Ilustración: Redacción NT a partir de Gemini

China no conquista con misiles, sino con minerales, patentes y puertos marítimos distribuidos en distintos puntos del planeta. Controla el 90% del refinado mundial de tierras raras, teje cables bajo el mar y construye infraestructuras clave en los cinco continentes. El gigante asiático redibuja el poder global con herramientas decisivas. 

Ya no hace falta enviar tropas para ganar una guerra. Hoy, el poder se construye con contratos, satélites, minerales y alianzas comerciales. Mientras Occidente se reconfigura tras el impacto de la pandemia, China ha tejido una red de influencia global: minas en África, ferrocarriles en América Latina, cables submarinos que conectan continentes y el dominio casi absoluto de un recurso clave para la tecnología del siglo XXI: las tierras raras

Detrás de cada coche eléctrico, turbina eólica, teléfono móvil o misil guiado, hay una combinación precisa de 17 elementos químicos con nombres poco familiares pero absolutamente imprescindibles. China controla más del 90 % de su refinado, define las condiciones del mercado, patenta los procesos más avanzados y exporta sus estándares tecnológicos mientras financia infraestructura crítica en los países en desarrollo. Lo hace con una estrategia de largo plazo, pragmática, silenciosa. Una geopolítica sin banderas, pero con consecuencias globales. 

El tablero se completa con una cadena de expansión coordinada: desde la extracción de minerales en Zambia o Bolivia, pasando por el ensamblaje en fábricas chinas, hasta la instalación de redes 5G o cámaras de reconocimiento facial en ciudades del sur global. El mapa ya no se dibuja con fronteras militares, sino con corredores logísticos, inversiones estratégicas y dependencia tecnológica. Y en ese nuevo orden, Europa observa con preocupación mientras busca alternativas que no lleguen demasiado tarde. 

En el centro de toda esta red silenciosa de poder, hay algo más discreto que los tanques y más estratégico que el petróleo: las tierras raras.

QUÉ SON LAS TIERRAS RARAS Y POR QUÉ MANDAN

El término tierras raras se acuñó en el siglo XIX, cuando los primeros minerales de ese tipo fueron descubiertos en Ytterby, un pequeño pueblo de Suecia cuyo nombre dio origen a varios elementos: iterbio, terbio, erbio e itrio. Desde entonces, se han identificado importantes yacimientos en distintas regiones del mundo. En Bayan Obo, al norte de China, se encuentra el mayor depósito activo, inicialmente explorado como mina de hierro en 1927 y hoy clave en el dominio global del refinado. En Estados Unidos, la mina de Mountain Pass (California), descubierta en 1949, lideró la producción global durante la Guerra Fría. En Australia, el yacimiento de Mount Weld destaca por su alta concentración, mientras que en Groenlandia, el proyecto de Kvanefjeld genera debate por sus recursos estratégicos y riesgos ambientales. Más recientemente, en 2023, se anunció en Kiruna, al norte de Suecia, el hallazgo del mayor yacimiento conocido en Europa, con más de un millón de toneladas estimadas de óxidos de tierras raras. 

Aunque el nombre sugiere escasez, las tierras raras son relativamente abundantes y suelen encontrarse cerca de la corteza terrestre, pero están dispersas y mezcladas con otros minerales como hierro, fosfatos, torio y uranio, lo que hace costosa su extracción y separación. 

A diferencia de otros metales, las tierras raras no se encuentran en vetas puras, sino mezcladas entre sí y en bajas concentraciones, lo que obliga a procesar grandes volúmenes de roca. Separarlas requiere reactivos químicos agresivos, como ácidos fuertes, y genera residuos tóxicos, y en algunos casos, radioactivos. Además, su refinado es técnicamente complejo, costoso y muy contaminante, razón por la cual muchos países trasladaron esa etapa a China, que hoy concentra más del 90 % del procesamiento global. 

Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos que comparten propiedades magnéticas, ópticas y electrónicas muy valoradas en la tecnología moderna. Incluyen los lantánidos: lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio, además de dos elementos asociados como el escandio y el itrio. Sin ellos, el mundo digital y la transición energética serían imposibles. 

«POR SU ALTO COSTE Y CONTAMINACIÓN, CASI TODO EL REFINADO SE HACE EN CHINA, QUE CONCENTRA MÁS DEL 90 % DEL TOTAL MUNDIAL»

China domina este sector a escala global, ya que posee cerca de 44 millones de toneladas de reservas, según un informe del Servicio Geológico de Estados Unidos del 2024. Además, Mining‑Technology explica que en 2023 produjo más del 69% del total mundial, y refina más del 90% del suministro. Entre los elementos que controla destacan el neodimio (Nd), que se utiliza en imanes de turbinas eólicas y motores eléctricos; el terbio (Tb), esencial para pantallas ledes y láseres, y el lantano (La), utilizado en baterías recargables y lentes ópticas. 

PATENTES Y PODER

Desde los años ochenta, China ha impulsado una política industrial enfocada en la autonomía tecnológica y en la innovación con la idea de reducir la dependencia del país respecto a tecnologías extranjeras, con una fuerte inversión pública en ciencia e ingeniería. Según The National Law Review, en 2024 China continuó siendo la principal fuente de solicitudes internacionales de patentes, con la presentación de 70.160 a través del sistema Patent Cooperation Treaty en campos como robótica, inteligencia artificial, nanotecnología y minerales estratégicos. 

Quien domina las patentes, domina el mercado: puede cobrar licencias, bloquear competidores o usarlas como ventaja diplomática. Si otro país desea emplear tecnología china, tiene que pagar o negociar. 

En octubre de 2022, Washington impuso a China una serie de restricciones a la exportación de tecnología avanzada de chips por motivos de seguridad nacional. Pero lejos de quedar como un episodio aislado, esas medidas iniciaron una escalada que hoy se conoce como «la guerra de los semiconductores». En los últimos dos años, la tensión ha ido en aumento: en diciembre de 2024, Estados Unidos endureció sus controles sobre equipos de litografía, materiales sensibles y software especializado. China respondió con restricciones a la exportación de galio, germanio y antimonio, elementos esenciales para la industria de microchips y energía renovable. Y en octubre de 2025, el gobierno de Pekín fue aún más lejos: anunció nuevas limitaciones a la venta de tecnologías relacionadas con tierras raras y fabricación de imanes, apuntando directamente a industrias de alto valor estratégico de Occidente. 

La decisión de dificultar el acceso a la materia prima fue una novedad en la guerra por el control tecnológico, que hasta entonces se había limitado al acceso a las tecnologías desarrolladas. Aquella primera gran represalia china parece haber funcionado: el germanio había aumentado su precio un 117% hasta el último trimestre de 2024, y el del galio un 77%.

El nuevo orden mundial sitúa el poder en los procesos. China no solo vende materias primas, también patenta las técnicas de refinado, las aleaciones y los componentes finales. Empresas como China Northern Rare Earth Group y Southern Rare Earth Group dominan la cadena de valor completa. 

La consecuencia es directa: incluso si Europa o Estados Unidos logran extraer minerales en sus territorios, siguen necesitando licencias chinas para procesarlos. Esta dependencia tecnológica convierte las patentes en un modo eficaz de control internacional. 

Fotografía: Lin Shanchuan / Xinhua News / ContactoPhoto Cambiar por descripción de la imagen
Trabajadores reparan in situ una sección de cable submarino en Pingtan, provincia de Fujian, sudeste de China, el 1 de junio de 2025.
ÁFRICA, LABORATORIO ESTRATÉGICO

Aunque China tiene vastas reservas de tierras raras, su estrategia geopolítica incluye diversificar el control de recursos fuera de su territorio. Y África ha sido, desde comienzos de este siglo, el epicentro de esa política exterior mineral y logística. 

