Entrevista Debate público Nº 723 Geopolítica

El expresidente de Ecuador Guillermo Lasso vuelve a las aulas

Guillermo Lasso (Guayaquil, 1955) tiene edad de escribir sus memorias, y las está escribiendo. Sin embargo, camina por los pasillos de la Universidad de Navarra con una muleta en la mano y varios libros bajo el brazo. Quiere estudiar la carrera que no estudió en su juventud. Ha sido un destacado banquero y también, entre 2021 y 2023, presidente de la República del Ecuador, un país que en la última década ha visto aumentar exponencialmente la violencia en su interior. A 9000 kilómetros y dos años de su abrupta salida del poder, conversa con Nuestro Tiempo sobre el socialismo del siglo XXI, sus errores y aciertos en el Gobierno, la lucha contra el narcotráfico y los desafíos pendientes de América.

19 de septiembre de 2025 21 minutos

Irene Guerrero Menoscal

Quito, madrugada del 17 de mayo de 2023. Guillermo Lasso, presidente de Ecuador, firmó uno de los decretos más trascendentales de su mandato. En un solo acto, disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones anticipadas. Una decisión al amparo del artículo 148 de la Constitución en caso de «grave crisis política y conmoción interna». Desde que en 2008 se incorporó la muerte cruzada —un término que evoca tanto la ruptura como el renacimiento institucional—, ningún mandatario la había invocado.

El decreto quedó sellado en medio de un juicio político contra el entonces presidente. Sus opositores en la Asamblea le acusaron de «peculado por omisión» a raíz de un contrato para el transporte de crudo de la Flota Petrolera Ecuatoriana (FLOPEC) con el conglomerado privado Amazonas Tanker Pool. El documento se suscribió en 2018, es decir, tres años antes de que Lasso asumiera la presidencia. Pero la acusación sostenía que, al no haberlo rescindido pese a supuestas irregularidades detectadas durante su mandato, Lasso habría consentido un perjuicio al Estado. «Escogí gobernar seis meses en el purgatorio en lugar de dos años en el infierno», respondió a El País un día después de aprobar su decreto. Para sus críticos, fue una jugada desesperada. Él lo presenta como un acto de integridad y perseverancia.

Lasso suele utilizar estas dos palabras para describir también su trayectoria, de más de cinco décadas. Eso sí, siempre se remonta a aquel Guayaquil húmedo y laborioso de la década de 1950, que acogió al joven matrimonio conformado por Enrique Lasso Alvarado, un empleado público proveniente de la Sierra ecuatoriana, y Nora Mendoza Poggio, natural de la región costeña. Guillermo nació en 1955 como el menor de once hermanos en una familia con recursos limitados. Muchos años después, en su libro Carta a mis hijos (2011), recordaba a su madre cosiendo la ropa de la familia entera —«el dinero no abundaba»—, o a su padre, que, tras una larga jornada de trabajo, procuraba compartir su charla, su música y las experiencias del día. «Quería enterarse de cómo marchaban nuestros estudios, de nuestras travesuras, de nuestros anhelos». Comprendió que la bonanza era tan solo un añadido; que, para ser feliz, se necesita tener «comida en la mesa, seguridad, valores, sueños e inmenso cariño».

A los 15 años, encontró trabajo a media jornada en la Bolsa de Valores de Guayaquil. El objetivo: pagar sus estudios secundarios en el colegio San José La Salle. De esta forma, asumió precozmente «las responsabilidades de un viejo», con la voluntad de «no dejarse gobernar por sus hermanos mayores y, después, de dejar de ser pobre». Este afán le impidió llegar a las aulas universitarias, aunque tampoco le hizo falta. Empezó a ocupar puestos directivos a partir de los 22 años en empresas como ProCrédito, Finansur y Banco Guayaquil. En esta última entidad bancaria, hoy la segunda más grande del país, ejerció como presidente ejecutivo entre 1994 y 2012. Ahora permanece en calidad de accionista, tras pasar el testigo a su hijo mayor, Guillermo Lasso Alcívar.

