Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Envejecimiento: ¿proceso programado pero reversible?


La búsqueda de la eterna juventud es tan antigua como la propia Humanidad. Ha protagonizado mitos y leyendas durante cientos de años, hasta que la ciencia se ha encargado de convertir la ansiada inmortalidad —o al menos el alargamiento considerable de la vida— en realidad.

Para ello los investigadores llevan tiempo estudiando el comportamiento de distintos tipos de gusanos en los que se mantienen particularmente intactas las «huellas» que imprime el paso del tiempo. Uno de esos rastros se halla en los órganos que se encargan de la respiración celular, las mitocondrias, que liberan distintas sustancias tóxicas en el proceso y causan el propio envejecimiento de la célula. Esta causa y efecto, que parece muy aceptada, llevó a investigadores de China, Taiwán y Estados Unidos a analizar los picos de actividad de las mitocondrias, conocidos como mitoflashes. Concluyeron que estos flashes se concentran al comienzo de la edad adulta y de la fase de envejecimiento y, además, descubrieron que ese primer punto culminante de actividad en la etapa juvenil servía para predecir con mucha exactitud la esperanza de vida del animal. Y no solo eso: al manipular los gusanos para aumentar la intensidad de estos flashes, se acortaba su vida. Un hecho con un futuro prometedor, ya que estos «mecanismos» se han conservado bien en todos los animales, incluido el hombre…

Por supuesto, la Medicina rejuvenecedora no busca la mera prolongación de la vida, sino la continuidad con una alta calidad de vida. Es decir: vivir más porque nos mantengamos «jóvenes». Cuestión que quizá no sea ciencia ficción, según adelantó un artículo de la revista Cell Reports. En él científicos chinos y estadounidenses explican cómo dos mutaciones en el mismo gusano, el C. elegans, alargan la vida de los animales. Y no solo eso, sino que la combinación de ambas produce un efecto multiplicador que elevó su esperanza de vida hasta cinco veces más de lo  normal —algo así como lograr que el hombre viva cuatrocientos años—.

Dar con el «gen» de la eterna juventud es el objetivo de un singular trabajo de la Universidad de California en Los Ángeles, donde han conseguido identificar 353 sitios del genoma humano que permiten calcular con gran exactitud la edad de las células, ya que, como se sabe, no siempre la edad cronológica coincide con la biológica —algunas personas parecen más jóvenes que lo que indica su DNI, y viceversa— y es imprescindible que las células se «mantengan» jóvenes para alargar más y mejor la vida. En consecuencia, este trabajo concluyó, por ejemplo, que las células cancerosas son hasta treinta y seis años más viejas que las sanas —lo que explica la asociación clara entre cáncer y envejecimiento— y las células madre son casi «recién nacidas». Al igual que al reprogramar una célula adulta para convertirla en pluripotencial (capaz de generar cualquier tejido y función), su reloj biológico se pone automáticamente a cero. 

Entonces, ¿será posible reprogramar las células de nuestro cuerpo y volver a empezar? Solo el tiempo lo dirá.