Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Bienvenidos al edificio Alumni. Esta es vuestra casa

Texto Lucía Martínez Alcalde [Fia 12 Com 14]  Fotografía Manuel Castells [Com 87], Pilar Martín Bravo, José Juan Rico Barceló

El edificio Alumni quedó terminado este verano. En los últimos meses ha dado la bienvenida a los profesionales de la nueva sede y al primer máster que comenzó el curso estrenando sus aulas. Además, albergó la primera graduación celebrada entre sus muros, y, como remate doble de este pistoletazo de salida, se organizaron en él el Open House para los antiguos alumnos y la inauguración oficial. La nueva sede en el campus de Madrid quiere ser un punto de encuentro y de formación continua para los antiguos alumnos. El edificio Alumni recibe este nombre en su honor. 


El atrio del edificio alumni aspira a convertirse en un campus dentro del campus de la Universidad de Navarra en  Madrid. Un espacio donde se produzcan encuentros entre los doscientos estudiantes de los nueve másteres que se cursan en las aulas dispuestas alrededor de los mil metros cuadrados de la planta baja. Un lugar, dentro de los muros del edificio proyectado por el arquitecto José Ángel Medina, en el que surja la interdisciplinariedad en las conversaciones entre los alumnos de posgrados en leyes, comunicación, banca, arquitectura y moda. Una variedad que se enriquecerá cuando comiencen los másteres programados para los próximos cursos en ingeniería, enfermería y educación. 

«Aunque la mayor parte de la formación que aloja este edificio ahora son másteres profesionalizantes, queremos que en este espacio, que parece un ágora, se hable también de literatura, de filosofía, de teología, de arte...». Así abrió el director del campus de Madrid, Ángel J. Gómez Montoro, el diálogo sobre arte y ciencia que mantuvieron el pintor Antonio López y la vicerrectora de Profesorado, María Iraburu, y que se erigió como acto central máximo del Open House Alumni, el 20 de septiembre.

«Bienvenidos a vuestra casa» fue la frase más presente durante ese día de puertas abiertas. Sobre el escenario, Marta Olmedo, estudiante de 3.° de Medicina y becaria Alumni, recibió a los mil antiguos alumnos reunidos en el edificio que lleva ese nombre en su honor. Entre los asistentes se veían desde miembros de las primeras promociones hasta recién graduados que, viviendo su primera experiencia laboral en Madrid, no quisieron perderse esa jornada de inauguración no oficial.

En esta “entrega de llaves” a los antiguos alumnos, el rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, explicó los tres motivos por los que la Universidad había llegado a esa meta: la nueva sede. El primero, ser un «proyecto educativo basado en las grandes propuestas del pensamiento cristiano; sabemos dónde queremos ir, tenemos un norte y una continuidad»; en segundo lugar, contar con una plantilla de más de cinco mil personas que trabajan «con un alto nivel de motivación».

La tercera causa son los antiguos alumnos, no solo porque, como dijo el rector, «el prestigio de la Universidad procede de vuestro modo de ser y vuestro modo de trabajar» sino también porque el apoyo de muchos antiguos alumnos se concreta en aspectos como sus contribuciones con iniciativas docentes, en empleabilidad, con el servicio de Admisión, y también en las aportaciones económicas a los proyectos de la institución. 

Además, el rector reforzó la responsabilidad de la Universidad con los alumni, recordando que la obligación del centro académico va más allá de la graduación: «Tenemos un compromiso de por vida, queremos seguir ofreciéndoos formación siempre». Y, para alcanzar ese objetivo, la nueva sede es una casa con las puertas abiertas: un punto de reunión de los antiguos alumnos con sus profesores, un espacio de formación continua de la mano de las facultades y un apoyo en la carrera profesional.

