«Nunca hemos acertado con las canciones que pensábamos que iban a funcionar»
Veintiuno es ya una de las bandas más destacadas de su generación. Han pasado de ser una promesa del indie a llenar tres veces La Riviera de Madrid —una de las salas de conciertos más emblemáticas de España— con su último disco, La balada de Delirio y Equilibrio. Su música está llena de colaboraciones de nivel —por ejemplo, con Iván Ferreiro— y despliega una tupida red de conversaciones submarinas que van de Fleetwood Mac a la escritora argentina Mariana Enríquez. 2025 debería haber sido su año dulce, aunque se ha visto emponzoñado por la estafa de Wegow, una gran empresa de venta de entradas que entró en concurso de acreedores y les dejó a deber «una cantidad indecente de dinero».
En 2023, Veintiuno publicó El arte de perder. Un álbum que abría con unas palabras de su cantante, Diego Arroyo: «Somos una banda. [...] Durante mucho tiempo hemos perdido mucho más de lo que hemos ganado, y lo hemos hecho juntos. Nos ha robado gente que decía que creía en nosotros y hemos vendido nuestros instrumentos para pagar las grabaciones en las que sonaban еsos instrumentos.[...] Estamos en esto desde que perdemos todo el tiempo que nos ha ido mal y estaremos después de que nos vuelva a ir mal. Porque somos una banda. Porque esto tiene sentido para nosotros porque lo hacemos juntos».
Suena a carta de presentación de grupo que está empezando y, aunque llevan con el grupo desde 2011, quizá algo de eso haya. No han irrumpido en la escena de la noche a la mañana, sino que se han abierto paso sigilosamente. Cada trabajo de la formación completada por Yago Banet (bajo), Pepe Narváez (batería) y Rafa Pachón (guitarra) ha conseguido convocar más y más público hasta convertirse en lo que son hoy: un fijo entre los cabezas de cartel de los festivales y alcanzar hitos como colgar el cartel de sold out en las tres Rivieras que han hecho este año en Madrid, la sala más emblemática de la capital donde cada noche reunieron a 2500 personas.
El éxito que acompañó a la salida de La balada de Delirio y Equilibrio se enmarañó con la noticia de que Wegow, empresa de venta de entradas para conciertos, inició en mayo el proceso legal de preconcurso de acreedores. En el comunicado oficial aseguraron que se debía a «las consecuencias aún palpables de la pandemia, la inflación de costes estructurales o la incertidumbre en el consumo cultural». Wegow tenía pagos pendientes a muchos grupos, como La M.O.D.A., Shinova, Rufus T. Firefly, Sexy Zebras o los propios Veintiuno, pero fueron estos últimos los primeros en hablar y los que más se han pronunciado al respecto. «Me hierve la sangre de que nos estemos callando un montón de compañeros a los que nos han dejado a deber una cantidad indecente de dinero. Si hablamos, los que tenemos las de perder somos nosotros», dijeron en X.
¿Cómo lo habéis vivido?
Yago: Pasamos una semana jodidos. Después vimos un poco la luz cuando la oficina nos informó de que podíamos seguir con nuestro personal y girando de la misma manera, que es una suerte y un privilegio.
Pepe: Es más la impotencia de lo que ha pasado y ver que a la gente responsable no la van a coger por ningún lado, aunque sobre el volumen total no fuera tanto dinero.
Rafa: Desde el día uno aceptamos que seguramente no íbamos a recuperarlo, y contábamos con él para muchas inversiones… Si esto nos hubiera pasado otro momento, igual no estábamos ni hablando.
Diego: Para ser afortunado lo primero que hace falta es sentirse afortunado. Lo que nos ha ocurrido cuantitativamente es grande, pero a nivel cualitativo estamos bien. Había mucha gira por delante que no dependía de eso, habíamos tomado buenas decisiones para que no nos afectara tanto. Ha sido un golpe, pero ha llegado en un año en el que teníamos muchísimos conciertos, muy buena contratación y no habíamos puesto todos los huevos en la misma cesta.
¿Servirá para que los artistas estéis más alineados y organizados?
