Evelyn Waugh
Impedimenta, 2025
296 páginas
23,95 euros
Mientras desvaría con décimas de más en un rincón inaccesible de la selva brasileña, Tony Last cree ver a su mujer junto a su frágil hamaca, y le habla sin cesar durante una noche de fiebre, sudores y sonidos inquietantes que llegan desde la maleza. Sin embargo, apenas recibe «escasas respuestas o respuestas enigmáticas».
Last es un aristócrata inglés que aspiraba a envejecer pacíficamente en su enorme mansión gótica de Hetton, una pequeña parroquia inglesa, pero una vorágine de acontecimientos —la muerte de su hijo John Andrew durante una cacería, la infidelidad de su mujer, las condiciones imposibles que le exige para acordar un divorcio civilizado y la aparición del doctor Messinger, un científico caricaturesco que se ha propuesto localizar una antigua ciudad en lo más profundo de la Amazonia— lo conducen de forma insospechada hasta aquella hamaca donde la enfermedad y los mosquitos avivan su delirio. Su viaje es a la vez un recorrido que pasa del drama a la comedia, de los ambientes sofisticados y cínicos de Londres hasta las tribus remotas de los macushi o los pie-wies, de costumbres básicas, y también cínicos y egocéntricos.
Es difícil leer y valorar Un puñado de polvo sin tener en cuenta las obras posteriores de Evelyn Waugh y los vaivenes y las peripecias de su propia biografía. La novela se publicó en 1934, cuando su autor tenía 31 años, se había divorciado ya de su primera mujer y se había convertido al catolicismo después de unos años en los que fue «tan ateo como uno pueda serlo», según admitió en una entrevista.
En el periplo de Tony Last se entrelazan de algún modo su huida de una sociedad hipócrita que ha cuestionado casi todas sus certezas y una búsqueda interior que también podría ser la del propio Waugh. El hecho de que el protagonista termine leyéndole novelas de Charles Dickens a un antiguo colono analfabeto que se ha establecido en un rincón perdido de la jungla abre algunas ventanas, pero es todavía una respuesta «enigmática»: aún está lejos de los tirones del hilo que conducen sutilmente a los protagonistas de Retorno a Brideshead y de la lamparilla que brilla débilmente junto al sagrario de la vieja mansión familiar en los últimos compases de aquella otra novela.
