensaje esperanzador en el imaginario colectivo tardo-cristiano: que la llamada Primavera árabe sea algo así como la Resurrección de Cristo tras los sufrimientos de la Pasión y muerte en la cruz. Que el fruto de esos dolores de parto será el nacimiento de un tiempo mejor para el mundo árabe.

No es necesario caer en la cuenta de esta información implícita en la fotografía premiada. Las imágenes actúan en el imaginario colectivo de modo inconsciente. Sabemos además que todo lo que producimos, incluidas las imágenes, comunica al mismo tiempo un contenido concreto y una cosmovisión del mundo, a la que, en el caso del fotoperiodismo, se suma una determinada línea editorial.Esta lectura políticamente correcta de un tema religioso sintetiza lo paradigmático del premio WPP 2012. Es posible que los miembros del jurado, además del paradigma esperanzador con respecto a la primavera árabe, hayan tenido en cuenta que su autor fuera español, lo que se asocia en el imaginario occidental con el sueño de una Alianza de Civilizaciones. De hecho, la Pietá islámica puede relacionarse visualmente con las fotografías de mujeres con velo típicamente españolas, abundantes tanto en el folclore popular (remito a las fotografías de Ortiz-Echagüe) como en la iconografía religiosa tradicional.

La teoría revolucionaria tiene mucho de traslado a la esfera política de los consuelos de la religión. Ya he dicho al principio lo que hay implícito en este tema sobre los dolores de parto, siempre inevitables en todo alumbramiento de una nueva vida, o de un nueva era. Puedo equivocarme, pero creo que al alejarse de la referencia a la Pietá, Samuel Aranda quiere evitar que le tomen por cristianófilo. Lo que no parece que Aranda haya pensado es que habría un argumento mayor para distanciarse de ese tema: que esa mujer fuerte en la adversidad que él admira, y a la que por eso mismo fotografió en un hospital de Yemen, podría contribuir a la educación de las nuevas generaciones en el integrismo y, por tanto, ser lo opuesto a lo que la iconografía cristiana de la Pietá representa. De hecho, las primaveras árabes ya están derivando allí donde triunfan en una posibilidad real de crudo invierno: esto es, la sustitución de unos regímenes autocráticos más bien laicos por otro tipo de dictaduras basadas en la sharia al Islamiya.Como estudió François Revel en El conocimiento inútil, y más recientemente Andrew Anthony en El desencanto, los paradigmas ideológicos son tan fuertes que condicionan no sólo la mirada del presente sino también la historia pasada. Sin salir del tema que nos ocupa, conviene recordar que tras la caída del Sha de Persia, celebrada por la izquierda sesentayochista a bombo y platillo, se impuso en Irán el estado teocrático del Ayatolá Jomeini, y lo mismo ocurrió en Afganistán tras la intervención soviética, que dio lugar al gobierno de los talibanes.

En todo caso, aunque a su autor no le guste –con razón- esa asociación con la iconografía tradicional cristiana, la Pietá musulmana se ha impuesto en los titulares como el nombre oficial del WPP 2012, ganado por un español –el país de referencia histórica para hablar de multiculturalimo religioso–. Sin duda, toda esta información está en la foto de Aranda, pero también está el detalle muy significativo de que, a diferencia de otros famosos ejemplos de la Pietá, en las que lo más expresivo del conjunto está en el rostro y las manos, esta madre con su hijo en brazos lleva velo completo y guantes. De este detalle no han hablado ni Aranda ni los responsables del WPP. Pero me temo que, como ocurrió con las fotos de Nina Berman, el tiempo –pues no me cabe duda que la fotografía de Aranda perdurará más allá del premio WPP– nos enseñará a mirar esa Pietá islámica particular de modo muy distinto a como la vemos ahora: de un modo menos esperanzado, pero históricamente más verdadero.

Más información en http://imagologiajorge.wordpress.com /2012/02/17/world-press-photo-y-espana-de-nuevo-en-la-encrucijada-historica