Diego: Al margen de que debe haber conversación entre los artistas y los diferentes estamentos de la música, es una situación que no se podía salvar. Esto viene de la Ley de Concurso de Acreedores. Existe para que la gente que quiere jugar con el dinero de otros en un momento dado diga: «¡Oh, cierro la ventanilla! Me he arruinado». «Pero me debes pasta». «Ah, es que me he arruinado». Sienta un precedente peligroso: que alguien que tenía dinero en depósito puede decirte que ha desaparecido… y que no haya consecuencias.
Esto ha perjudicado a muchas bandas y fuisteis los primeros en hablar.
Diego: Cuando nos pasó, lo primero que hicimos fue contarlo. Digo con orgullo que hablamos de esto mucho antes que nadie y nos la jugamos. Sacamos una camiseta para quien nos quisiera echar una mano. Y la gente se volcó.
Sois muy críticos con la opacidad de la industria.
Diego: En este negocio se genera dinero mediante las comisiones. Todo el mundo vive de un tanto por ciento de algo. Que tú no entiendas lo que significa ceder el 20 % de algo beneficia al que se lleva el 20 %. La industria es opaca porque si el artista supiera todo lo que se hace con su obra y con su trabajo, de primeras probablemente no aceptaría. Firmas derechos de distribución y autores a perpetuidad bajo la promesa de que alguien va a hacer algo que luego no cumple. Cuanto menos sabe el artista más cómodo es trabajar con él.
Pepe: Cuando alguien crece y se rodea de gente que sabe, se da cuenta de cómo funciona el negocio y vienen las luchas.
Diego: Por ejemplo, el otro día la cantante Halsey dijo en una entrevista que no le dejan grabar su disco. No es verdad que no le dejen, pero no le pagarán el disco que ella quiere hacer porque el último disco no ha generado tanto. Así funciona. De pronto alguien que te había abierto el grifo en tu momento de más éxito, al siguiente dice: «No, ahora tienes la mitad». Ese tipo de cosas te las encuentras. Si ella tiene un contrato con una major, están a malas y la major dice que no saca el disco, y tu contrato es por tres discos, a lo mejor no lo sacas.
Un artículo de El Mundo dice que grandes recintos como el Movistar Arena de Madrid o el Palau Sant Jordi de Barcelona tienen ya fechas cerradas para mediados de 2027. ¿Cómo hacéis para prever giras con tanta antelación y saber dónde estaréis a nivel de público en ese momento?
Pepe: Te toca reservar sitios con tanto tiempo porque, si no lo haces, lo pierdes. Si ahora quieres cerrar algo de aquí a tres meses es imposible.
Yago: Somos conservadores en ese aspecto. El año pasado hubo salas que se nos quedaron muy pequeñas.
¿Afecta al proceso artístico?
Yago: Creo que sí. De las diez canciones que puedas hacer, entiendes que tres o cuatro van a intentar ser populares y que puedes jugar con el resto.
Rafa: Pero nunca hemos prescindido de un tema porque pensásemos que no iba a funcionar. Aunque tampoco hemos acertado con los que pensábamos que sí funcionarían.
Yago: Yo no veía «Cabezabajo» de single. [Uno de sus temas más populares]. En el otro lado, «La vida moderna», con Love of Lesbian, era un single para seguir activos. [Su canción más reproducida].
Rafa: La conclusión es que tienes que hacer un disco en el que confías. Nunca nos hemos planteado descartar o meter algo por si va a llenar una sala o no.
Diego: Trabajamos con el público y de cara al público, pero pensar en ellos como quienes rigen la obra que debes hacer es la peor idea posible. Su gusto es cambiante y caleidoscópico. Intenta hacer algo que te estimule a ti y que tú quieras escuchar. Probablemente esa sea la única premisa honesta.
Hicisteis una nueva versión de «La ruina» con Niña Polaca y otra de las bandas afectadas, La M.O.D.A.
Diego: La M.O.D.A. y nosotros estábamos en el mismo agujero. Quisimos hacer ruido. Entonces Surma [cantante de Niña Polaca] nos escribió preguntando en qué podían ayudar. Para ellos era meterse en un jardín por mero compañerismo. Y el tema tiene ya un millón de escuchas.
