Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Aves e islas remotas

Texto y Fotografías: Javier Cotín [Bio 05]  

Desde que era un niño Javier Cotín [Bio 05] ha perseguido el vuelo de los pájaros de isla en isla hasta llegar al paraíso de las Seychelles.


North Island [Seychelles]. Desde muy pequeño iba al campo en compañía de mi padre. El Pirineo aragonés era nuestra zona favorita. Especialmente los valles de Hecho y Ansó. Creo que allí empezó a fraguarse mi pasión por la naturaleza y, en concreto, por las aves. ¡El vuelo del Quebrantahuesos es algo difícil de olvidar! 

Las aves me llevaron a estudiar Biología en la Universidad de Navarra. Ya durante la carrera empecé a visitar islas remotas, siempre detrás de los pájaros, su observación y anillamiento. Las islas Columbretes (Castellón) es uno de mis lugares favoritos del planeta. También la illa del Aire (Menorca), donde anillé aves en un par de ocasiones. Una vocación que pude continuar con las prácticas en empresa, estudiando aves marinas en Fair Isle, una isla perdida en mitad del Mar del Norte, al sur de las Shetland (Escocia). Luego vino la beca Erasmus que, como no, viví en otra isla. Fue en Tromsø (norte de Noruega, más allá del Círculo Polar Ártico), donde las bajas temperaturas, la nieve y las auroras boreales nos acompañaron a mí y a otros valientes de la UNAV durante varios meses en 2005. 

Una vez acabada la carrera empecé el doctorado en la Universidad de Barcelona. Mi trabajo consistió en  someter a prueba la utilidad de las aves acuáticas -sobre todo charranes y ardeidas- del río Ebro y su delta como bioindicadores de contaminación. Mientras investigaba intercalé proyectos y trabajos en distintos lugares, hasta la estancia de doctorado en Heligoland (Alemania): la isla con el aire más puro del país, donde se pueden encontrar raras especies de aves migratorias e importantes colonias de aves marinas. De allí salté nada más y nada menos que a Tasmania. Todavía no había defendido la tesis y tuve la oportunidad de participar en un proyecto de investigación con el Forty-spotted Pardalote, un ave en peligro de extinción que vive casi exclusivamente en Brunny y María Island. Aquella fue, quizá, la mejor experiencia de mi vida, tanto por la cultura australiana, sus gentes y los bosques de eucaliptos, como por la increíble fauna que albergan.

Una vez que leí el doctorado, el 20 de diciembre de 2012 empezó la ardua tarea de buscar un trabajo o un postdoc que, por supuesto, estuviera relacionado con las aves y que, a poder ser, me llevara de nuevo a una isla remota. Con esa esperanza envié unos cuantos currículos, hice unas cuantas llamadas, recibí muchos noes y algunos síes a proyectos que no encajaban con mi sueño. Y entonces me enteré, gracias a un amigo de la Universidad de Barcelona, de que buscaban un licenciado/doctorado en Biología en una isla en Seychelles … Así que allí fueron a parar mis referencias.

 

Conservación y turismo de lujo. Tras realizar unas cuantas entrevistas, firmé el contrato. Entonces comenzaron los larguísimos trámites para obtener un permiso de trabajo en Seychelles. Solucionado el papeleo cogí el (los) avión(es) hasta Mahe, la isla principal de Seychelles, donde se encuentra Victoria, la capital, y finalmente el helicóptero hasta North Island, donde trabajo desde entonces.

North Island es una pequeña isla granítica a 30 kilómetros al noroeste de Mahe. Se trata de una isla privada que es a su vez un resort de lujo. Cuenta con tan solo once  villas y se dice que es uno de los diez mejores hoteles del mundo (la villa 11 cuesta más de 3.000 euros persona/noche).

El complejo está dirigido por Wilderness Safaris, una empresa africana que posee más de 70 eco-lodges por toda África. El espíritu de Wilderness se basa en el concepto de las cuatro ces: comercio, conservación, comunidad y cultura. Su principal objetivo es compartir las áreas salvajes que gestiona con clientes de todo el mundo, al mismo tiempo que fomenta la protección de la vida salvaje africana y comparte los beneficios resultantes con las comunidades locales.

 

Viaje  al pasado. En ese proyecto encaja mi labor en North Island y Wilderness Safaris. En concreto, como gestor del departamento de Medio Ambiente de la isla dirijo un riguroso plan de conservación que pretende “viajar al pasado” y revertir los efectos de la colonización humana. Es decir, restaurar los ecosistemas para que especies endémicas (exclusivas del lugar), como el Seychelles MagpieRobin, puedan regresar. Para ello debemos implementar medidas de conservación muy exigentes y llevar a cabo distintos proyectos de investigación. Como el programa para erradicar las ratas, que se desarrolló entre 2003 y 2005 y ha sido un paso imprescindible para la recuperación de los distintos ecosistemas. 

Desde la eliminación de estos "pobladores indeseados" algunas especies de aves marinas amenazadas comenzaron a reconquistar su espacio. Actualmente contamos con cuatro parejas del White-tailed Tropicbird  y una pequeña colonia de Wedge-tailed Shearwater. El Seychelles White-eye, reintroducido en 2007, progresa favorablemente, y ha pasado de 25 ejemplares a casi 70. Gracias al marcaje con anillas de colores y metálicas hemos podido monitorizar esta población y seguir su evolución durante varios meses.

Pero North Island no es solo un paraíso para las aves. La isla posee una población de unas 130 tortugas gigantes de Aldabra, denominadas así porque provienen del atolón con el mismo nombre. Desde 2005, cuando la isla fue declarada libre de ratas, han vuelto a aparecer nuevas crías de la que es una de las dos únicas especies de tortugas gigantes del mundo. De toda la población de tortugas de la Isla Brutus es el mayor, con casi 200 kilos de peso y más de 170 años de edad. ¡Un tamaño increíble para un animal cuyas crías caben en la palma de una mano!

De vuelta al mundo de las aves nuestro próximo reto es la reintroducción del Seychelles Magpie-Robin —solo quedan 250 ejemplares—, el desarrollo de un programa de eco-voluntariado y el incremento de la oferta de estancias para estudiantes que deseen realizar aquí sus prácticas de empresa o el trabajo fin de máster. Todo ello en un entorno que es un verdadero paraíso, rodeado de tortugas gigantes, tortugas marinas, especies únicas como el White-tailed Tropicbird y un proyecto apasionante: ayudar a que esta isla recupere su carácter natural y salvaje.


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