Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Una universidad de esperanza

Texto: Teo Peñarroja [Fia Com 19]  Fotografía: M. Castells [Com 87] y Archivo Fotográfico Universidad de Navarra

El Gran Canciller, Fernando Ocáriz, destacó el servicio a la sociedad y a la cultura que, desde su libertad, han prestado los profesores Moneo, Archer, Picard y Fine, a quienes invistió como doctores honoris causa.


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La esperanza aparece sigilosamente en todos los discursos que los grandes cancilleres de la Universidad de Navarra pronunciaron durante su primera investidura de doctores honoris causa: san Josemaría Escrivá instaba, el 28 de noviembre de 1964, a «mirar con ánimo grande hacia el porvenir»; el beato Álvaro del Portillo, el 21 de enero de 1989; y Javier Echevarría, el 31 de enero de 1998. También la idea de una universidad como «lugar de esperanza» vertebró el discurso de Fernando Ocáriz el 28 de junio.

 

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«Miremos con ánimo grande hacia el porvenir. Ayudar a forjarlo es labor de muchos, pero muy específicamente empeño vuestro, profesores universitarios. No hay universidad propiamente en las escuelas donde, a la transmisión de los saberes, no se una la formación enteriza de las personalidades jóvenes».

San Josemaría, 28.11.1964

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«Es frecuente oír que vivimos en tiempos de crisis e incertidumbre», dijo el Gran Canciller en su discurso. «Paradójicamente, en medio de un progreso y bienestar nunca alcanzados hasta ahora, vemos agotarse la energía que impulsa a personas y sociedades. ¿De dónde puede surgir la savia que las nutra y dé vigor? Una parte importante de la respuesta se puede encontrar en una educación genuina, en el poder transformador de las personas que piensan por sí mismas, sin dejarse dominar por las modas, y que fijan el rumbo de sus vidas, recorriéndolas con sentido: como peregrinos y no como errantes».

 

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«No nos resignamos a pensar que esta reducción materialista de la cultura sea la inevitable conclusión del pensamiento de los últimos siglos. Apreciamos las maravillas de la naturaleza y los inmensos beneficios del progreso material. Más aún: queremos participar activamente en la tarea de desarrollar la ciencia, de hacer progresar la técnica, de acrecentar el ya ingente patrimonio de la cultura».

Beato Álvaro del Portillo, 21.01.1989  

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Tras más de seis décadas de trayectoria de la Universidad,  Ocáriz, en el acto que se celebró en el Museo, miraba a las ilusiones de su fundador y afirmaba: «Los sueños de san Josemaría para esta institución se van haciendo realidad». Aunque apuntó que ese optimismo no consiste en cerrar los ojos con ingenuidad al mundo contemporáneo: «No cabe ignorar los actuales problemas relativos al respeto de la vida de cada persona, a la promoción de la familia y a la libertad de educación. Es preciso trabajar para que en la sociedad reinen la caridad y la justicia. La universidad debe ser un faro que, por medio de la investigación de la verdad, ilumine el mundo, una savia que, a través de la convivencia y la amistad, nutra las almas de los jóvenes que pasan por este campus año tras año. En esto radica  una fuente de vitalidad, capaz de devolver el entusiasmo a un mundo cansado».

 

El doctorado honoris causa es el mayor reconocimiento académico que puede otorgar una universidad | MANUEL CASTELLS

 

La Universidad de Navarra debe ser, según su Gran Canciller, «orientación y guía» para los jóvenes que llegan a sus aulas. «Contando con su libertad, se les invita a promover las causas más justas, se les anima a preocuparse de los más necesitados, se les prepara para entender su profesión como un servicio a la sociedad», dijo. 

 

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«La generación actual no se resigna al desencanto: desea encontrar un camino y un fundamento para la esperanza auténtica, que no pueden ser otros que la búsqueda sincera de la verdad. Afirmar que la universidad está para servir a la verdad supone optar por una revolución que puede parecer lenta pero que es la única eficaz y profunda. No hay realismo mayor que el empeño diario basado en la esperanza».

Javier Echevarría, 31.01.1998

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Como sus predecesores, Fernando Ocáriz vinculó en su discurso la idea de esperanza con la de construir el futuro sin ligaduras y de cara a los otros: «La libertad se realiza plenamente en el amor, en el servicio a los demás». Estos valores fundamentales, aseguró don Fernando, «se pueden descubrir en la trayectoria profesional de los cuatro nuevos doctores»: el arquitecto Rafael Moneo, primer español en recibir el Premio Pritzker; la filóloga Ruth Fine, que ha pasado muchos años tendiendo puentes entre la cultura hispana y la hebrea; el profesor Robert Picard, un referente mundial en la economía de los medios de comunicación; y la investigadora Margaret Archer, cofundadora y presidenta hasta el pasado marzo de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales.

 

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«Quienes estamos vinculados a esta Universidad encontramos un decisivo motivo de esperanza: que cualquier explicación de los cambios culturales y sociales es incompleta si no tiene en cuenta a Jesucristo. Dios quiere hijos libres y no esclavos. Esa providencia paterna nos llena de esperanza, nos libera de todo pesimismo, nos invita a amar al mundo».

Fernando Ocáriz, 28.06.2019 

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Con ellos ya son 39 los honoris causa que forman parte del claustro de la Universidad, desde el papa emérito Benedicto XVI hasta Robert Spaemann, pasando por Jérôme Lejeune. Después de seis decenios mirando al futuro con esperanza, esta alma mater sigue apostando por una visión del trabajo como un servicio libre a la sociedad.

 

Imagen: Talleres de Arte Granda y Manuel Castells | Interactividad: Nuestro Tiempo