DELIRIO, EQUILIBRIO Y BANDA
El motivo del aumento de su popularidad no es otro que sacar canciones a las que poco a poco no ha parado de llegar gente. Desde sus inicios en un garaje de Toledo, han publicado cinco álbumes: Nada parecido (2015), Gourmet (2018), Corazonada (2021), El Arte de perder (2023) y La balada de Delirio y Equilibrio (2025). En una canción del segundo disco, «Delirio y equilibrio», está el germen del último.
A través de esa prosopopeya hablan de una relación sentimental, con sus idas y venidas. Diego Arroyo le mandó el tema a la otra persona implicada. Le respondió con un mensaje: «La escuché anoche. No sé, me encanta cómo lo cuentas, pero me gustaría que alguna vez contaras realmente cómo fue». Durante años lo guardó en el subconsciente y estuvo rumiándolo hasta que la idea se concretó. La balada de Delirio y Equilibrio parte de ese mensaje para reconstruir toda la historia. Un proyecto modular en el que cada canción funciona por separado, y en paralelo dialogan entre sí hasta formar un todo.
¿Por qué a «Delirio y equilibrio» le habéis añadido la palabra balada y no ópera, por ejemplo, o historia?
Diego: Las palabras tienen mucho peso. Balada te conduce a un sitio emocionalmente más afín a lo que espero que sea el disco.
¿Cómo se arma una canción?
Diego: Para escribir necesito intimidad. En cuanto siento que las canciones están, suelto la maqueta y desde ahí hasta el final es un proceso colaborativo. En ese punto es donde más nos enriquece ser una banda, porque yo estoy tan metido en la canción que es muy difícil terminarla, pero sé que al otro lado hay gente que puede pelotear con ella y hacerla mejor. En ocasiones intento no tocar ni un instrumento en el estudio porque ya he viciado mucho las melodías. Es una suerte que entren tres nuevos enfoques.
¿Cuándo sabéis que está acabado el trabajo?
Rafa: Cuando lo dice el productor. [Ríen todos].
Yago: Mola que una visión externa te marque que algo ya está. Tú siempre querrás meter otra guitarra más.
¿Sentís que este disco y la preparación de la gira ha marcado vuestra madurez como banda?
Pepe: Tomar decisiones en un marco en el que no te habías imaginado trabajar nunca, con tantas personas alrededor y mayor presión, nos hace adultos. La tercera noche que llenamos la Riviera, una de las cosas bonitas fue ver cómo todo brillaba al nivel que nosotros lo pensábamos en enero. Nos ha costado un año llegar a ese punto.
Rafa: Lo cual fue maravilloso porque fue la mejor Riviera y la única que vamos a cobrar [por el concurso de acreedores de Wegow]. Había que honrarla.
¿Cómo fue ese día?
Rafa: Todavía estamos recordando cada momento, porque fue increíble. La energía que dimos la gente nos la devolvió por mil. Te deja un poco en shock.
Cuando tocáis en ese escenario, ¿pensáis en artistas a los que habéis visto ahí?
Pepe: Al entrar hay un pasillo muy grande con un montón de cuadros de gente inmensa a la que has escuchado desde siempre y sorprende bastante recorrerlo.
Rafa: Impresiona. Las primeras veces que vine a Madrid era para ir a algún show. He visto ahí a Biffy Clyro y a muchos otros…. y, joder, ahora estamos nosotros. En dos años es la quinta vez que tocamos aquí. Parece una costumbre, pero es una suerte y un privilegio.
Muchos artistas dicen que sobre el escenario es donde más son ellos mismos. ¿Os pasa?
Diego: No, salgo muy disociado. Subo como frontman, con un personaje, e intento hacer ese rol lo mejor posible. Cuando escribo, sí me siento conectado con una parte de mí que es muy honesta.
Pepe: Yo parecido, pero he conseguido estar en paz con ese personaje que se planta frente al público. Me representa artísticamente.
Yago: A mí me gusta más el local de ensayo. Si la cagas en una canción puedes repetirla, probar otra cosa… Es donde sale lo que después va al escenario.
Rafa: Aunque hayas pasado una semana malísima, cuando subes al escenario debes ser la mejor versión de ti. Ese momento de prueba es muy bonito.
Está siendo un año muy intenso para vosotros, de contrastes. Habéis sacado una campaña con Cervezas El Águila llamada «La hora dorada» que habla de la importancia de encontrar momentos de desconexión. ¿Cuáles son los vuestros?