 

Pioneros del campus de Madrid

 Al referirse a los cinco mil empleados de la Universidad, el rector mencionó el entusiasmo «que se ve en los ojos, en la mirada de la gente» y explicó que esto es así «porque sabemos el impacto que tiene nuestro trabajo, por la capacidad de servir a muchas personas». Esa ilusión ha sido palpable de manera especial en el equipo de más de cincuenta profesionales que, como pioneros, fueron desembarcando desde la segunda quincena de agosto en el edificio Alumni, compartiendo espacio los primeros días con los diferentes técnicos que terminaban de poner a punto las instalaciones. 

Todos arrimando el hombro, cada uno desde su puesto, para que el 6 de septiembre fuera posible la primera clase. Ese día el Máster Universitario en Arquitectura se estrenó y estrenó edificio. «Estáis haciendo historia», les dijo Gómez Montoro a los alumnos en la presentación.

El atrio albergó, una semana después, el 14 de septiembre, la primera graduación celebrada en la nueva sede: los sesenta y cinco alumnos de los programas máster de Madrid de la Facultad de Derecho recibieron sus títulos.

 

La interdisciplinariedad, en el centro

El edificio Alumni cumplía un mes de funcionamiento y ya había sido testigo de sucesivas “primeras veces”: los primeros empleados, la primera clase, la primera graduación, la bienvenida a los antiguos alumnos. Además, habían arrancado casi todos los másteres y había acogido cursos especializados en regulación financiera, recursos humanos e inmunoterapia. El 4 de octubre, en el marco del congreso «Building Universities’ Reputation», se celebró la inauguración oficial.

El acto central del evento fue una mesa redonda, moderada por Carlos Rodríguez-Lluesma, profesor del IESE, en la que expertos de diferentes áreas conversaron sobre el futuro del trabajo dentro del contexto del porvenir de la universidad. En ella participaron María Rodríguez, cirujana torácica de la Clínica Universidad de Navarra; Borja Zamácola, graduado y vicepresidente de The Venture City; y Javier García Manglano, investigador del Instituto Cultura y Sociedad.

«Si buscamos curar, también socialmente, dolores, problemas, dificultades humanas… tenemos que escucharnos entre todos —afirmó García Manglano—. Cuando defines un problema como “humano” necesitas aportaciones de otros campos que van a iluminar tu propio saber».

Por su parte, Rodríguez-Lluesma valoró la relevancia de la innovación como una «dimensión proyectiva» de la acción, pero puntualizó la necesidad de «incorporar también el pasado, que son los hábitos adquiridos, y el presente, que es el propio hacer. El ritmo es esa mezcla de permanencia y cambio».

 

Un sueño que comienza: «¡Hola, Madrid!»

Con buen ritmo ha dado sus primeros pasos la nueva sede de posgrado. Gómez Montoro, durante la inauguración oficial, afirmó que «la historia de la Universidad podría resumirse como la historia de sueños magnánimos concatenados». Y el director del campus de Madrid sueña a lo grande: aspiran a llegar a quince másteres y unos setecientos alumnos en el curso 2021-22. Esos estudiantes —y los que pasen por las aulas desde ahora— nutrirán las conversaciones entre clase y clase en el atrio de la nueva construcción. Sobre él, la biblioteca colgante, el conocimiento sobrevolando el espacio testigo de estos encuentros. Así, en el corazón del edificio, confluyen la investigación, el estudio y el diálogo. 

Algunos dicen que las lamas blancas colocadas en el techo acristalado, justo sobre la biblioteca, vistas desde abajo parecen las velas de un barco. Una nave que marca rumbo al futuro impulsada por la ilusión de los primeros que pensaron en que la Universidad llegara a Madrid, los profesionales que han ayudado a poner la sede a punto, las personas que han decidido seguir formándose en la Universidad, y, por supuesto, el apoyo de los antiguos alumnos. Se lo dijo el rector a los alumni en el Open House: «Contamos con vosotros. Espero veros con mucha frecuencia en esta casa, que es vuestra casa». Bienvenidos.