Su irrupción en la política fue tardía. Con 43 años ejerció de gobernador de la provincia del Guayas y luego capitaneó el ministerio de Economía —durante un mes— en la crisis de 1999. Para ambos cargos lo nombró directamente el presidente Jamil Mahuad, a quien Lasso había apoyado económicamente durante su campaña. Doce años después, en 2011, Lasso fundó el movimiento político Creando Oportunidades (CREO), con el que se postuló a la presidencia. Bajó «del pedestal del segundo banquero de Ecuador al piso, como el último político» y fracasó: Rafael Correa se impuso en 2013 y Lenín Moreno en 2017. Pero no se dio por vencido. «Terco, necio», perseveró en el proyecto liberal y, aunque creyeron que nadie votaría por un banquero conservador y además del Opus Dei, Lasso se proclamó, a los 65 años, ganador de las elecciones de 2021, frente a Andrés Arauz. La sociedad ecuatoriana votó por un marcado giro hacia la derecha, después de que el correísmo acumulase un gran desgaste y varios escándalos al mando del país.

Tres ejes vertebraron los dos años y medio de su mandato: vacunación masiva durante la pandemia, lucha contra la desnutrición crónica infantil y apertura comercial al exterior. Pero también encaró protestas sociales y una violencia criminal en aumento. Entre 2021 y 2022, la tasa anual de homicidios de Ecuador escaló de 13,7 a más de 25 por cada 100 000 habitantes. Todo ello en un sistema político adverso. La presidencia de Lasso ya había afrontado en su primer año dos intentos de destitución desde la Asamblea Nacional: una ola de movilizaciones que frenó la economía durante dieciocho días y «un ataque sostenido en redes sociales para acentuar la polarización». En todo este periodo, dos pilares sostuvieron su labor: una fe católica profunda, que, como asegura, ha guiado muchas de sus decisiones presidenciales; y el apoyo de su esposa, María de Lourdes Alcívar, y de sus cinco hijos, tres nueras, dos yernos y doce nietos.

Cuando se cumplen dos años desde que dejó el Gobierno ecuatoriano, Guillermo Lasso recorre el campus de la Universidad de Navarra apoyado en una muleta. Así sortea una cojera que le aqueja desde 2013, cuando sufrió un accidente peregrinando en el Camino de Santiago. Se encuentra en la primera semana presencial de una formación ad hoc sobre historia contemporánea e inteligencia artificial. Y, un día antes de impartir la conferencia «Liderazgo y desafíos de América Latina», organizada por el Instituto de Cultura y Sociedad (ICS), ha pasado toda la tarde en la cuarta planta de la Biblioteca Central. Cita un libro que le ha recomendado el catedrático Pablo Pérez: ¿Qué es Occidente?, del filósofo Philippe Nemo. «¿Cómo puede ser que haya gente en el siglo xxi que no comprenda lo que es el respeto a la libertad individual? Es un concepto muy valioso: por más que la mayoría piense distinto a ti, tú tienes derecho a hacer respetar tus derechos», explica apasionado. Detrás de esta reflexión se esconde la alegría por un éxito reciente: el 18 de mayo, la Corte Nacional de Justicia de Ecuador archivó el caso FLOPEC.

Fotografía: Manuel Castells Lasso compareció en el Instituto Cultura y Sociedad y congregó a un buen número de universitarios ecuatorianos.
Lasso compareció en el Instituto Cultura y Sociedad y congregó a un buen número de universitarios ecuatorianos.

¿Se siente reivindicado?

Por supuesto. Se trató de un juicio falso desde el primer día. En la propia Asamblea Nacional, aquellos que me interpelaron mantenían vínculos con grupos organizados que trafican con droga, extorsionan y matan, y esto está probado por dos procesos judiciales a través de los casos Metástasis y Purga.

En su primer discurso desde el Palacio de Carondelet, en mayo de 2021, dijo: «Nuestros gobernantes nos han fallado. Ellos no han sabido estar a la altura del sacrificio de nuestra gente». ¿Considera que su mandato estuvo a la altura?