Diego: Ayer tuvimos una reunión en la que se generó cierta tensión. Después teníamos que acudir a un acto benéfico y la hora dorada fue que nos atardeció tomando algo en una esquina de Embajadores. Ese momento de descomprimir, charlar, sacar algo bonito y recordarnos a nosotros mismos que lo mejor que podemos hacer es reírnos juntos.
Rafa: Fue divertido porque conté un salseíto y estuvimos rajando como marujos.
Yago: Y después de un concierto, si sale bien, estar juntos y bajar revoluciones.
Pepe: Yo, cuando estamos girando, si el viaje es largo, trato de buscar un área de servicio entre árboles donde no haya nadie. Parar la furgo al lado de la típica mesa de piedra redonda, sentarnos con un poco de jamón y una cerve. Me gusta mucho porque están pasando los coches a toda velocidad, pero para ti se ha parado el tiempo un rato.
INFLUENCIAS Y PROCESOS CREATIVOS
Las ideas no nacen de la nada. Muchas veces vienen de lugares difíciles de rastrear para mezclarse, pelearse o reconciliarse en el proceso creativo. Ese proceso, más inconsciente que premeditado, acaba por encontrar su sitio en la música. En el caso de La balada de Delirio y Equilibrio, se cruzan referencias ya conocidas por la banda con descubrimientos recientes y pequeñas casualidades que terminan convirtiéndose en canciones.
Rumours, de Fleetwood Mac, os ha inspirado en la escritura y en la producción de La balada de Delirio y Equilibrio. ¿Por qué?
Diego: Ahora todo se hace en digital, con infinitas pistas, sonidos y tomas. Por el camino se pierde una naturalidad a la que te enganchas creativamente y que es estimulante. Cuando escuchas Rumours, notas que había gente —que además estaba muy enfadada entre sí— tocando y cantando en una habitación…. Es una obra de arte. Es magna. En este disco hemos tratado de incorporar una cosa más orgánica en el proceso y en la tocata. Además, algunos de nosotros habíamos leído un libro sobre Rumours mientras estábamos grabando.
Rafa: Y hemos visto la serie de Todos quieren a Daisy Jones. [Basada en un libro que cuenta la historia de una banda de rock de los setenta y cuyo autor ha reconocido que está ligeramente inspirado en Stevie Nicks y Lindsey Buckingham, de Fleetwood Mac].
Diego: A mí me horrorizó.
Rafa: A mí me encantó.
Entonces el sello de Rumours es un trabajo menos digital.
Pepe: Al intentar reducir para que funcione con elementos mínimos, conseguimos que el resultado sea más precioso y natural.
Diego: Hay canciones que remiten a Fleetwood Mac, aunque no necesariamente a Rumours. «Puñalada», por ejemplo, busca sonar a «Rhiannon».
También existen puntos de partida similares entre La balada de Delirio y Equilibrio y 1999, de Love of Lesbian. Ambos cuentan la historia de una relación romántica ordenada a través de canciones. ¿Les habéis mirado?
Diego: Siempre. Además de considerarlos referentes, somos amigos. Sin embargo, me gusta mucho más La noche eterna que 1999. Tienen una capacidad de llegar a la canción increíble con la letra más perfecta, la emoción más concreta.
Rafa: Todos hemos escuchado 1999 y hemos fantaseado con hacer ese álbum. Su trayectoria como banda, llevar muchos años y seguir y seguir, es una filosofía que nos encaja.
¿Qué otras inspiraciones ha habido?
Rafa: Un viaje a Argentina.
Diego: Estuvimos en el festival Cosquín Rock y ver a bandas como Usted Señalemelo o NAFTA fue muy bestia. Hablar sobre Fito Páez y Charly García con Malena Villa [artista que colabora en el tema «Complicidad», de La balada de Delirio y Equilibrio], por ejemplo, cuando estuvimos escribiendo juntos. Todo eso va filtrándose. Hay mucho de Sam Fender en tres o cuatro canciones porque llevábamos ya un año muy enganchados a su trabajo anterior, Seventeen Going Under, y del nuevo, People Watching, también estamos muy dentro porque somos muy fans de Bruce Springsteen. Hay un hilo conductor que nos une con mucha gente.
