Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

TDAH combinado


El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno presente en todos los países y culturas y afecta al 5-8% de la población escolar. De hecho, es la causa más frecuente de consulta en psiquiatría infantil. El 80-85% de los casos es de origen genético, y el resto de las causas se reparten entre las de origen tóxico (consumo de alcohol y/o tabaco durante el embarazo) y como consecuencia de adversidades sociales que ocasionaron problemas en el seguimiento adecuado del embarazo. 

Casi el 80% de los niños tratados con fármacos responden positivamente al tratamiento, y en algunos casos puede precisar atención psicopedagógica y apoyo académico extraescolar. También es bueno, especialmente cuando la inquietud y la impulsividad del niño genera problemas en la cotidianidad familiar, que los padres aprendan técnicas de manejo de conducta en talleres con otros padres, o de manera individualizada en consulta con el especialista. Cuando el TDAH no se trata tempranamente o de manera correcta, aumentan significativamente la aparición de problemas de conducta y ánimo en la adolescencia.

 

TDAH de tipo combinado. Juan, 6 años

Juan tiene 6 años, es el pequeño de tres hermanos y estudia 1º de Primaria. Sus padres empezaron a notar dificultades a medida que avanzaba en Educación Infantil. Siempre ha sido un niño cariñoso, sociable y bueno... pero muy movido. No para ni un minuto, cuesta mantenerlo sentado, y cuando lo consiguen, a la hora de comer, por ejemplo, está moviéndose en la silla constantemente, como si fuera a levantarse en cualquier momento. En el parque no para de correr, y aunque le gusta jugar con otros niños, a veces lo rechazan, porque cuando Juan quiere decirles algo, o darles un abrazo, no controla su energía y les empuja sin querer. 

• A su madre le inquieta que no tiene miedo a nada, y ya ha tenido varias caídas importantes. En casa la situación no es muy diferente; se cansa rápidamente de todos los juguetes y cambia constantemente de juego, además de ser bastante ruidoso. Lo único que parece capaz de mantenerlo atento durante más tiempo es la tele.

• Las tutorías en el colegio suponen otro trago para sus padres; los profesores cuentan que Juan se pasa las clases hablando y molestando a sus compañeros, “se distrae con una mosca”, no sigue las indicaciones, le cuesta mucho hacer las tareas y no escucha cuando se le habla. 

• Su madre recuerda dolida cómo en una ocasión oyó comentar a otras madres que Juan es un maleducado, lo que le hace sentirse culpable e impotente, porque ya no sabe qué hacer. Procura corregir a Juan, que se pasa el día castigado, pero ella cree que los castigos no sirven de nada, porque no aprende con ellos y, además, su conducta está empeorando últimamente. Su padre ha observado que es un niño impulsivo, interrumpe a los demás cuando hablan, se impacienta, va acelerado y comete errores por descuido. No presenta torpeza motora, pero a veces tira cosas y monta mucho follón porque va corriendo sin prestar atención. 

• Su habitación está desordenada, y muchos días llega del colegio sin algo que ha olvidado o perdido: un libro, un jersey... “Un día apareció en casa sin un zapato”, cuenta su madre. 

• En ocasiones está irritable, contesta, reta a sus padres, se enfrenta, les cuestiona su autoridad... y las notas también han bajado, aunque en el colegio le han hecho un test para medir su capacidad intelectual y es normal. 

• El especialista en Psiquiatría Infantil diagnosticó a Juan un trastorno por déficit de atención e hiperactividad, y recomendó  un tratamiento farmacológico con metilfenidato, además de unas pautas conductuales. 

• Un mes después, los padres de Juan definen el cambio de su hijo como “radical”: está más centrado, presta atención a lo que se le dice y está mucho más contento e integrado. Sus padres notan una mejoría evidente: “Como del día a la noche”.

 

Para estar alerta si...

Le cuesta mantener la atención en juegos y actividades.

Parece que no escucha.

No presta atención en los deberes y comete muchos errores por descuido.

Evita las actividades que le suponen un esfuerzo mental.

Tiene dificultad para seguir instrucciones largas.

Es olvidadizo, despistado, pierde cosas.

Se distrae con cualquier cosa.

Está siempre moviéndose, levantándose de su sitio, enredando.

Habla excesivamente o es muy ruidoso.

Responde impulsivamente a las preguntas.

Le cuesta mucho esperar turno.