CRÍTICA DE SERIE. Apple TV, 2023 | Creadores: George Kay y Jim Field Smith | 7 episodios de 60 min.
Que Apple TV es una plataforma que va haciéndose un hueco cada vez más sabroso es un hecho. Ahí pululan propuestas tan sugerentes y complementarias como Severance, Ted Lasso, Slow Horses o Invasion. Su espíritu aspira a la calidad antes que a la cantidad, en línea con el toque de distinción que siempre caracterizó a la manzanita. Es una cadena que quiere generar eso que llaman «conversación cultural», que ansía el prestigio crítico sin renunciar al público sofisticado. Quizá por eso llama la atención una propuesta como Secuestro en el aire (Hijack, en inglés), un thriller de siete episodios que apuesta por el entretenimiento con mayúsculas, sin mayores pretensiones existenciales o sociales.
Secuestro en el aire agarra al espectador desde los primeros minutos y jamás lo suelta. Para ello ensaya todos los trucos narrativos: el final de capítulo que te deja colgado del risco, la revelación súbita de un secreto, la gran conspiración, los familiares como chantaje y esa agonía constante de la catástrofe a un volantazo de distancia. La premisa es simple y se cuenta en tiempo real, como la mítica 24: un avión comercial que acaba de salir de Dubai con destino a Londres es secuestrado por terroristas. A bordo, por suerte, viaja el héroe de la historia: Sam Nelson. Interpretado por el imponente Idris Elba con su gravitas habitual, Nelson va salvando un match-point tras otro por su valentía y su astucia.
La crítica no ha aplaudido Secuestro en el aire. En efecto: Apple TV no pretende reinventar nada; se cuelan clichés, situaciones esperables y una moralidad convencional. Y, sin embargo, es un producto recomendable para quien busque una historia de acción, cortita y al pie, con sus paladines, sus villanos y sus grises en medio de la coralidad. Ni más… ni menos. Porque la serie, a pesar de adornarse con ramificaciones emocionales, dilemas éticos e, incluso, cierto aroma geoestratégico, busca básicamente que la audiencia sienta el frenesí de una carrera contrarreloj y la violencia de la amenaza a bordo. A veces, una peripecia tan simple es lo que uno persigue cuando, tras el ajetreo cotidiano, quiere entrar en modo avión y desconectar con un poco de adrenalina y vértigo.