Amada y perdida

Una novela de amor, entrega y prolongación de vida

2 de mayo de 2025 3 minutos


Susie Boyt
Muñeca Infinita, 2024
248 páginas · 20, 90 euros

«Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera», escribía Tolstói. Así es Amada y perdida, salvando las distancias. Tres generaciones familiares, efectivamente, infelices por circunstancias universales. 

Novelita conmovedora, de apenas 248 páginas, en la que por encima del sufrimiento y golpes de la vida están la entrega y el amor. Alrededor girarán culpabilidades provocadas por los reproches, la compasión, las expectativas insatisfechas y reflexiones sobre lo vivido. Narrar esto lo puede hacer cualquiera, lo difícil es que interese y conmueva y Susie Boyt lo consigue. Esa maravillosa aventura que supone ser abuelos, la literatura la ha relegado, en numerosas ocasiones, a secundaria, cuando ellos forjan nuestra gran historia familiar. Muy cercana a esa definición que hacía Soledad Puértolas, «el secundario parece poco visible, nunca en el centro de acción, sino en la periferia, en los flecos. A veces tenemos que hacer un pequeño movimiento, ladear un poco la cabeza para verlo». Pero estos secundarios han logrado que apartemos la mirada de los personajes centrales… ¿quién encarna mejor el amor incondicional, la entrega y alimentan a generaciones convirtiéndose en inolvidables?

Ruth es la abuela en Amada y perdida. Antes fue madre y maestra, por lo que conoce bien el entorno de la adolescencia, tan encrespada a veces y otras tan estimulante. Su hija, Eleanor, es adicta a las drogas. La vida se les escapa... Susie Boyt logra, desde el inicio, desmitificar el efervescente territorio de la juventud. La escena más explícita: Navidad. Ruth cree que esta época logrará remover el corazón de Eleanor al convencerla para almorzar junto con su novio, también adicto. El típico rincón de moda en Navidad que Ruth había idealizado termina en un banco de la parada de autobuses. El detalle navideño venía envuelto en la noticia de su embarazo.

A partir de ahí, heridas al aire, intento de cordura ante el impulso autodestructivo, la angustia de amar a alguien que se resiste a corresponderte, las vidas truncadas de prometedores hijos… Pero, precisamente, esta fractura será el inicio de una búsqueda sanadora. Ruth entiende la crianza de su nieta Lily como una segunda oportunidad y, a la vez, Eleanor, cediéndole la educación de su hija, intentará compensar el sufrimiento causado a su madre. Dice David Mamet que «no todo el mundo puede levantar un granero, pero cualquiera puede incendiarlo». Boyt sabe bien que el dolor puede producir mucho desgaste, no en vano se ha criado cerca de su bisabuelo, Sigmund Freud, padre del psicoanálisis. Además, ha trabajado en organizaciones que ofrecen apoyo a quienes sufren.

Un pequeño tributo optimista a tantos abuelos y padres que se han sacrificado por el bienestar de los suyos, renunciando a sus sueños en beneficio de aquellos que están a su cargo. Una novela a favor de los buenos sentimientos, las desilusiones —que haberlas, haylas—, la maternidad, los lazos familiares y el respeto a nuestros ancianos. Y una llamada de atención sutil hacia los hijos que, en ocasiones, se muestran conflictivos y egoístas. Amada y perdida va de las benditas personas que nos dan la mano un día y nos salvan.


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