Mind the gap
Mind the gap Esta columna inaugura «Mind the gap», una nueva sección de opinión en la que Nuestro Tiempo abre sus páginas a los estudiantes que deseen participar. Constituye una oportunidad para mostrar una voz joven sobre los grandes temas que laten en el mundo contemporáneo. Puedes enviar tus colaboraciones a nuestrot@unav.es para que la redacción las valore. |
Los jóvenes afrontamos una lucha para que nos escuchen. No resulta un camino fácil, ni mucho menos rápido: hay que perseverar para lograrlo. Sin embargo, si no lo empezamos nosotros, nadie más lo hará. Y estamos preparados. Somos más de 1.800 millones en el mundo y tenemos ganas de cambiarlo, de construir un futuro prometedor. Si seguimos adelante con entusiasmo, dentro de algunos años veremos los resultados.
Me llamo Milene, tengo veinte años, soy de Lima, Perú, y desde 2017 formo parte de un grupo de jóvenes activistas. Fundé la ONG Generación 2030 orientada a difundir los Objetivos de Desarrollo Sostenible que la ONU se propuso en 2015 para que dentro de una década el mundo sea un lugar mejor. Pretendemos involucrar a universitarios y adolescentes en esta Agenda 2030 de las Naciones Unidas a través de la educación. Crear esta organización a partir de un proyecto pequeño me abrió los ojos y las puertas al activismo contra el cambio climático, un asunto que ocupa muchos titulares todos los días.
Los organismos internacionales ya convocan foros, eventos y comités con el fin de discutir y llegar a soluciones que alivien este gran problema. Cuando empecé a asistir a las conferencias de la ONU me di cuenta de que, aunque las voces de los jóvenes se escuchan, no se les da la importancia que tienen.
Al principio no era más que una simple espectadora, pero, poco a poco, me involucré más, tejí una red de networking, me acercaba a preguntar a los oradores... Cada vez me sentía más cómoda en ese ambiente, preparada para cualquier reto.
El principal, sin duda, fue la actitud de los líderes de ahora, personas mayores que, desde mi punto de vista, suelen tener una perspectiva muy cerrada sobre mi generación. Tienden a pensar que no somos capaces de tomar buenas decisiones, y mucho menos de cambiar el mundo. En general, sus argumentos son de dos tipos: que no has estudiado bastante o que, sencillamente, has vivido poco. Sea como sea, esto no me impidió seguir adelante. No fue, ni lo será nunca, un problema para mí. A veces resulta fastidioso, pero, si te planteas un objetivo seriamente, puedes lograr lo que te propongas.
Por suerte, no todos piensan como ellos. El pasado septiembre, en el Youth Climate Action Forum —el primero de las Naciones Unidas para jóvenes sobre este tema— elaboramos un trabajo intergeneracional en el que nos sentimos muy escuchados. De aquel encuentro nació la Declaración mundial de la juventud por la acción climática, que tuve el honor de presentar en la COP25, la Cumbre del Clima de Madrid. No me lo podía creer. De repente estaba ahí arriba, con la luz del micrófono en verde, frente a tantos flashes y periodistas… Advertí que no importa la edad que tengas. Si quieres que oigan tus ideas, solo párate y habla. Al menos una persona te prestará atención. Y ese día no era solo una persona: había líderes y tantísima gente atendiendo a tres jóvenes que ni siquiera han terminado su carrera pero que tienen ganas de cambiar el mundo. Fue una oportunidad de oro para resaltar la importancia de que mi generación participe en encuentros como estos y de poner el foco en una voz, la nuestra, que debería ser escuchada. Hoy procuro hacer eso: animar a los jóvenes a tomar la palabra, a tener una presencia en los foros donde se decide nuestro futuro.
La llegada de los jóvenes al escenario público impulsará un mundo más abierto, listo para adaptarse y volverse flexible en la discusión de los grandes temas. Cada vez más, es crucial que estas decisiones sean intergeneracionales, ya que el futuro es nuestro. Y por eso luchamos para cuidarlo.
Milene Pardo-Figueroa [Relaciones Internacionales 21] es estudiante y fundadora de la ONG Generación 2030.