Según un informe de agosto de 2024 publicado por Reuters, China prestó 4.160 millones de dólares a países africanos en 2023, lo que supuso un repunte tras varios años de caída. Esa cifra elevó el total acumulado de préstamos chinos en África desde el año 2000 a 182.280 millones de dólares, según datos del Chinese Loans to Africa Database, elaborado por el Global Development Policy Center de la Universidad de Boston. La mayoría de estos fondos se destinaron a infraestructura crítica —puertos, ferrocarriles, represas, redes eléctricas— a menudo a cambio de acceso preferente a recursos naturales estratégicos. 

África concentra una parte significativa de los minerales críticos para la transición energética global, según señalan las estimaciones de la International Energy Agency en el informe Global Critical Minerales Outlook 2025. La región posee más del 70% de las reservas de cobalto en la República Democrática del Congo, alrededor del 30% del manganeso global en Sudáfrica y Gabón, cerca del 25% del litio sin explotar en Zimbabwe y Namibia y un enorme potencial aún poco desarrollado en tierras raras en países como Burundi, Malawi, Madagascar y Tanzania. 

El interés chino en financiar infraestructuras en el continente responde en gran medida a la necesidad de asegurar acceso estable y directo a estos insumos estratégicos. 

Uno de los ejemplos más emblemáticos de inversión china en África es el ferrocarril TAZARA, que conecta Zambia con Tanzania. Construido originalmente en los años setenta con ayuda china, hoy busca modernizarse con tecnología y financiación del Gobierno de Xi Jinping, tal y como analiza Reuters, como parte de un plan para facilitar la salida de cobre, cobalto y tierras raras hacia puertos del Índico. Según ha analizado Judith Shapiro, especialista en medioambiente y geopolítica del King's College de Londres, África ocupa hoy un papel crucial como fuente de minerales estratégicos indispensables para la transformación digital y energética del mundo, aunque a menudo lo hace en un segundo plano y con bajo nivel de industrialización local. 

«MUCHOS PAÍSES AFRICANOS SE ENDEUDAN CON CHINA A TRAVÉS DE CRÉDITOS BLANDOS Y, CUANDO NO PUEDEN PAGAR, CONCEDEN EL CONTROL SOBRE INFRAESTRUCTURAS CLAVE»

Muchos países africanos se endeudan con China a través de créditos blandos (préstamos con bajos intereses, largos plazos de devolución y a veces con períodos de gracia especiales) y, cuando no pueden pagar, conceden el control sobre infraestructuras clave. Un informe del think tank estadounidense Atlantic Council documenta cómo la empresa china Sinohydro tomó posesión parcial de una represa hidroeléctrica de República Democrática del Congo tras una serie de impagos, acción conocida como «deuda por recursos». 

Pero, en realidad, lo más relevante no son los contratos firmados, sino el poder simbólico que representan. Como señala el periodista Charles Kenny en su artículo del Center for Global Development, «China no sollo construye infraestructuras, también labra alianzas duraderas». Esa fidelidad se traduce luego en votos alineados en organismos multilaterales, acceso a bases logísticas y prioridad en mercados emergentes que Europa y Estados Unidos habían descuidado.

EUROPA, ENTRE LA CRÍTICA Y LA DEPENDENCIA

La Comisión Europea ha señalado en múltiples ocasiones que la UE es «estratégicamente dependiente de China en al menos 137 productos esenciales», muchos de ellos relacionados con minerales críticos como el disprosio, el neodimio y el litio; componentes para baterías de coches eléctricos; paneles solares y turbinas eólicas —puesto que el 80% de ellos se consigue de proveedores chinos— y las celdas y módulos de almacenamiento, fundamentales para la transición energética. 

