Doctora naturaleza

22 de marzo de 2021 3 minutos

Ana Villarroya Biografía

Ana Villarroya es profesora del departamento de Biología Ambiental de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra. Forma parte de BiBos 6.0, un proyecto patrocinado por la Obra Social la Caixa y Fundación Caja Navarra.


«Un número creciente de estudios revela que, independientemente de que alguien sea más o menos aficionado a salir al monte o a practicar deporte al aire libre, la naturaleza tiene efectos beneficiosos para nuestra salud física y mental»

En 1845, el escritor y filósofo estadounidense Henry David Thoreau decidió dejar Concord, la ciudad en la que residía, para vivir durante dos años en una cabaña que él mismo construyó en el bosque junto al lago Walden. «Quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar y no descubrir, a la hora de la muerte, que no había vivido», dijo argumentando su decisión. Su libro Walden, o la vida en los bosques relata que, más allá de los recursos materiales, la naturaleza tiene dimensiones que conectan con el alma humana.

¿Quién no se ha sentido bien, en paz, dando un paseo por el monte o pasando una tarde en la playa? Podemos decir que, aunque de distintas maneras, alguna vez todos hemos experimentado bienestar al entrar en contacto con el entorno. No es extraño si repasamos la historia de nuestra especie. Evolucionamos en hábitats naturales, y hemos estado en estrecha relación con ellos la mayor parte de nuestra existencia. Pero la actual forma de vida urbana se está expandiendo rápidamente: Naciones Unidas estima que, en la actualidad, el 55 por ciento de la población mundial reside en ciudades, y se prevé que pueda llegar a un 68 por ciento en 2050.

Sin embargo, como dice el papa Francisco en su encíclica Laudato si’, «no es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza». El confinamiento ha mostrado que se hace difícil soportar la falta de conexión con el medio que nos rodea. En este contexto, la oferta de experiencias en entornos naturales está en auge.

Un número creciente de estudios revela que, independientemente de que alguien sea más o menos aficionado a salir al monte o a practicar deporte al aire libre, la naturaleza tiene efectos beneficiosos para nuestra salud física y mental. Los datos indican que este tipo de paseos reducen los niveles de estrés, moderan la tensión y refuerzan el sistema inmunitario. Países como Japón ya han incorporado esta receta a su sistema sanitario. Allí, los médicos prescriben sesiones de shinrin-yoku —baños de bosque— para prevenir ciertas afecciones o reforzar tratamientos.

Esta corriente se está extendiendo ya a otros lugares, que ven nuevas posibilidades en sus paisajes. En Navarra, por ejemplo, el proyecto BiBos 6.0 llevará a cabo un programa piloto en personas con discapacidad intelectual. La iniciativa tiene una doble finalidad: evaluar la mejora en el bienestar de quienes practican esta terapia y proponer un modelo de negocio viable que revalorice nuestro entorno y ofrezca una alternativa económica para el mundo rural. 

En un plano menos físico, fortalecer nuestra conexión con lo natural restaura nuestro sentido de la belleza, el asombro y la curiosidad, capacidades profundamente humanas que a menudo han quedado relegadas a un segundo plano en un contexto cultural regido por criterios de eficiencia y productividad. En una «sociedad del cansancio», como la denomina el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, es necesario buscar vías reparadoras.

Frente a las prisas del día a día, la naturaleza invita a la pausa. Ante la hiperconectividad que nos han traído las tecnologías digitales, en ella encontramos desconexión. En unos tiempos en que la ansiedad y el estrés están proliferando, salir a disfrutar del paisaje se convierte en algo más que un hobby. Pocas terapias son tan asequibles. No se necesita viajar a lugares exóticos; nuestra propia ciudad nos brinda rincones naturales donde encontrar cura. Vamos a regalarnos ese tiempo.

LA PREGUNTA DEL AUTOR

¿Necesitamos el contacto con el entorno natural o es una cuestión de preferencias?

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