Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Cannes: decepción, admiración y euforia

Texto Jorge Collar

Caras nuevas y veteranos han conformado el paisaje de un Festival que se ha cerrado con un buen balance. 


Casi todo el mundo ha estado de acuerdo: el 64 Festival de Cannes ha sido un buen año. Las masas –críticos y profesionales– fueron especialmente numerosas y los efectos de la crisis parecen superados. El Festival busca su equilibrio entre “cine de autor” y “cine popular”, también entre las generaciones, abriéndose a nuevos nombres, sin olvidar a los “abonados”, que ocupan más de la mitad de la competición. Listas en mano, los nuevos no han provocado el entusiasmo, si se exceptúan dos o tres películas. Los avances técnicos no van a modificar la esencia del cine, siempre será preciso tener algo que decir con valor humano universal. La pregunta es oportuna para ciertos autores jóvenes. Ni Sleeping Beauty, de la australiana Julia Leigh, sobre una forma perversa de prostitución, ni Michael, del alemán Markus Schleinzer, sobre un caso de pedofilia, dos primeras obras, abrían amplios horizontes. Tampoco Footnote, del israelí Joseph Cedar (premio al mejor guión), ni el veterano Takashi Miike con la nueva versión 3D de Hara-Kiri revolucionaban la competición. Y si otra nueva, Lynne Ramsay, con We Need to Talk About Kevin retenía la atención, era a causa de Tilda Swinton, mejor actriz en todos los pronósticos. Finalmente solo tres películas destacan entre los que venían por primera vez a Cannes: Polisse, de Maïwenn (premio del Jurado), The Artist, de Michael Hazanavicius (mejor actor por Jean Dujardin) y Drive, de Nicolas Wending Refh.

Otros autores vuelven a Cannes con obras de calidad diversa, pero que pueden calificarse de “curiosidades”. La japonesa Naomi Kawase, siempre fiel a su estilo de privilegiar la naturaleza, cuenta en Hanezu la historia de un triángulo amoroso que se adivina  tras el esplendor de las imágenes. Alain Chabalier, que había triunfado en 1986 con Thérèse, se contenta ahora con hacer un cine “amateur-experimental” con el actor Vincent Lindon en un juego divertido, en el que se atribuye el papel de Presidente de la República, dejando a Lindon el de Primer Ministro.

Cannes ha tenido su escándalo: es la primera vez en 64 años que se declara “persona non grata” a un director; Lars Von Trier, que volvía al Festival sin reponerse de su depresión. La razón: sus simpatías expresadas hacia Hitler en la rueda de prensa de Melancholie, decisión que no ha impedido que la película figurase en el Palmarés (mejor actriz Kirsten Dunst). 

Finalmente, las grandes recompensas del Festival: el Gran Premio, este año ex-aequo, y la Palma de Oro. Jean-Pierre y Luc Dardenne comparten el primero (Le gamin au velo) con Nuri Bilge Ceylan (Érase una vez en Anatolia). Los dos autores son fieles a su estilo. Drama social en los Dardenne, a través de las angustias de Cyril, 12 años, que debe rendirse a una dura evidencia: el abandono de su padre.

Por su parte, Nuri Bilge Ceylan viaja a Anatolia para participar en la reconstrucción de un crimen pasional. Ninguna objeción a estos premios, más que la ausencia del Palmarés de Le Havre, de Aki Kaurismäki. Era difícil dudar antes del Festival de que la Palma de Oro iría a parar a The Tree of Life. La cosa no era evidente tras la acogida discreta de una parte de la crítica. Las reticencias surgían por afrontar una película profundamente religiosa, concebida, como un verdadero “oratorio” de música e imágenes en torno a una familia que vive en Estados Unidos en los años cincuenta y pierde un hijo en la guerra de Corea (1950-1953). 

La vida y la muerte se insertan aquí, a veces de forma abrupta, en imágenes que hablan de la creación del mundo, de la naturaleza y de la gracia, y también de las pasiones que agitan una familia con elementos autobiográficos. Es cierto que The Tree of Life no se parece a nada y que Terrence Malick, incluso en Cannes, se ha escondido para evitar toda explicación. Cada espectador debe encontrar la suya ante una obra que invita a la reflexion y a la contemplación, y aborda los temas esenciales del misterio del hombre en su relación con Dios.


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Categorías: Cine