Movistar+ (original BBC), 2023
Creadores: Declan Lawn y Adam Patterson
1 temporada (6 episodios)
«Ya hay suficientes cosas malas en la vida que vendrán a buscarte, hijo. No necesitas ir tú a por ellas». Desde ese heroísmo cansado, mundano, razona uno de los protagonistas de la excelente Blue Lights, una de las series más estimulantes del 2023. Un policiaco made in BBC que ha entrado directo al panteón de las grandes series de uniforme (como la recientemente concluida Happy Valley). Acción, drama, profundidad psicológica, costumbrismo, paisaje de fondo, corrupción, tráfico de drogas, pizca de humor y montones de tragedia. La vida. La dura vida.
El lector podría quejarse de la sobreabundancia de series de polis y cacos. Cierto. Sin embargo, Blue Lights se eleva majestuosa sobre la media por su autenticidad. La escritura del guion es tersa, imprimiendo sin descanso un giro a los clichés del género. Así, Blue Lights rebosa naturalidad: la conversación de coche patrulla conserva una frescura capaz de virar de los ingredientes del desayuno a las causas del miedo en los barrios prohibidos; una reunión familiar puede desembocar en una violencia donde resuenan ecos de décadas de sangre.
Porque de ahí nace otra de las particularidades que aportan sabor a la serie: Belfast. Irlanda del Norte. El silencio, la sospecha, el rencor. La sombra de los Troubles. La larga penumbra del terrorismo. Desde el aparato criminal de las mafias contemporáneas hasta la desconfianza del tendero en cualquier interacción con los azules, la presencia del terrible pasado de la ciudad asoma en el relato, sin apabullar, como si fuera un elemento de atrezzo.
En ese escenario se desarrollan los conflictos internos de los personajes, que van tejiendo magistralmente una red donde se entrecruzan lo íntimo y lo laboral, lo emocional y lo social. En este caso, además, parte de las disyuntivas morales y profesionales provienen de un puñado de rookies que han de aprender a navegar no solo por los peligros de la jungla de asfalto, sino por superar sus propios miedos personales, atenuar sus errores de principiantes o asumir la frustración de sus ganas de cambiar el modelo. En solo seis episodios, Blue Lights logra reflejar una complejidad tan sorprendente como sutil, con una historia potente que no tiene necesidad de hacerse la molona, puesto que la propia inercia dramática —tan orgánica— conquista con audacia el corazón y la mente de la audiencia.
Abríamos esta crítica con el aplomo de poli curtido del agente Gerry Cliff (un carismático Richard Dormer). En esa frase parecía pactar con la derrota de la vida y del trabajo. Sonaba descreído: déjate de utopías, viene a decirle al novato que le acompaña, puesto que siempre existirá el crimen y, por desgracia, también la impotencia para combatirlo. Pero no es cierto. Él mismo echa horas extra para auxiliar a un viejo amigo de la infancia al que la brutalidad de Irlanda del Norte ha dejado un pelín tarumba de por vida. Esa asimetría entre la declarada del veterano oficial y su compasión fuera de servicio sintetiza el humanismo que exhala Blue Lights. Porque cuando parece que la batalla está perdida y la noche es perpetua, siempre hay un individuo que se afana en marcar la diferencia y recordarnos que existen luces azules de esperanza al final del túnel.