Una canción del álbum lleva el título de «Nuestra parte de noche», como la novela de Mariana Enríquez.
Diego: Me fui de viaje de novios a Argentina. Nuestra ruta partía de Buenos Aires en dirección sur hasta la Patagonia. Cuando estábamos en El Calafate entré en una librería. Tengo cierto hábito de rapiñar libros y vi expuesta la no sé cuánta edición de Nuestra parte de noche. Me habían hablado de Enríquez y de la novela, pero no había leído nada de ella. Compré el libro y conecté profundamente. Cuenta una historia que hace un recorrido de Buenos Aires al norte, así que estaba atravesando toda Argentina: en una dirección por la novela y en la contraria por mi luna de miel. Me sucede que me abstraigo mucho con la ficción. El peso ponderado que tiene en mi vida es casi el mismo que mi día a día. A veces no sé si estoy recordando o mezclando cosas que he leído o visto en una película, y ensueño mucho al respecto. La canción une imágenes que son de mi experiencia personal con otras a las que me llevaba la novela. Están ahí batidas y concentradas.
El último tema del álbum es«La La Land», con Iván Ferreiro.
Diego: Somos colegas desde hace bastante. Habíamos hablado de hacer algo juntos, pero no concretábamos el qué. Queríamos invitarlo a una canción ya escrita, como pasó con Love of Lesbian en «La vida moderna» o con Siloé en «Irremediable». A Iván nos pareció divertido proponerle entrar en Chihiro, porque tiene un tema precioso que se llama El viaje de Chihiro. «Muy bien, chulo, muy guay», me dijo. Pero lo que le apetecía era que compusiéramos desde cero. Aprovechamos que tocábamos en un festival de Galicia, me alquilé un coche y fui a su casa, en Gondomar. Estuvimos dos días, casi tres, bebiendo vino, hablando de música, rajando y escribiendo.
Le conté de qué hablaba el disco y que estaba buscando algo que, seguramente, sería para cerrar. «Saldrá lo que tenga que salir», me dijo. Yo había encontrado una pequeña línea de piano y él una frase preciosa. Es la primera de la canción: «Te elevabas más y más hasta encontrarte con el suelo del cielo». Empezamos a tirar con una emoción muy clara. Sabíamos a qué momento vital nos estábamos refiriendo. Fuimos tejiendo la canción y cuando la terminamos no tenía título. Habíamos hablado de la película La La Land, sobre lo cruel que era el final y lo envenenada y maravillosa que es. Después de barajar cinco o seis opciones, le pregunté que por qué no la llamábamos así.
A Iván le encanta el proceso de creación. Es un autor y está dispuesto a someterse al vértigo de la hoja en blanco porque quiere traer algo a la existencia. Ese riesgo es lo que mola de estar con él. Discutimos hasta la última nota y la última coma. Es un juego en el que, cuando tienes confianza, sabes que, aunque estéis debatiendo, lo hacéis en pos de la mejor idea posible. Es muy difícil llegar a tener eso con alguien, pero también es muy estimulante.
Nuestro Tiempo es la revista cultural y de cuestiones actuales de la Universidad de Navarra, una universidad investigadora sin ánimo de lucro.
Por eso no pedimos a nuestros lectores que se suscriban a un producto, sino que donen a un proyecto de los que desarrolla la Universidad de Navarra: desde la investigación del cáncer a becas para alumnos de bajos recursos, pasando por un nuevo Museo de Ciencias.
Se ha producido un error al procesar la plantilla.
Java method "jdk.proxy83.$Proxy682.dynamicQuery(com.liferay.portal.kernel.dao.orm.DynamicQuery, int, int)" threw an exception when invoked on jdk.proxy83.$Proxy682 object "com.liferay.journal.service.impl.JournalArticleLocalServiceImpl@4ae121d9"; see cause exception in the Java stack trace.
----
FTL stack trace ("~" means nesting-related):
- Failed at: #assign relatedArticles = journalArti... [in template "10136#10174#53349399" at line 31, column 1]
----
1<#-- Template: Articulos Relacionados 3 Columnas Optimizado con DynamicQuery -->