Cuando asumí la Presidencia de la República, Ecuador vivía cinco crisis simultáneas: sanitaria, económica, política, de seguridad y de valores. En la pandemia, llevé a cabo un eficiente proceso de vacunación: nueve millones de ecuatorianos, el 53 por ciento de los ciudadanos, recibieron dos dosis en los primeros cien días. Situé a Ecuador como referente mundial en velocidad de inmunización. Apliqué la diplomacia y trabajé con China, que fue el país que más apoyo ofreció en la provisión de vacunas. Por eso digo que estuve a la altura de las circunstancias.

En su libro 900 días. Democracia y resultados, hace una exhaustiva revisión de sus logros, como la disminución en la tasa de desnutrición infantil o la reducción del déficit fiscal. Entre sus errores, mencionó que no supo comunicar bien esos hitos.

Tiempo después, reconozco también fallos en determinados nombramientos. Uno del que ya he dejado constancia en otros foros es el de la ministra Alexandra Vela. Lamentable, ella llegó con una agenda propia y no con la del Gobierno.

El Paro Nacional de 2022 marcó un punto de inflexión en su presidencia. El Movimiento Indígena movilizó contra sus políticas a miles de personas durante dieciocho días y bloqueó las calles de Quito. ¿Cómo interpreta los resultados electorales recientes para el movimiento indígena? Cayó de 1 800 000 votos en 2021 a poco más de medio millón en 2025.

Lo mejor que ha sucedido en las últimas elecciones es que Leonidas Iza [presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador] ha quedado retratado. No es nadie políticamente. Solo un revoltoso, por no usar una palabra más gruesa por la que él me ha enjuiciado [Lasso tenía un juicio pendiente porque llamó terrorista a Iza en octubre de 2024, pero el juez de la causa declaró desierta la querella por abandono en junio de 2025]. Atacó a Quito con diferentes paros. Lo intentó en la primera semana de mi Gobierno, y también en octubre de 2021, hasta que en junio de 2022 consiguió un levantamiento que le costó al país más de 1500 millones de dólares.

Su propio partido, expresidente Lasso, el Movimiento CREO, obtuvo menos del 1 por ciento de los votos en las últimas elecciones, frente a las cifras entre el 20 y el 30 por ciento de los tres comicios anteriores, y se ha quedado sin representación parlamentaria. Su salida fue un golpe duro…

Todos los partidos, en Ecuador y en el mundo, sufren un desgaste con el ejercicio del poder. En democracia, se gana y se pierde. Y si queremos ganar las elecciones locales o nacionales en 2029, hay que aplicar una reingeniería en el partido y promover liderazgos.

El 13 de abril, Daniel Noboa, abanderado del anticorreísmo, ganó las elecciones. ¿Qué espacio puede ocupar hoy su partido?

Tenemos que apoyar a la democracia, y apoyarla hoy es respaldar a Noboa. Para Ecuador, lo mejor que ha podido pasar es que él fuera reelegido y no Luisa González, la representante del correísmo, que ha destruido a lo largo de diez años la moral ecuatoriana. Porque la fortaleza de ese señor [Se refiere al expresidente Rafael Correa] es comunicar, pero con un propósito: engañar y mentir.

COOPERACIÓN INTERNACIONAL CONTRA EL CRIMEN ORGANIZADO

Miguel Uribe Turbay, senador y aspirante a la presidencia de Colombia, recibió el 7 de junio tres disparos a corta distancia —uno en la cabeza—, mientras se dirigía a sus simpatizantes durante un acto de campaña. El atacante tiene apenas 15 años, pero lo redujo a un estado crítico y, dos meses después, a la muerte, el 11 de agosto. La noticia del país vecino resonó con fuerza en Ecuador, donde la memoria colectiva se retrotrajo a un episodio reciente y doloroso: el asesinato de Fernando Villavicencio. El 9 de agosto de 2024, a solo once días de las elecciones presidenciales, el candidato fue tiroteado a la salida de un mitin en Quito, durante el que se manifestó «en contra de las mafias que han sometido a la patria». Murió poco después, tras recibir también tres disparos, todos en la cabeza. Desde mediados de abril, además, Ecuador se encuentra en estado de alerta máxima por amenazas terroristas contra el presidente.

