Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Henry D'Arthenay: «Nuestro segundo disco se convirtió en una fotografía de la realidad de Venezuela»

Texto Alberto Bonilla [Com 12] - Fotografía Cortesía La Vida Bohème

Henry D’Arthenay (Caracas, 1988) es un compositor que ha alcanzado la fama en Latinoamérica, gracias a su banda La Vida Bohème. Ganadores del Grammy Latino al Mejor Álbum Rock por Será, la banda no vive ajena a la situación social de su país. 


¿Cómo se vive tras el Grammy?
Rarísimo. Hoy por hoy la estatuilla está encima de mi televisor y siempre quiero cambiarla de sitio porque no me gusta que esté tan a la vista. Hay una parte de mí que se avergüenza un poco del premio. No quiero llamar la atención a través de un galardón, me basta con que la gente disfrute con lo que hago. Toco música porque me hace feliz.

¿Vergüenza?
Sí, porque mi premio fue haber editado Será, y ya con eso estoy infinitamente satisfecho. Si además ha llegado a influir en otros grupos o artistas, no se puede pedir más. Ese es el verdadero premio y la verdadera felicidad. Cuando veo el trofeo, una parte de mí reniega de él porque no simboliza todo el esfuerzo que hay detrás.

¿En quién pensó al recibirlo?
En mi madre. Fue la primera persona que me apoyó muchísimo en la música y la primera que creyó que me iba a hacer con él.

¿Viene de familia?
En mi familia todos han ejercido como artistas, pero quizás yo haya sido el primero en hacerlo profesión. Mi hermana, que también se graduó en Navarra, tiene su propia marca de ropa. Mi padre escribe, a pesar de no ser escritor. Y mi madre es una persona increíble que ama la poesía. Fue ella la que nos enseñó a amar lo que hacemos. En mi caso, la música. 

Entonces tiene muchos motivos para hacer lo que hace…
Nosotros, nuestra generación, con más motivo. Nos criamos con acceso a muchas cosas, a mucha información. Estoy seguro de que en épocas pasadas, por falta de medios para comunicar, se perdieron en cada generación como mínimo tres compositores importantes. Pienso que es un poco injusto.  

Ustedes han sido nominados al Grammyen por dos discos diferentes, ¿por qué lo ganó Será y no Nuestra?
Que un disco gane el Grammy no lo hace mejor que otro. Quizá ocurre porque las personas que lo valoran en ese momento en la Academia Latina de la Grabación lo tienen en su radar mental. Yo amo el álbum Nuestra, no me avergüenzo de él, y honestamente creo que es un disco de su época. Tenía diecinueve años cuando lo compuse y es un reflejo de lo que pensaba y sentía entonces. Será quiso ser una historia, una gran metáfora dedicada a mis compatriotas.

Tiene gracia, porque siendo más abstractos consiguieron transmitir un mensaje más directo.
Si tuviera que resumirlo en pocas palabras diría que los dos álbumes sonaban muy distintos. No quería hacer lo mismo. Recuerdo que estaba en Barcelona, disfrutando de algunas obras de Picasso, y caí en la cuenta de que toda su obra es muy distintiva. Incluso su firma está hecha para que sea una pequeña obra. Yo buscaba que mi música tuviese una firma así, que no sonase a lo que había sonado. Creo que puedo decir orgullosamente que Será no era nada parecido a lo que los grupos de música en español hacían en 2012.

Sonido diferente y mensajes comprometidos para ser una banda tan joven, porque en temas como «Angelitos negros» ejercen una autocrítica de la clase media, a la que ustedes precisamente dicen pertenecer.
Sí, es lo que se conoce como middle class guilt (el remordimiento de la clase media). Por lo que comentaba antes de que hemos tenido acceso a más cosas, creo que nuestra generación no es insensible al sufrimiento de los otros. Cada vez conozco a más gente consciente de su entorno: muchos de nosotros hemos vivido en la clase media y hemos tenido la oportunidad de poder comprar un disco, una camiseta que nos gustaba… Durante mi época estudiando en España, una amiga me mostró el poema «Angelitos negros», de Andrés Eloy Blanco: « [...] Pintor que pintas tu tierra, / si quieres pintar tu cielo, / cuando pintas angelitos / acuérdate de tu pueblo / y al lado del ángel rubio / y junto al ángel trigueño, / aunque la Virgen sea blanca, / píntame angelitos negros [...]». Recuerdo que lloré como un niño en el camino de vuelta a mi casa. Me tuve que poner a escribir la música inmediatamente. Creo que jamás he compuesto una canción tan rápido, y era porque me sentía culpable.

Raramente esta conciencia es común en los jóvenes…
Cada vez somos más. Esto va a sonar paradójico viniendo de un músico que ha editado un disco casi apocalíptico, pero tengo muchas esperanzas puestas en las generaciones venideras. Me parece que cada vez somos menos insensibles.

Quizá sea más propio de la juventud venezolana, que además vive una época angustiosa.
Ha sido horrible. Son cosas muy difíciles de explicar y te llevan a entender que el daño que uno hace día a día es real, con consecuencias gravísimas. Creo que en Venezuela todos podríamos haber hecho las cosas mejor. No solo estoy hablando del Gobierno, también de la oposición, de la sociedad civil e incluso de mí mismo. Esta situación la podríamos haber previsto y no hicimos nada por evitarlo. Ahora estoy en México, de promoción, pero tuvimos muchos problemas para poder llegar. Tener a mi familia en Venezuela me causa angustia. Animo a la gente a investigar bien lo que ha pasado en nuestro país, ya que ni la versión oficial ni la de oposición son del todo transparentes.

 

Leer el texto completo en pdf