Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

Dos días inolvidables

Texto: Redacción NT Fotografía: Manuel Castells [Com 87], Villar López, Mariaje Ruiz [Com 15] y Renée Higdon [Fia 18]

Monseñor Fernando Ocáriz visitó Pamplona entre el 19 y el 20 de enero. Participó en un acto homenaje al anterior Gran Canciller, Javier Echevarría, y en varios encuentros con alumnos y profesionales de la Universidad.


Por primera vez desde su elección y nombramiento en enero de 2017 como Prelado del Opus Dei y Gran Canciller de la Universidad de Navarra, Fernando Ocáriz visitó el campus de Pamplona en dos días de intensa actividad. En apenas cuarenta y ocho horas, presidió el acto in memoriam por su predecesor, Javier Echevarría, acudió a la sede de las Facultades Eclesiásticas con motivo de la celebración del 50 aniversario de la Facultad de Teología y mantuvo en el Polideportivo un encuentro con unas tres mil personas, además de otras reuniones breves y más reducidas.

Con ocasión del primer aniversario del fallecimiento de monseñor Echevarría en diciembre de 2016, la Universidad homenajeó a quien fue su Gran Canciller desde 1994. En el acto, celebrado en el Museo de la Universidad el 19 de enero por la mañana, intervinieron —junto a don Fernando Ocáriz— el rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, el anterior director general del IESE, Jordi Canals, y la vicedecana de la Facultad de Medicina, Arantza Campo.

En su intervención, la doctora Campo, que atendió como paciente a Javier Echevarría, subrayó su actitud agradecida y su cordialidad: «Agradecía de corazón todos los cuidados recibidos» y siempre se mostraba «cercano y cordial y, muy frecuentemente, con algún detalle de humor». El profesor Canals se refirió al «legado de buen gobierno» dejado por don Javier Echevarría a quienes trabajan en la Universidad de Navarra. Lo resumió en tres puntos: sentido de misión, empuje y una combinación de visión universal e interés por cada persona. Por su parte, el rector destacó tres aspectos de la personalidad del anterior Gran Canciller: cercanía, magnanimidad y gratitud. 

Por último, don Fernando Ocáriz se detuvo en un rasgo que su predecesor, en sintonía con san Josemaría Escrivá, deseaba para la Universidad de Navarra: «La apertura al mundo entero, con la ilusión de servir, de compartir lo mejor que se tiene».

Tras el acto académico, el Gran Canciller saludó a los representantes de los alumnos de las distintas facultades, a quienes animó en su trabajo actual, el estudio, fomentando el compañerismo y sin aislarse «de forma individualista». Fueron unos minutos distendidos, con tiempo para fotografías de grupo e incluso selfies.

Por la tarde, el Gran Canciller se reunió en el salón de actos del edificio de Ciencias con cerca de doscientos académicos y directivos con cargos de gobierno en la Universidad. A preguntas de los asistentes, se refirió a asuntos como la prioridad de la persona en las decisiones de gobierno, el impulso de la interdisciplinariedad en la tarea universitaria y la identidad cristiana de la Universidad.

Poco después participó en una reunión académica en el edificio de las Facultades Eclesiásticas. En ella felicitó a los profesores de Teología por el medio siglo de su Facultad y les animó a unir su tarea investigadora y su vida espiritual. Recordando a san Josemaría, monseñor Ocáriz señaló que «la Teología se estudia bien cuando la materia de estudio se hace materia de oración».

Después de este acto, el Gran Canciller acudió al Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa, donde saludó a los casi cien seminaristas de veinticuatro países que actualmente se forman en él.

Segundo día de la visita: tertulia en el polideportivo

Tras una jornada de actos con un sentido predominantemente académico, el sábado 20 de enero don Fernando Ocáriz participó en una tertulia —un encuentro informal— en el Polideportivo de la Universidad, a la que asistieron alrededor de tres mil personas de Pamplona y otras ciudades cercanas. En sus palabras iniciales, aludió a sus anteriores visitas a la Universidad acompañando a monseñor Echevarría y recordó el 50 aniversario de la homilía «Amar al mundo apasionadamente», pronunciada por san Josemaría en el campus de la Universidad de Navarra el 8 de octubre de 1967. Además, pidió a los asistentes que rezaran por la Iglesia y por el papa Francisco

En los cincuenta minutos que duró la tertulia, varias personas intervinieron para pedir a Fernando Ocáriz consejo y ánimo en su vida personal y como cristianos. Por ejemplo, en respuesta a Ricardo Piñero, catedrático de Filosofía que preguntó cómo mostrar el atractivo de la fe católica a personas no creyentes, monseñor Ocáriz habló de la importancia de la amistad: «Cuando hay amistad, aunque haya concepciones profundamente distintas de la vida, lo que a uno le interesa le interesa al otro. Aunque no lo comparta, le interesa. Y ese interés ya es una semilla que se pone en el corazón y en la cabeza de las personas». Y, en otro momento, preguntado por la alumna Samanta Díaz acerca del individualismo y la competitividad presentes en determinados ambientes profesionales, Fernando Ocáriz aconsejó pensar habitualmente primero en los demás, ya que «no hay un sistema más seguro para no ser felices que preocuparse solo de la propia felicidad. En cambio, preocuparse por la felicidad de los demás es el camino para ser felices de verdad».

Tras el encuentro en el Polideportivo, el Gran Canciller se detuvo unos minutos ante la Virgen del Amor Hermoso. A continuación, se desplazó a la Clínica, donde visitó a algunos enfermos y saludó a estudiantes y responsables del Colegio Mayor Belagua. Estos le entregaron una beca de honor donde se leía la inscripción «23-VIII-1963», fecha en que Fernando Ocáriz conoció en persona a san Josemaría, en un curso de verano celebrado en el colegio mayor.

Por la tarde, don Fernando viajó a Madrid, camino de Brasil, donde permaneció varias semanas para participar en unas jornadas de estudio dirigidas a sacerdotes y obispos de ese país y, posteriormente, conocer de cerca algunas iniciativas formativas del Opus Dei en varias ciudades brasileñas.