Estos atentados son uno de los tantos paralelismos que unen la historia reciente de Ecuador y Colombia. Tras el acuerdo de paz de 2016, disidencias de las FARC y otros grupos de crimen organizado que habían concentrado su actividad en el suroeste colombiano emigraron a Ecuador: las rutas de la droga buscaron el puerto ecuatoriano de Esmeraldas y, cuando el volumen de los cargamentos aumentó, Guayaquil se convirtió en la salida principal de la cocaína. Con el paso de la última década, el país se consolidó como un hub logístico para el narcotráfico y su imagen decayó: de «isla de paz» a «región violenta». El presidente Daniel Noboa llegó a declarar, a principios de 2024, la existencia de un «conflicto armado interno». Una problemática ante la que, a juicio del expresidente Lasso, la cooperación internacional debe ser la solución.

Usted firmó con Estados Unidos tres acuerdos en materia de seguridad que establecen, por un lado, el marco para que su personal militar y civil pueda operar en Ecuador, y, por otro, que brinde apoyo para interceptar, en el mar y en el aire, supuestas actividades ilícitas.

Mi Gobierno luchó duro y parejo contra el narcotráfico. Incautamos 550 toneladas desde mayo de 2021 hasta mediados de noviembre de 2023, que equivalen a 22 000 millones de dólares. Fue un golpe serio al bolsillo de los narcos. Noboa comparte esta misma línea de combatir la inseguridad con ayuda internacional.

En su libro 900 días, usted menciona que se ganó «una amenaza de muerte sin fecha de caducidad». ¿Temió por su vida?

Me voy a referir a algo sobre lo que no he hablado. El FBI detectó una amenaza contra mí que venía de Adolfo Macías Villamar, alias Fito, líder de la organización criminal Los Choneros. Buscaba tecnología para fabricar un coche bomba y poner en peligro mi vida. Es un capo que estuvo preso durante mis años de mandato, se le huyó al actual Gobierno, pero ha sido recapturado en junio de este año y extraditado a Estados Unidos.

Para frenar la criminalidad, usted propuso flexibilizar la tenencia de armas. ¿Qué políticas sociales y públicas son necesarias?

Eso fue en campaña, y le diría que como candidato uno se equivoca más que como presidente. Cuando llegué al Gobierno, aprendí que hay promesas que no se pueden materializar. Este es un ejemplo. Resolver el problema de la seguridad es un proceso largo que pasa por robustecer la institucionalidad de las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia, casi inexistentes en Ecuador. El 24 de mayo de 2021, día en que asumí la Presidencia, convoqué al Consejo de Seguridad del Estado y sus responsables no aportaron una sola información de valor. Además, necesitamos una unidad especializada en narcotráfico. Para eso se requiere ayuda internacional. Tenemos que trabajar juntos Colombia, Perú, Chile, Uruguay, Argentina y Ecuador. A Venezuela ni contarla ahora. Y también hace falta el apoyo de los Estados Unidos y Europa. No puede ser que los mayores demandantes de droga no paguen parte de la factura en la lucha contra la inseguridad derivada del narcotráfico y del micronarcotráfico, hijo del de gran escala.

Por su estrategia contra el crimen organizado, hay quien compara a Noboa con el mandatario salvadoreño Nayib Bukele.

Jamás [Enfatiza] se puede justificar la violación de los derechos humanos en pos de la seguridad. Quienes se desentienden de los derechos de los delincuentes dicen barbaridades. Sí, han perdido su derecho a la libertad, pero ninguno más. Siguen teniendo el resto intactos. Ahora bien, es muy temprano para comparar a Noboa con Bukele. Todavía no se ven mejoras en Ecuador. Me apena decirlo, pero los indicadores de inseguridad se han incrementado notablemente [Según el informe 2024 de la organización Insight Crime, Ecuador se posicionó el año pasado como el país más violento de América Latina, con una tasa récord de 38 homicidios por cada 100 000 habitantes].