Eurostat atestigua que, en 2023, el comercio entre la Unión Europea y China superó los 850.000 millones de euros anuales, lo que la convierte en el mayor socio comercial de Europa desde 2020. El Viejo Continente importa desde textiles hasta componentes industriales, con una subordinación crítica en las cadenas de suministro.

Pese a todo, la Unión Europea también enfrenta dilemas éticos en su relación con China. Bruselas ha criticado duramente su política en materia de derechos humanos en Hong Kong, pero ha evitado aplicar sanciones económicas directas que pongan en riesgo el acceso a componentes fundamentales para la propia industria europea. «Debemos aprender la lección que nos dejó la dependencia energética de Rusia. No podemos repetirla con China», aseveró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un discurso en el Parlamento Europeo en 2023. Esta advertencia coexiste, sin embargo, con un doble rasero: Europa impone sanciones a Rusia y las evita en el caso de China, a pesar de que ha exportado tecnología de uso dual al Kremlin. En 2024, el think tank alemán Kiel Institute for the World Economy reveló que hasta el 90% de los drones y chips utilizados por Rusia en la guerra con Ucrania provienen de China de forma directa o indirecta.

DESDE 2020, CHINA ES MAYOR SOCIO COMERCIAL DE EUROPA.

PROYECTOS ALTERNATIVOS

Europa ha desarrollado iniciativas con el fin de diversificar su acceso a minerales estratégicos, como un proyecto de tierras raras en Kiruna, Suecia, donde se descubrió el mayor yacimiento del continente en 2023. También ha impulsado las inversiones en Noruega y Finlandia para procesar cobalto y níquel y ha creado el programa Raw Materials Alliance, que busca acuerdos con países como Australia y Canadá. 

Pero todas estas medidas enfrentan una serie de desafíos nada desdeñables, como los costes elevados, la estricta regulación ambiental europea y unos plazos que no compiten con la agilidad y rapidez chinas. En 2021, la Unión Europea lanzó su plan Global Gateway, con un presupuesto de 300.000 millones de euros para invertir en infraestructura digital y energética en países en desarrollo.

Un informe de Oxfam del año pasado señaló que se habían anunciado 225 proyectos dentro de ese plan, pero que la mayor parte de los fondos movilizados provenían de instrumentos financieros ya existentes, no de nuevas inversiones, y alertó sobre el riesgo de que el programa termine desviando recursos públicos hacia grandes empresas privadas europeas en lugar de generar impacto real en los países receptores. 

Josep Borrell, vicepresidente de la Comisión Europea hasta noviembre de 2024, remarcó en su intervención en el Global Gateway Forum de octubre de 2023 que ya no bastaba con proyectos auspiciosos, sino que se necesitaba una ejecución estratégica y rápida.

LA RUTA DIGITAL, LA OTRA CARA DEL MAPA

En el siglo XIX, los imperios se extendían a través de ferrocarriles, barcos y telégrafos. Hoy una parte esencial del nuevo reparto de poder corre bajo los océanos: los cables de fibra óptica. Y también en este tema China ha desplegado una estrategia de largo alcance. 

El proyecto estrella se llama Ruta Digital de la Seda, anunciado en 2015 como extensión tecnológica de la iniciativa One Belt, One Road —un plan de infraestructura lanzado en 2013 para conectar Asia, Europa y África a través de carreteras, ferrocarriles, puertos y redes digitales, que abarca más de 150 países—. En octubre de 2025, la Ruta Digital sigue su expansión con inteligencia artificial y telecomunicaciones, aunque algunos países han comenzado a mostrar resistencia. Bajo ese paraguas, empresas chinas han instalado o financiado más de 80.000 kilómetros de cables submarinos, según datos de TeleGeography, una empresa de investigación de mercado y consultoría de telecomunicaciones. Un informe del Atlantic Council documenta cómo entidades chinas, con financiación de bancos estatales como el China Construction Bank, han construido o adquirido participación en decenas de cables submarinos en todo el mundo, con el objetivo de capturar el 60% del mercado para 2025.

