Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Retos de la investigación en ciencias humanas y sociales

Texto Ana Marta González [Fil 92 PhD 97]

En medio de una crisis económica como la que atravesamos, la puesta en marcha de un centro de investigación en ciencias humanas y sociales se revela como una apuesta audaz. ¿Quién querría invertir en humanidades y ciencias sociales precisamente en un momento como este?



Quien plantea esa pregunta parece olvidar que precisamente esta crisis viene motivada en último término por el predominio de una mentalidad cortoplacista, para la que no existe otra realidad que la que produce resultados contantes y sonantes. Y esa clase de mentalidad solo se combate apostando seriamente por otra manera más humana de ver las cosas, según la cual la utilidad y el beneficio inmediato no tienen la última palabra cuando estamos hablando de asuntos humanos. Quien invierte en la investigación en humanidades, convencido del potencial humanizador de esta investigación, enlaza con la mejor tradición universitaria, y apuesta por el verdadero progreso, frente a los señuelos de un progreso aparente.

La universidad es una institución de largo aliento: su visión de los problemas culturales y sociales más acuciantes es distinta de la que poseen los agentes implicados en su solución sobre el terreno y que reclaman respuestas urgentes. El ICS participa de forma plena de aquella tradición universitaria, y al mismo tiempo se presenta con el propósito de impulsar una investigación interdisciplinar “socialmente relevante”. Hablando en estos términos se piensa sobre todo en las posibilidades reales de que una determinada investigación llegue a materializarse en medidas legislativas que defiendan a los débiles y promuevan la integración social, en propuestas que revitalicen el tejido empresarial, o iniciativas que conciencien a la opinión pública acerca de la importancia de un determinado problema. A primera vista parece que esto supone privilegiar los estudios más cercanos a la práctica. Ahora bien, como sabemos, dependiendo del marco temporal en el que trabajemos, con bastante frecuencia lo más práctico es una buena teoría que nos sitúa en el camino adecuado para plantear correctamente los problemas que debemos afrontar.

Estamos persuadidos de que los temas que investigamos son importantes para proponer soluciones viables a problemas que están a la vista de todos: pobreza, crisis de la representatividad política, discapacidad, conflictos religiosos, etc. Pero si hemos de sacar alguna conclusión de la actual crisis económica es precisamente la necesidad de reconsiderar muchas de las cosas que damos por sentadas. Por eso, más allá de los objetivos específicos de cada proyecto, el Instituto Cultura y Sociedad persigue un objetivo más amplio: desentrañar las claves culturales y sociales de nuestra realidad y desarrollar un discurso convincente sobre el mundo en el que nos toca vivir. Un discurso con el que realizar diagnósticos certeros, adelantarse a los cambios culturales y sociales y plantear respuestas adecuadas.

En sí mismo, el solo hecho de proponerse esta tarea ya constituye un logro. La relativa homogeneización social derivada de la globalización no impide que en la sociedad haya muchas y variadas voces y necesidades, que es preciso interpretar, y con las que es necesario dialogar. Bien arraigado en los principios que inspiran el quehacer universitario, el ICS ha de procurar poner la serenidad y el rigor académico al servicio de los retos culturales y sociales que tenemos planteados.