¿No está de acuerdo con la militarización de las calles?

No. Pero vamos despacio, porque en mi Gobierno también declaré el estado de excepción en once ocasiones diferentes, medidas que exigieron que los militares salieran a las calles. Eso sí, no lo hacían para el patrullaje urbano. Eran medidas destinadas a controlar el tráfico de drogas en fronteras, carreteras y cárceles; bajo ciertas directrices, que incluso las definió la propia Corte Constitucional.

A raíz de estos sucesos, la imagen de Ecuador ha evolucionado desde «isla de paz» a país en guerra.

Haber declarado la guerra interna ha dañado la economía, especialmente al turismo. Es mejor trabajar y producir resultados en silencio. ¿Para qué alertar a la población ecuatoriana y al mundo entero? La prueba es que la delincuencia ha crecido. A su vez, se trata de una imagen sobredimensionada. Porque a un turista que va a ver el magnífico centro histórico de Quito, las Galápagos, las playas de la costa o la Amazonía ecuatoriana no le va a pasar nada. Pero si los periódicos titulan «guerra interna», ni yo iría a ese país. Espero que el presidente Noboa revise su estrategia de los últimos veintiún meses.

Noboa esgrime su plan Fénix como la principal estrategia contra el crimen organizado. Entre otras medidas, incluye el despliegue militar en las calles y la construcción de dos megacárceles. ¿Qué opinión le merece?

El día que lo lea, le daré una opinión. Pero no lo he leído. El documento no está a disposición de la sociedad civil.

AMÉRICA LATINA ANTE TRES DESAFÍOS

Miles de jóvenes ecuatorianos no tienen acceso a los servicios básicos, a la educación o al mercado laboral. 585 000 jóvenes no estudian ni trabajan en el país, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Así terminan reclutados por los cárteles. «Siendo una de las regiones del mundo más ricas, América Latina tiene un permanente desafío: la pobreza. Otro reto es la inseguridad, que tiene unas raíces muy profundas relacionadas con la guerra contra el narcotráfico», reflexionaba Lasso durante la conferencia que impartió en el aula Siemens Gamesa del ICS. Y recordó cuando vio por primera vez en su vida aquellos sembríos de color verde y amarillo muy claro, que crecían a orillas del río Mataje. Las hojas de coca son la frontera entre Colombia y Ecuador.

Un tercer frente se suma a estos dos desafíos. Nicolás Maduro gobierna en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua, Miguel Díaz-Canel en Cuba… «La fuerte presencia del socialismo del siglo xxi, que se convirtió en la nueva referencia del autoritarismo, asedia a América Latina a través de grupos políticos despóticos que ya no llegan al poder a través de golpes de Estado, sino que ganan elecciones y minan desde dentro al sistema democrático», explica Lasso. Él y otros han impulsado como solución cooperar entre países para reforzar la institucionalidad.

En su mandato usted se propuso «combatir el aislacionismo con una política internacional abierta». Así, negoció dos tratados de libre comercio con China y Costa Rica. Pero fracasó con Corea del Sur y con Canadá. ¿Qué otros objetivos quedaron en el tintero?

El tratado con China ya está dando frutos: las exportaciones han crecido con respecto a 2023. [En realidad, las exportaciones disminuyeron: en 2024 fueron de 5090 millones de dólares, y en 2023 ascendían a 5673. En el periodo enero-abril de 2025 sí se aprecia un crecimiento del 9 por ciento respecto al mismo periodo del 2024]. Pero tenía el interés de hacer lo mismo con Japón y Oriente Medio. El acuerdo con la Unión Europea para los próximos diez años se pactó a la fuerza con el correísmo, que, por otra parte, se negó a firmar junto con Perú y Colombia un tratado de libre comercio con EE. UU. Nuestros países vecinos lo tienen vigente, pero Ecuador no. Y los cambios de la política estadounidense nos dan a entender que se hace progresivamente imposible negociar con ellos. Ecuador perdió una gran oportunidad.