Uno de los casos más simbólicos es el cable PEACE (Pakistan and East Africa Connecting Europe), creado entre 2018 y 2024, que une China con Europa atravesando Pakistán, Kenia, Egipto y Francia. Tiene una capacidad de transmisión de 16 terabits por segundo y está construido por Huawei Marine, filial tecnológica de Huawei, con participación de China Unicom. Este y otros cables refuerzan la presencia digital china en África, Asia Central, Oriente Medio y Europa del Este. Quien controla la infraestructura puede priorizar flujos, proteger datos propios o interceptar ajenos. Thierry Breton, excomisario europeo de Mercado Interior, expresó sus temores en una intervención de 2023 en el Parlamento Europeo: «Estamos entregando la autopista de la información a actores que no comparten nuestros valores»

A pesar de las advertencias de Estados Unidos sobre riesgos de espionaje y control, muchos países optan por estas soluciones por su precio accesible y rápida implementación. Incluso en Europa, compañías de telecomunicaciones en Alemania, Hungría y España han trabajado con componentes Huawei para redes 5G, lo que ha generado fricciones entre Bruselas y Washington. 

Con todo, la Ruta Digital de la Seda no termina en los cables. «Si Estados Unidos exporta Netflix y Amazon, China exporta control digital», expresa el politólogo Ian Bremmer en un informe de 2023 de Eurasia Group, la consultora de riesgo político más relevante del mundo. Porque China también vende al exterior cámaras de seguridad de vigilancia con reconocimiento facial, como las Hikvision, presentes en más de 180 países, y sistemas de gobernanza digital, usados para censura, control de redes sociales y ciberseguridad de Estado. 

AMÉRICA LATINA, EL NUEVO PATIO LOGÍSTICO DE PEKÍN

Durante décadas, América Latina fue considerada la zona de influencia natural de Estados Unidos. Sin embargo, como sucede en África, China ha aprovechado los espacios que Occidente descuidó para tejer una red de relaciones económicas, tecnológicas y logísticas que hoy reconfiguran el equilibrio geopolítico. Sin confrontación directa y con una estrategia paciente, Pekín se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Perú y Chile, y en uno de los mayores financiadores de proyectos de infraestructura de toda Latinoamérica. 

La pandemia de covid-19 aceleró este proceso, no solo por la caída del comercio global sino también por el papel que jugó la geopolítica de las vacunas: mientras Estados Unidos se replegaba, China envió millones de dosis a países como Argentina, México, Perú o República Dominicana, lo que fortalece su presencia diplomática y abre la puerta a nuevos acuerdos comerciales y tecnológicos. Este impulso se consolidó con inversiones en sectores estratégicos, sobre todo en el llamado «triángulo del litio», formado por Argentina, Bolivia y Chile, que concentra el 60% de las reservas mundiales de ese mineral. 

En 2022, la empresa Ganfeng Lithium firmó acuerdos para explotar salares en Jujuy (Argentina), y Tianqi Lithium controla una parte importante de SQM, el gigante chileno del sector minero. La lógica es clara: llegar a recursos críticos para la transición energética global antes de que lo hagan otros. «En vez de colonizar territorios, China asegura materias primas muy importantes a través de asociaciones que le garantizan prioridad de acceso y condiciones ventajosas», señala en una entrevista la investigadora Margaret Myers, del think tank Inter American Dialogue. 

