Dirección: Denis Villeneuve | Guion: E. Roth, D. Villeneuve, J. Spaihts | EE. UU., 2021. Para los amantes de la ciencia ficción.
Año 10000. Un planeta desértico —Arrakis, también llamado Dune— es el único lugar de la galaxia donde se puede encontrar la especia, un bien absolutamente necesario para el progreso y la supervivencia.
Con este argumento, Frank Herbert publicó en 1965 una novela de ciencia ficción que se convertiría en best seller. Diez años después, el cineasta chileno Alejandro Jodorowsky presentó a varias productoras un detallado proyecto de una adaptación de Duneque fue imposible rodar: el guion era tan ambicioso como poco realista. En 1984,David Lynch adaptó Dunea la pantalla grande, pero la cinta no convenció a nadie y relegó a Dunea la categoría de obra maldita.
De ahí la expectación que ha rodeado el estreno de la película del cineasta franco-canadiense Denis Villeneuve (La llegada,Blade Runner 2049), presentada en el Festival de Venecia. El resultado es una película que emocionará a muchos y cansará a otros tantos. Villeneuve ha rodado una pieza maravillosa desde el punto de vista de la producción. Ha creado un mundo visual absolutamente subyugante: desde el sobrecogedor desierto con sus monstruosos gusanos de arena hasta las naves, el vestuario o la puesta en escena de los desfiles militares. La planificación y encuadres de Villeneuve—da igual que sean las escenas con centenares de extras que los diálogos íntimos entre madre e hijo— están cuidados al detalle. El universo que se despliega ante nuestros ojos muestra una riqueza y una belleza apabullantes.
Y, al mismo tiempo, el tono que utiliza Villeneuve es excesivamente frío, solemne y árido para que el espectador conecte con los personajes. Y el tempo narrativo, muy lento, tampoco facilita esta conexión emocional. Y con todo… es cine de muchos quilates.