En el conflicto entre China y EE. UU., ¿tiene Ecuador intereses en juego?

Esa es una bronca de titanes y no debemos comprarnos problemas ni con uno ni con otro. Ecuador es una economía de unos 120 000 millones de dólares, con casi 18 millones de habitantes. Le expliqué al Gobierno de Joe Biden que nuestras economías se complementan. Nosotros producimos banano, café, cacao o camarón y podemos abastecerles. Y ellos poseen lo que Ecuador necesita: tecnología, maquinaria, vehículos... Además, le dije que un acuerdo de libre comercio con Ecuador no implica quitar empleo a los norteamericanos. Es una pena que no prosperara.

Otro de sus objetivos fue la incorporación de Ecuador a la Alianza del Pacífico, pero no lo logró por la resistencia de México.

Eso es un tema casi perdido. Ahora que Andrés Manuel López Obrador está retirado y yo también, debo decir que actuó con profunda mala fe y boicoteó el ingreso de Ecuador. Hoy la Alianza entre Perú, Chile, Colombia y México está muy debilitada porque a los Gobiernos de izquierda —en los tres últimos países— no les interesa fortalecerla. Aunque debo reconocer que el chileno Gabriel Boric es más sensato y sereno. Y pienso que la presidenta de Perú, Dina Boluarte, no tiene el peso suficiente para impulsarla. Los líderes de la región, Ecuador incluido, somos inmaduros.

¿Ve posible recomponer las relaciones diplomáticas con México a medio plazo?

Es el único camino, porque somos pueblos hermanos. Lo que ha sucedido no será sino un incidente en la historia. Debemos recomponerlas.

Pocos meses antes de que estallara la guerra en Gaza, usted abrió una puerta con Israel al establecer allí una oficina de innovación tecnológica. Noboa ratificó esa alianza a principios de mayo. ¿Es un aliado deseable?

Fui el primer presidente de Ecuador que viajó a Israel en visita oficial. Y con ello busqué seguridad: equipos, armas, tecnología y capacitación. Lastimosamente, todos esos recursos los producen empresas privadas. Mi aspiración era una negociación de Gobierno a Gobierno para actuar con agilidad. Pero coincidió con mi salida, y no pude continuar con los procesos de licitación. Creo que Ecuador debe profundizar en las relaciones con todos los países de Occidente, un tema del que estoy aprendiendo de la mano del profesor Nemo.

EL FUTURO EN LOS JÓVENES

Durante la conferencia que impartió en la Universidad, Guillermo Lasso respondió a las preguntas de los estudiantes con frases como «Cuando seas vicepresidenta del Gobierno…» o «Cuando dirijas el Banco Mundial…». Se mostró atento con ellos. Reconoció a una chica que está cursando un doctorado en Derecho, Gabriela Fajardo, con la que coincidió en el ascensor. Y a Andrés, otro doctorando con el que se encontró en la biblioteca, por la mañana, con quien estuvo charlando en voz alta hasta que les llamaron la atención.

Un estudiante que no supera la veintena interrumpe la entrevista. «Hola, Guillermo. ¿Se acuerda de mí?», pregunta con cierta timidez. «¡Peter!», exclama el expresidente. Está culminando el segundo curso del grado en Derecho en el campus de Pamplona, siguiendo los pasos de su abuelo. «Estuve con usted el año pasado. Nos contó que quería estudiar aquí. Ya vi el post en Instagram sobre el inicio de sus estudios —relata—. ¿No le están tomando exámenes también?». Lasso ríe. «Hoy en la mañana hice un examen sobre los libros que me mandaron leer y creo que pasé», explica. Tras cuadrar agendas y ver la posibilidad de un último encuentro, el estudiante de Derecho se despide.

Fotografía: Bolívar Parra Algunos asistentes a la última charla de Lasso en la Universidad se toman un selfie con el conferenciante.
Algunos asistentes a la última charla de Lasso en la Universidad se toman un selfie con el conferenciante.