«CHINA HA LOGRADO SER LA FÁBRICA, EL LABORATORIO, EL BANCO Y LA CARRETERA DEL MUNDO AL MISMO TIEMPO»

Uno de los proyectos más ambiciosos en la región es el puerto de Chancay, en Perú, con una inversión que supera los 3.000 millones de dólares. Está operado por Cosco Shipping Ports —una empresa estatal china vinculada al Ejército Popular de Liberación— que posee el 60% de la inversión, mientras que el 40% restante pertenece a la minera peruana Volcán. Aunque el proyecto original fue concebido en 2008 por un empresario peruano, Cosco se incorporó como socio en 2019 y la construcción se completó en 2024. El puerto, inaugurado en noviembre de ese año y en operación desde inicios de 2025, fue diseñado para recibir los buques más grandes del mundo e incluye cuatro muelles, servicios logísticos y un túnel de casi dos kilómetros. Permite recibir grandes buques y sirve como entrada comercial directa a Sudamérica desde China sin pasar por el canal de Panamá, lo que reduce el tiempo de transporte hacia Asia hasta en 12 días. Esta ruta alternativa disminuye la dependencia china del canal panameño, donde empresas chinas controlan terminales en ambos extremos, pero donde Estados Unidos mantiene influencia y capacidad de presión, especialmente en caso de conflicto. 

Además, China avanza con otros intereses en la región. En julio de 2025, firmó un acuerdo con Brasil para construir un ferrocarril que una el Atlántico con el Pacífico —aprovechando algunas vías ya existentes en Brasil—, con financiación china y posible participación alemana. Power China y Gezhouba Group construyen represas en Argentina y Ecuador, y empresas chinas han instalado más de veinte estaciones satelitales y observatorios en zonas estratégicas del Cono Sur. Un informe de mayo de 2023 del Atlantic Council —think tank vinculado a la OTAN y financiado por el Departamento de Estado estadounidense y contratistas del Pentágono— alerta sobre la opacidad de algunos contratos y los riesgos de cesión de soberanía logística a largo plazo, preocupaciones que Washington ha expresado de forma directa en varias ocasiones. 

CHINA VENDE SISTEMAS DE GOBERNANZA DIGITAL, USADOS PARA CENSURA, CONTROL DE REDES SOCIALES Y CIBERSEGURIDAD DE ESTADO.

Por último, se ha desarrollado en toda América Latina una presencia china en las telecomunicaciones que nadie imaginaría hace unos años. Huawei, por ejemplo, ha instalado redes 4G y 5G en más de una decena de países latinoamericanos, mientras que cámaras de videovigilancia inteligente producidas por Hikvision operan en México, Venezuela, Ecuador y Bolivia, en muchos casos con software de reconocimiento facial. 

¿QUIÉN MANDA EN EL SIGLO XXI?

«China y la India van a terminar con la hegemonía occidental», reflexionaba el escritor y periodista argentino Martín Caparrós en una entrevista publicada por El Orden Mundial en noviembre de 2023, anticipando el fin de una era y el nacimiento de una «Edad China». Caparrós también ha señalado, en un ensayo para The New York Times, que «China ha logrado, sin bases militares, lo que antes era solo posible con tropas: influencia estructural y duradera». 

En 2025, a pesar de atravesar la época con mayor número de conflictos armados activos —ahí están Ucrania, Gaza o la amenaza sobre Taiwán—, gran parte del poder global se ejerce de otro modo. Se construye con contratos, redes, algoritmos, y minerales. 

China ha logrado ser la fábrica, el laboratorio, el banco y la carretera del mundo al mismo tiempo. Opera más del 90% del refinado de tierras raras, lidera la producción de baterías, domina los flujos de datos en regiones enteras del planeta y ofrece a países con necesidades urgentes lo que Occidente solo promete con condicionamientos. 

Lo más notable no es lo que posee, sino cómo lo organiza. No impone un modelo de comportamiento único, sino que se adapta a las reglas de juego de cada región. A veces opera como socio comercial, otras como financista, otras como constructor y otras como arquitecto digital. 

«El futuro ya no se escribe en inglés», dijo en 2022 el economista indio Parag Khanna, en una conferencia en Berlín. «Está siendo codificado en mandarín, bajo cables que no vemos, sobre vías que no controlamos y con minerales que ni sabíamos que existían».

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