Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Prácticas de verano que se prolongan veinte años

Texto y fotografía  Juan Andrés Muñoz

Juan Andrés Muñoz [Com 97] trabaja en el canal de noticias multimedia CNN desde que terminó la carrera. Actualmente es director digital y de redes sociales de CNN en Español.


Atlanta, Georgia. [EE. UU.]. Recuerdo como si fuera ayer el día en que, sin yo saberlo, iba a trazar buena parte de mi futuro personal y profesional. Acababa de terminar cuarto de Periodismo cuando la directora del Laboratorio de Comunicación Multimedia, María José Pérez-Luque, se reunió con cada uno de sus alumnos internos para hablar del trascendente verano que se cernía sobre nosotros. Confieso que entré a su despacho casi como quien hace un trámite en la Administración, esperando una palmadita en la espalda y un buena suerte, «que la fuerza te acompañe». Pero no. Después de unos minutos, María José fue al grano: «¿A dónde quieres ir a hacer prácticas: a la agencia The Associated Press en Nueva York o a la CNN en Atlanta?», me espetó. Escruté a mi alrededor en busca de una cámara oculta. Siguiéndole la corriente, y sintiéndome un poco Aladino después de frotar la lámpara, le dije que a CNN. Soñar es gratis y no en vano guardaba entre mis carpetas viejas unos recortes amarillentos y casi mohosos del Diario de Navarra del año 1991 en los que se hablaba de una cadena de noticias de veinticuatro horas que había cometido la osadía de transmitir la Guerra del Golfo en vivo.

Han pasado ya veintiún años de esa conversación y, hace unas semanas, cuando almorzaba en Atlanta con el presidente CNN Worldwide, Jeff Zucker, y otros colegas en la comida para los empleados que llevan más de veinte años al servicio del «líder mundial de noticias», todavía me pellizcaba en el brazo para asegurarme de que todo era real. Es cierto. Sigo viviendo el sueño americano en la empresa que admiraba de adolescente y gracias a la cual tenía la locura de ser periodista.

Pero las peripecias que viví hasta llegar aquí son innumerables, inverosímiles incluso. Aquel verano, con los Sanfermines ya encima y la Universidad cerrada, y sin correo electrónico al alcance de la mano (sí, en 1997 no teníamos teléfonos móviles), coordinar aquellas prácticas en Atlanta fue casi milagroso. Aterricé en la ciudad de la Coca-Cola con la noticia de que la banda terrorista ETA había asesinado al concejal vizcaíno Miguel Ángel Blanco después de días de secuestro. Una humedad que estrangulaba, como no había experimentado en toda mi vida, me recibió al salir del aeropuerto. Pero me sobrepuse a esos dos golpes y el lunes me presenté por primera vez en la sede central de Cable News Network, en la redacción digital de CNN.com. 

Aquel verano también asesinaron a Versace, y murieron Lady Diana y la Madre Teresa de Calcuta. Y lo viví con la trepidación de una cadena de noticias veinticuatro horas que entonces se adentraba en las breaking news digitales. Durante aquellos casi tres meses aprendí como en tres años de universidad, pero al terminar la pasantía hice propósito de no regresar nunca más a Atlanta, una ciudad con un pésimo transporte público, un calor y una humedad agobiantes, donde se depende del coche para todo y en la que las distancias son abismales para actividades tan triviales como ir al cine o hacer la compra. Todo lo contrario de mi Pamplona natal.

Pero las ironías del destino y la Providencia me guardaban una sorpresa. Unas pocas semanas después, me llamaron desde Atlanta para ofrecerme un trabajo en el equipo fundador del sitio web de CNN en Español. No lo pensé dos veces. A pesar de aquellas primeras impresiones, hice la maleta y me vine a Atlanta junto con otro compañero de promoción, Benjamín Sádaba [Com 97], a quien también contrataron para lanzar el proyecto.

