
Dirección y guion: Alauda Ruiz de Azúa
España, 2025
Cine para pensar y dialogar.
Después de emocionar con Cinco lobitos y sobrecoger con Querer, Alauda Ruiz de Azúa ha conseguido, primero, que la gente vaya al cine y, segundo, que se ponga después a hablar sobre religión. Ruiz de Azúa se atreve a filmar el proceso de discernimiento de una chica que, con 17 de años, manifiesta que tiene vocación de monja de clausura. Es una joven normal, con una familia normal, imperfecta, creyentes unos, ateos otros, y que tiene unos amigos normales. Son normales hasta las monjas y eso resulta extraño en un cine, el español, que siempre ha basculado entre Sor Citroen y la Hermana Muerte de Paco Plaza.
Los domingos, y esto hay que subrayarlo después de semanas de debate en las redes, es sobre todo una magnífica película. Y lo es porque tiene un lenguaje cinematográfico sobresaliente: desde un guion que dosifica con sabiduría el conflicto y los arcos dramáticos, hasta las soberbias interpretaciones, la planificación, la luz o una banda sonora que deja al espectador pegado a los créditos finales. Ruiz de Azúa ha elaborado un producto gourmet. Prueba de ello es el respaldo casi unánime de la crítica (con la excepción de dos veteranos críticos, curiosamente de la misma edad).
Pero, además, la cineasta bilbaína ha demostrado que, desde el respeto, se pueden abordar temas conflictivos sin polarizar. En Los domingos, cada espectador verá una película distinta, pero habrá visto la que quiere Ruiz de Azúa si consigue entender a todos los personajes. Porque es desde donde ha trabajado la directora: el interrogante y el deseo de entender. Aunque no se compartan las razones ni las reacciones.




