Marina Perezagua
Páginas de Espuma, 2025
125 páginas
17 euros
Termino Luna Park con pena porque no soy ni seré madre, e intuyo que ese sentimiento me ha sido escondido sin disimulo a lo largo de los diez relatos que conforman el libro. Madres huérfanas, ansiosas, neuróticas, con hijos que luchan por su vida o por hacerse entender. No siento lo mismo, por ejemplo, por no haber pisado nunca Nueva York, escenario de la mayoría de los cuentos, porque la sombra del individualismo, el movimiento woke y la vigilancia vecinal se extiende más allá de la gran metrópolis estadounidense.
Marina Perezagua elige una cita de Colson Whitehead para describir la ciudad: «Nueva York es una recompensa por todo lo que te permitirá alcanzar y un castigo por todos los crímenes que te forzará a cometer». La urbe, sin embargo, sirve en estas páginas como un catalizador para abordar la normalización de los suicidios o la degeneración de la academia, cada vez más pendiente de controlar el modo de pensar de sus miembros, ignorando con descaro sus capacidades.
Luna Park es una cartografía psicológica de los claroscuros neoyorquinos a la luz de la mirada maternal que busca descifrar el mundo que heredarán los suyos. Perezagua maniobra con desenfado entre fracturas y bifurcaciones: madres e hijos, pertenencia y enajenación, anécdota y ensayo.