Responsive Image

En torno al sol

El sol como creador

21 de noviembre de 2025 3 minutos


Antonio Moreno
Newcastle Ediciones, 2025
174 páginas
11 euros

Cuando Jorge Guillén llegó a Murcia —para dar clases de Literatura en la universidad— la describió así: «Ciudad clara de colores calientes, de piedras tostadas […] Y notas deliciosas de luz, calles estrechas y sin aceras, las “veredicas del cielo” […] Y ahora en el crepúsculo, una luz maravillosa». Algo de eso habrá en la sangre de Antonio Moreno, autor de En torno al sol (Newcastle, 2025), que, pese a sus credenciales alicantinas, desciende de padres y abuelos murcianos. Conoce espléndidamente, como todos los que vivimos junto al Mediterráneo, lo que significa el sol. Al igual que el viento sopla hacia donde quiere, el sol ilumina una manera de estar y de respirar la vida…

Este ensayo —todo un relato sensorial fruto del instante y lo eterno— mezcla historia con erudición sin resultar pretencioso, unido a vivencias personales. Moreno consigue llevarnos al detalle cotidiano y seguidamente alzarse al más alto de los sentimientos, al abrigo de energía, aire, luminosidad, atmósfera e historia. Con genuino encanto, hilvana experiencias de autores, artistas, científicos o textos del mundo antiguo y contemporáneo que han construido en cantos, versos o pinturas un puñado de claves para acceder a los tesoros de tan hermosísima estrella.

Estructurado en 31 capítulos, que se suceden como paseos al dolce far niente en epígrafes tan sugerentes como El extravío, Mecánica celeste o Las miríadas, transitamos por el arte, anecdotarios, crónicas de costumbres y pinceladas autobiográficas que se pegan a la piel. Pese a su relativa brevedad, indaga bien su estela como transmisor de sabiduría desde el Eclesiastés, «un libro solar como pocos en la historia», y toma baños de sol en serenas civilizaciones antiguas entre terapeutas del s. XVIII que ponderaron sus beneficios en la epidermis: la helioterapia. Recuerda a Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia, discutiendo con una criada para que abra las ventanas y deje entrar los rayos de luz por su poder bactericida. Y trae Al sol, de Espronceda, primer texto que leyó sobre este tema siendo un muchacho. ¿La pintura? Sorolla, quizá «el pintor más atento a la presencia creadora del sol, al que no acobardaba su intensidad». Y la ciencia, con Einstein entre corpúsculos de polvo que flotan en el aire. Y Newton, descubriendo que la blancura de la luz alberga todos los colores. 

Cada uno de nosotros entabla relaciones distintas con el sol, el cielo y las estrellas. Decía Walt Whitman, «dame el sol, silencioso y espléndido». Porque al sol se le escucha. Aguzando el oído, abriendo bien los ojos al caminar, «además de mirar tanto fulgor / podía oír la luz: se escuchaba allí arriba / como un rumor de enjambre laborioso», escribe Sánchez Rosillo. Viejo desnudo al sol, de Mariano Fortuny, es la imagen que luce en la portada. Lo hermoso de esa desnudez expuesta al sol, según Moreno, es su entrega tanto física como espiritual del anciano enjuto, plena también de hedonismo. Como Gilgamesh, «que mis ojos vean el sol y se sacien de luz», en palabras de Moreno la expresión más fervorosa e inmediata de nuestro instintivo amor a la vida.


Otras reseñas

¿Quieres escribir en nt?

Siempre estamos buscando buenos colaboradores para la revista. Si tienes una buena historia, queremos escucharte.

Newsletter