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Tú es que estás loco, papá

Honrarás a tu padre

19 de noviembre de 2025 2 minutos


William Saroyan
EUNSA, 2025
212 páginas
15,90 euros

Alguien recordará sin duda la emoción de faltar a la escuela por una fiebre —y si era falsa, mejor—. La casa vacía, el tiempo ingrávido y la certeza terrible de que todo el mundo estaba en movimiento menos tú. Un infiltrado en el mundo de los que no hacen nada. Al asomarse a Tú es que estás loco, papá (1957) uno puede sentirse así: como un intruso. La dedicatoria —bellísima— de William Saroyan a su hijo Aram antes de empezar anticipa una profunda intimidad: «Tu voz y tus andares son el cuerpo de este libro. El estilo, tu manera de mirar».

La historia se desarrolla en la costa de California a mediados del siglo XX. Al protagonista, un niño que acaba de cumplir diez años, se le ofrece la oportunidad de vivir en casa de su padre durante una temporada. El matrimonio está al borde del colapso. «Papi» —como le llama en casi toda la obra—, se encuentra enfrascado en la escritura de un libro de cocina en el que deposita todas sus esperanzas de salvación económica y de prestigio editorial. 

La estructura de la novela, traducida por Joseluís González, se divide en capítulos —«Mar», «Desayuno», «Carne», «Diente», «Fuego», «Dios», «Carretera»— que casi parecen los ingredientes secretos de un plato esencial. La receta misteriosa, en este caso, es la vida misma.

Padre e hijo se dan a conocer de manera entrañable a través de una convivencia peculiar y divertida. Una vida de contemplación, de preguntas y respuestas, de paseos por la playa. Se pelean, realizan juegos lingüísticos mientras lavan los platos, pasan hambre, viajan —un solo y crucial viaje a San Francisco—, sueñan y tratan de entenderse. La relación entre ambos —a veces no se sabe quién es el adulto y quién el niño— resalta una idea genial que el propio Saroyan pone en palabras durante una conversación: «Un padre y un hijo son casi el mismo hombre, uno viejo y el otro joven, pero a la vez son dos extraños [...], más que si acabaran de encontrarse por la calle».

Este álbum de recuerdos, ficcionales y biográficos, es un tratado sobre la mirada. Saroyan deposita en los ojos de su primogénito una fuerza inmensa de análisis y de reflexión sobre lo que hace que una vida merezca ser vivida. Aprender a escribir —cualquier cosa, incluso un libro de cocina— resulta de aprender a mirar.


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