Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

La aventura artística


Me levanté a las 5.30 para coger el tren de las 6.30. En la estación estaba Sonsoles, una amiga y periodista. Cogimos el tren y nos fuimos. Vi una película, leí un cuento y tomé algo en el bar. Cuando llegamos, cogimos el metro hasta ARCO. 

La prensa no podía pasar hasta las 11.30, por lo cual estuvimos 30 minutos esperando en una cafetería. Después de esperar media hora, entramos. Todo parecía muy extraño para los ojos de un niño. Había fotos, cuadros, muñecos, ropas... 

Parecía un laberinto de cultura. Lo que más me gustó fueron las dos esculturas de jamón serrano, también había un paraguas con una melodía muy divertida, luces raras, una cara que te daba grima, era un absurdo bebé mancha. Podías encontrar chicles pintados en cuadros, etcétera.

Gente caminando, todo parecía un arco iris, parecía que estábamos en otro mundo. En ARCO la gente trabajaba muy duro. Había incluso ¡¡¡maletas pintadas por dentro con cristal y con imágenes!!!

Algunos pintores trabajaban muy bien, y otros no tanto. Muchas veces te encontrabas cosas que ni el dibujante llegaría a comprender. Allí no había un rincón que no hubiera arte. Incluso la cafetería era artística. Mareaba un poco, también había un esqueleto. Estaba entusiasmado, pero más me entusiasmó ver a ¡el príncipe y la princesa! Me sentía raro porque era el único niño.

Toda la gente vestía de una manera demasiado “rica” porque, claro, era un exposicion de ARTE, ahí no iba nadie que no fuera importante.

Miguel Cebrián