Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

"Quiero devolverle a la sociedad los beneficios que he recibido de ella"


Víctor Diego Rivero y Marcela Zea se marcharon de México hace  casi once años. Su primer destino fue Valencia. Habían vivido en Centroamérica y en los Estados Unidos, pero siempre por el trabajo de él, que es ingeniero civil. Esta vez iba a ser diferente. “No buscábamos nada concreto –explica Víctor Diego–. Me jubilé y decidimos conocer algo más del mundo entre los dos.

A partir de ahí, las cosas han ido surgiendo”. Tanto él como su esposa son universitarios, y cuando oyeron hablar del Programa Senior, no tuvieron dudas de que les iba a gustar. “Hemos tenido la oportunidad de recibir un abanico de conocimientos que resultan muy atractivos porque trascienden el terreno que más conocemos y nos permiten una actualización más completa”, aseguran.

Sobre las clases en concreto, Rivero cree que parte del éxito del programa se basa en el ambiente: “relajado, espontáneo, sin estrés y que permite captar mejor las cosas”. Considera que la causa de esa atmósfera tan agradable es el hecho de que las clases sean voluntarias y no exista la presión de pasar un examen o de obtener un título, como ocurría en su anterior etapa universitaria, en su juventud.

Rivero opina que el nivel de las clases es muy adecuado tanto para personas con formación universitaria previa, como él o su esposa, como para otras que no habían estudiado antes. En ese sentido, pondera la labor de la responsable del programa, Viviana Alegre, así como la de los profesores: “Las clases están pensadas para cualquier público, ya que están diseñadas precisamente para que una persona mayor se encuentre atendida en su formación, sea la que sea, y que lo actualice a los requerimientos actuales de la sociedad”.

Precisamente sobre esta actualización, Rivero señala, reflexivo como siempre, que es fundamental para mantenerse dentro de la transformación social, que hoy va a gran velocidad, y que muchas veces margina a la gente mayor como él. “Me siento incluido y con la capacidad de contribuir a estos avances que de otra manera me serían ajenos”, cuenta.
Tanto Víctor Diego Rivero como su esposa son personas activas física e intelectualmente. Él compagina la asistencia a las clases del Programa Senior con la natación, el ciclismo, el perfeccionamiento de su inglés y con actividades solidarias. En concreto colabora con el Teléfono de la Esperanza y con la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios. “Todo lo que hago tiene la finalidad de llevar a la sociedad en que vivo los beneficios que recibo de esta misma sociedad. Ocupo mi tiempo en recibir y en poder dar. Y encuentro un sentido a mi vida en eso”.