 

Dos décadas de la mano de la CNN

 Con el paso de los años, he ido creciendo dentro de la compañía. Tras empezar como redactor digital, pasé a ser uno de los tres editores en jefe del sitio, editor de los informativos de prime time de CNN en Español televisión y, hoy día, soy el director de toda el área digital, que incluye el sitio web CNNEspanol.com, las redes sociales de la cadena, nuestros productos de video-on-demand, la radio y los pódcast. 

Aunque mi redacción principal está en Atlanta, mi equipo se encuentra disperso por distintos países, como Colombia, México, Perú, Uruguay, Gran Bretaña y España. El impacto de nuestra labor se percibe día a día, sobre todo a través de las redes sociales. La responsabilidad de informar a millones de personas se siente en cada tuit que enviamos. Recuerdo una anécdota en particular que ilustra esto. Un domingo, a punto de acostarme, empecé a recibir correos electrónicos de la cadena en los que se nos alertaba de una noticia de gran trascendencia. El presidente Obama iba a dar una rueda de prensa no prevista. Comenzó a rumorearse que se podría tratar de la captura de Osama bin Laden, el líder terrorista más escurridizo y cerebro de los atentados del 11 de septiembre. Efectivamente, al cabo de unos minutos pudimos confirmarlo y yo mismo me encargué de tuitear la noticia. Lo que sucedió después fue asombroso: los retuits se reproducían como en una máquina de palomitas. Meses más tarde, la universidad Georgia Tech publicó un estudio de las cuentas que más habían contribuido a propagar la noticia por todo el mundo. Una de las tres que mencionaron fue la nuestra de @CNNEE.

Poco a poco he ido enamorándome de las cosas buenas de Atlanta. Aunque no bebo mucha Coca-Cola (Atlanta es la sede mundial de este refresco), admiro a sus ciudadanos ilustres, como el líder de los derechos civiles Martin Luther King, o la autora de Lo que el viento se llevó, Margaret Mitchell; sigo con pasión a nuestro equipo de fútbol y flamante ganador de la MLS, el Atlanta United; me encanta el pollo frito, la okra (una verdura que descubrí aquí) y el barbaque (un tipo de asado); y presumo del aeropuerto con más tráfico del mundo (Hartsfield-Jackson) y del acuario más grande de EE. UU. por volumen de agua.

Aunque lejos de Pamplona, siempre me gusta recordar anécdotas de los años universitarios con Rafael Domingo Oslé [Der 85 PhD 86], que vive en Atlanta y da clases en la Universidad de Emory. También con las visitas ocasionales que he recibido de Jesús Díaz [Com 82] o Santiago Fernández Gubieda [Com 97 MEGEC 14], y con los antiguos alumnos que han pasado por CNN para hacer prácticas, como Ignacio Tena [Com 98], Josemaría Ortega [Com 97], Jon Ariztimuño [Com 03], Ane Rotaeche [Com 11] o Leire Ariz [Com 11].

Pero lo que más me une a esta ciudad, además de mi trabajo, es que en ella conocí a la que hoy es mi esposa, Catalina, una ingeniera industrial del Tecnológico de Monterrey que vino a hacer su máster en Georgia Tech. Aquí también han nacido mis dos hijas, Catalina y Andrea.

Cumplir veinte años en CNN es un buen momento para echar la vista atrás y paladear lo conseguido. En estas dos décadas he cubierto acontecimientos deportivos como mundiales de fútbol, Juegos Olímpicos o el All-Star Game en el que se retiró mi admirado Michael Jordan; tragedias que dejan una huella indeleble como los atentados del 11 de septiembre; hechos históricos como el impeachment a Bill Clinton; guerras como la de Iraq, Afganistán y Kosovo; visitas papales como la de Francisco a Estados Unidos; y las convenciones demócratas y republicanas de los últimos años, incluida la última, en la que emergió la figura victoriosa de Donald Trump, a quien tuve la oportunidad de seguir de cerca durante la campaña. Hasta ayudé a Ban Ki-moon, entonces secretario general de la ONU, a enviar un tuit.

Por todo esto ya no necesito pellizcarme más. No fue un sueño. Los libros de historia están ahí para atestiguarlo. Y yo lo pude contar.