Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Miradas al arte contemporáneo

Texto Mirentxu Asín [Com 12], Victoria Cardiel [Filg Com 11] y Miguel Cebrián Fotografía Íñigo Echegaray [Arq 10]

Las vanguardias artísticas rompieron a principios del siglo xx con la estética clásica, y las obras de arte dejaron de ser reconocibles. Desde entonces, la brecha entre artistas y público no ha dejado de crecer.


El arte contemporáneo plantea más de un dilema. ¿Cómo entender un cuadro? ¿Por qué los museos y galerías convocan al espectador común si la obra parece dirigirse solo a los entendidos? ¿Por qué es tan difícil entender el arte contemporáneo?

En la antigüedad, el arte clásico acercaba al espectador a una versión idealizada de sí mismo, de lo que podría ser si fuera mejor. En un momento determinado el arte aceptó lo injusto, lo feo, lo deleznable. Volcó sobre la materia la realidad completa, sin censura. 

Ahora, al hablar sobre arte moderno, muchos acusan esa ruptura con el pasado. Ya no aparecen bailarinas de ballet o parejas paseando por un parque al atardecer; ya no se trata de entender o no el arte. Hay un límite difuso entre estos dos términos. Lo interesante es marcar un punto de comienzo. Tal vez no haga falta entender, sino participar, y hacerlo desde un lugar de apertura y vínculo con la obra que rescata lo bello en un sentido más amplio. Una feria de arte contemporáneo como ARCO tal vez no sea el ámbito más adecuado, pues no deja de ser una feria, un lugar pensado para la compra-venta, ajeno a la función didáctica de un museo, pero sí puede servir como lugar privilegiado para la observación. En su última edición se registraron cerca de 150.000 visitantes y 197 participantes presentaron sus esculturas, instalaciones y obra gráfica. Las siguientes páginas contienen una selección de lo que se pudo ver durante los días que permaneció abierta la feria. La obras elegidas pertenecen a artistas distintos, con distintos niveles de popularidad y distintas trayectorias. El único requisito común es que “estaban ahí”, expuestas a la mirada del público y de los seis expertos que se han prestado a valorarlas: Miguel López Remiro es el director del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad, Pedro Maisterra es galerista, Carlos Naya es profesor de Arquitectura, María José Orihuela es estudiante de Arquitectura y Pedro Osakar y Fernando Pagola son artistas. Su ejercicio de acercamiento a esas obras demuestra que el valor de cada pieza trasciende la pieza en sí. Cada uno de ellos, con su experiencia, su formación y sus preferencias, ha tenido en cuenta no solo lo que tenía delante de sus ojos, sino otras referencias sobre el autor, el valor de mercado, o incluso la galería que le representa. En el otro extremo, y al margen de todas estas consideraciones, la aportación de Miguel Cebrián destaca por su espontaneidad y su frescura. La propia de sus once años. Con su cuaderno y acreditado como un periodista más, recorrió las instalaciones de ARCO y ha escrito una crónica imprescindible para entender un poco más de arte contemporáneo.