Tiene muchos conocidos aquí. Estudiante entre estudiantes.

Ese chico es guayaquileño. Es nieto de Ricardo, un buen amigo mío. Qué suerte haber atinado con su nombre [Ríe].

En los últimos años, ha impartido conferencias en España, Estados Unidos y China. De regreso, pasará por Colombia, Paraguay, Chile y Argentina. ¿Qué espera de esta gira?

Mantenerme activo a través de un proceso de reinvención. Pudiera tener todo el derecho a quedarme acostado en una cama mirando series de Netflix. Pero no es la vida que quiero, ni el ejemplo que les quiero dejar a mis hijos y nietos. Uno debe esforzarse hasta el último día. Y qué mejor que utilizar el tiempo en esta agenda internacional, aunque también trabajo en otras iniciativas como la Fundación Ecuador Libre, un think tank que creé en 2005; la Fundación Ecuador Crece Contigo, que presenté en octubre de 2024 para apoyar la lucha contra la desnutrición crónica infantil; y mis estudios. Pero siempre tengo el foco puesto en los jóvenes, con el propósito de apoyarles para que puedan alcanzar sus sueños.

Esa preocupación por el futuro le ha llevado a lanzar la beca Guillermo Lasso Mendoza, que financia posgrados en el extranjero y cuya primera convocatoria se resolvió en mayo. ¿Baraja algún otro proyecto en esta línea?

Estamos analizando la posibilidad de abrir un programa de becas para pregrado. Quizá en la Universidad de Navarra. He estado conversando con algunos profesores y directivos para valorar una alianza con este centro.

Fotografía: Bolívar Parra La familia Lasso Alcívar forma parte del Patronato de Promotores del MUN desde su fundación.
La familia Lasso Alcívar forma parte del Patronato de Promotores del MUN desde su fundación.

¿Prevé presentarse de nuevo como candidato?

Algunos creyeron que yo volvería a la carrera electoral con la creación de «La pizza democrática», una iniciativa por la que comparto un pedazo de pizza con jóvenes para hablar de política, pero dije con claridad que no. Lo que me incentiva es motivar a los jóvenes para que encabecen un funcionariado público de calidad. Está claro que, si alguien llega con el afán de hacerse millonario o actuar con principios alejados de la ética, tendrá problemas. No quiero considerarme como ejemplo, pero yo he salido ileso. Y fui a servir a los ciudadanos, a cuidar los activos públicos y a trabajar por el bien común.

Como en casa

Fotografía: Bolívar Parra García del Barrio y Lasso, ilusionado de tener tarjeta universitaria, la llave de acceso al campus, su segundo hogar.
García del Barrio y Lasso, ilusionado de tener tarjeta universitaria, la llave de acceso al campus, su segundo hogar.

Guillermo Lasso ha venido a la Universidad de Navarra como conferenciante, como padre y ahora como alumno. Guarda una relación antigua con la Universidad, que visitó por primera vez en 2005 junto a su hijo Santiago para conocer el Colegio Mayor Belagua. Años después, Santiago Lasso estudió Comunicación Audiovisual en el campus. Ha vuelto en distintas ocasiones, entre las que destacan sus últimas dos visitas en 2024 y 2025 como expresidente para impartir sesiones sobre liderazgo. De hecho, su última conferencia congregó a tantos compatriotas en el aula Siemens Gamesa del ICS que una estudiante propuso crear un grupo de WhatsApp para los ecuatorianos de la Universidad.

Hoy recorre el campus también con una identificación de alumno colgada al cuello y una sudadera roja con las siglas de la institución, regalo de Jaime García del Barrio, director general del Instituto Cultura y Sociedad y director del Museo Universidad de Navarra, del que Lasso es patrono desde su fundación. A los 69 años estudia cuestiones de historia, ética e inteligencia artificial en un formato semipresencial. «Nací viejo y voy a morir joven», apunta. Aquí, añade, se siente como en casa.

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