Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Miguel Zugasti: «Hoy acaba de nacer un clásico»

Texto: Juan González Tizón [Com 24]. Fotografía: Manuel Castells [Com 87]  

Al profesor Zugasti le entusiasma la acogida de Naufragio y peregrinación, que ya va por su segunda edición. Conversamos con él sobre el reto de adaptar un texto desconocido del siglo XVII a los lectores de 2023.


Al explorar con tanta profundidad este trabajo, ¿qué tipo de relación establece el editor con el autor?

Llega un momento en que intentas fusionarte con él. El protagonista cuenta que con trece años sale de Sevilla rumbo al Perú, al sueño de aventuras y riquezas. ¿Cómo un muchacho que no era un desheredado se embarca en eso? Luego interviene en una batalla naval, les acosan los piratas en el Atlántico y en el Pacífico, recorren a pie entre ochocientos y mil kilómetros. El 60 por ciento de los españoles murió por el camino. Es una historia de muerte y supervivencia, y también de providencia. Pedro Gobeo siempre confía en la providencia de Dios, y el muchacho vivió para contarlo, pero no lo hizo nada más llegar —era un adolescente—, sino cuando se establece en Lima. Se le han desvanecido los sueños de riquezas. Se mete en el colegio de los jesuitas, recibe una formación y entonces, dieciséis años después, publica su obra. En ese momento ya dominaba la técnica literaria y escribe su relato por encargo de alguien. He descartado que sea de los jesuitas porque no hay nihil obstat ni ninguna indicación, y era obligatoria. Entonces, ¿por orden de quién? Probablemente de la condesa de Niebla, que era protectora de la familia. 

 

¿Piensa que este libro podría considerarse un clásico inmediato?

Sí. Hoy, en 2023, acaba de nacer un clásico que no estaba en ninguna historia de la literatura ni en ningún catálogo de bibliotecas del mundo.

 

¿Cuál es el primer paso en una restauración así?

Lo primero es encontrarte con el libro. Luego fijas el texto y lo actualizas —un simple maquillado— para acercarlo al lector actual; lo anotas, puntúas y segmentas. Lo subdividí en capítulos y los titulé para ayudar al lector. Otro asunto esencial son las anotaciones a pie de página, que detallan aspectos de la historia y ayudan a una mejor comprensión. Y con todo eso, no creo que haya modificado más de un ocho o diez por ciento del original. 

 

¿Cuál es el sitio más sorprendente al que le ha llevado esta investigación?

Puesto que es un viaje a América, el Archivo de Indias es lo más habitual. Mucha de la información procede de ahí. Una de las sorpresas más grandes fue descubrir que Gobeo ejerció de inquisidor de Sevilla durante el tramo final de su vida (1630-1650). También he visitado Mannheim, para tener en la mano el único original conocido del libro.

 

Una de las incógnitas son las páginas que faltan. ¿La publicación puede alentar nuevos descubrimientos en el caso Gobeo?

Ojalá pueda encontrar un segundo ejemplar que esté completo. Tengo algunos indicios. Estoy seguro de que está en manos de algún bibliófilo particular, puede que en Barcelona o México. Confío en que en algún momento aparezca, que alguien diga: «Ah, pues en la biblioteca de mi abuelo recuerdo que hay un librito que se titulaba así». Y a lo mejor tienen luego la bondad de contactarme.