Ricardo Piñero Moral
Palabra, 2024
128 páginas | 9,90 euros

La familia, como el talento que posee un artista, es un regalo que se acoge y una misión que se emprende. En su reflexión sobre esta idea, el catedrático de Estética Ricardo Piñero parte del diagnóstico del mundo contemporáneo. El desconcierto, la incomprensión, el agotamiento, la desmembración y la secularización que vemos en la sociedad también se palpan en el arte. Pero, lejos de quedarse en un «pesimismo comodón», y apoyado a lo largo del libro en las palabras que Juan Pablo II y Benedicto XVI dirigieron en diferentes ocasiones a los artistas, el autor propone hacer de la propia vida y de la propia familia una obra maestra. 

Para este empeño, el arte cumple un papel no solo de «sismógrafo sensible de la vida, de la sociedad, de la realidad humana», sino también de explorar soluciones, ya que «se atreve a aventurar algunas respuestas». Así se entiende la importancia que otorga Piñero a experimentar la verdadera belleza, que llena de entusiasmo y confianza cada día: «No es algo accesorio o secundario en la búsqueda del sentido y de la felicidad», en palabras del papa alemán.

Para cerrar el libro, el autor repasa una selección de obras en las que se plasman diferentes valores que considera medulares para la familia: así Van Eyck en El matrimonio Arnolfini habla de respeto y delicadeza; Murillo pinta la responsabilidad en la Sagrada Familia del pajarito; Las meninas, de Velázquez, expresan justicia; y la confianza se cincela en las formas entrelazadas de The Family Group, de Moore. A través de estas y otras seis obras más, se perciben los acordes de lo que afirma Piñero: «Si la belleza puede salvarnos, solo lo puede porque es signo de amor; y la familia es el espacio de amor, es el espacio en el que somos amados y aprendemos a amar».