Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

El multiverso: un agujero negro para el guion

Texto: Ana Sánchez de la Nieta  

El estreno del último Spiderman —Spiderman: cruzando el multiverso— suscita la pregunta sobre si se está forzando un poco la narrativa con tanto universo paralelo.


Lo que presumíamos que iba a ser el gran regalo para los guionistas —infinitos mundos por explorar— se ha convertido en un agujero negro para los contadores de historias. Pero vayamos por partes. Hace cinco años, en 2018, se estrenó Spiderman: un nuevo universo, una versión animada del superhéroe que, basándose en Miles Morales —personaje creado en 2011— aprovechaba el todavía reciente multiverso para contar la historia de un Peter Parker que moría o resucitaba según estuviera en un universo o en otro. Hasta aquí todo bien. Tampoco era la primera vez que se hablaba en el cine o en la literatura de universos paralelos y, además, el envoltorio visual de la película era maravilloso, con todas las letras y en mayúsculas. 

El último Spiderman es igual de espectacular en su animación. Un festival de colores y texturas, una mezcla explosiva y perfecta de cómic, ilustración y efectos. Pero, ¡ay!, tanto cambio de universo, tanta grieta espaciotemporal y tanto metraje (140 minutos) acaban dejando la historia para el arrastre.

Mientras, aturdida, trataba de seguir en la pantalla al hombre araña —y a sus 180 spiderman acompañantes— de un mundo a otro, me acordé de que experimenté esa misma sensación cuando vi Todo a la vez en todas partes. Al principio, me fascinó la señora oriental que atraviesa el tiempo y el espacio mientras termina su declaración de la renta pero, a medida que avanzaba la película, crecía también la dificultad para fijar la atención en la historia. Porque no hay una, hay decenas, y llega un momento en el que en vez de primar lo narrativo prima lo aleatorio, y la lógica desaparece radicalmente de la escena. 

 

VOLVAMOS A ARISTÓTELES

Si vamos a hablar de relato y narrativa, hay que tirar de la Poética, un texto que sigue vigente después de casi veinticinco siglos. Lo dijo el sabio griego: planteamiento, nudo y desenlace. Aristóteles escribió también de las emociones humanas como condición imprescindible para conseguir que el espectador conecte con los personajes y con la tragedia —o la comedia— representada. 

Con otras palabras, lo que defendía Aristóteles era un relato humano y lo más similar a la realidad porque, también según el filósofo, el arte es mimético, imita a la vida. Y en la vida, los acontecimientos —por muy locos o ilógicos que parezcan— empiezan, evolucionan y terminan. Tienen un final que, para algunos, será un nuevo principio. En ese viaje, el hombre, la mujer, el personaje se enfrentarán a diferentes circunstancias —unas alegres, otras dolorosas— que les harán crecer, madurar o envilecerse. Aquí reside el drama de la vida y, por lo tanto, la esencia del drama también en la ficción. Podría decirse que en el centro lo que se encuentra es el corazón humano y la libertad.  

Pero ¿qué tiene que ver esto con el multiverso? En apariencia, nada, aunque en algunas de las novelas recientes o películas estrenadas que transcurren en este escenario observamos cómo se diluye ese protagonismo del personaje y esa coherencia narrativa. Se apuesta por lo aleatorio o, en el otro extremo, se juega la carta del determinismo. 

Decía el cineasta británico William Oldroy que «trabajar con límites no solo aguza el ingenio sino que facilita la creatividad». Aplicando esta cita al relato podríamos afirmar que la falta de límites espaciotemporales que propone el multiverso no solo no aguza el ingenio, sino que estrangula la creatividad. Porque muchas veces se plantea ese multiverso como un ubi sin espacio —valga la paradoja— para la responsabilidad, donde no existen las causas ni las consecuencias, y tampoco el bien y el mal. Donde no solo el espacio y el tiempo son relativos, también la propia vida y la muerte son indiferentes. 

Y si no hay pasiones humanas, no hay libertad, ni premio ni castigo; todo es aleatorio, todo da igual, todo fluye,  nada permanece. Y el drama se disuelve. Desaparece. Entonces, no importa lo que les pase a los personajes, porque en realidad no les ocurre. Peter Parker muere, pero resucita en otro mundo, y lo de que «un gran poder es una gran responsabilidad» tampoco es cierto porque no hay nadie ante quien responder. 

Por eso, este multiverso se ha convertido en un agujero negro, en una máquina trituradora de historias. Y no es tanto problema del universo en sí, sino de que lo hayamos despojado de su humanidad, de que hayamos ocultado al personaje y su moral, de que le hayamos robado el drama. Devolvérselo está en manos de los guionistas, y es un reto apasionante.

 

TELEGRAMAS

 

Clásico Scorsese

Cuarenta años después de su estreno, Toro salvaje vuelve a la gran pantalla en una versión remasterizada, aprobada por Martin Scorsese y Thelma Schoonmaker (su montadora habitual, ganadora de uno de los dos Óscar que se llevó esta cinta—el otro fue para Robert De Niro—).

 

Festival de festivales

La francesa Justine Triet es la tercera mujer en alzarse con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, que este año ha celebrado su 76.ª edición. Anatomía de una caída se impuso a La zona de interés, de Jonathan Glazer, y a Fallen Leaves, de Aki Kaurismäki

 

Guionistas y actores en huelga

La huelga de guionistas de Hollywood de 2007 duró cien días, y la iniciada este mayo se estima que sea aún más larga. Además, el 13 de julio más de 160.000 actores comenzaron también una huelga indefinida. La última vez que ambos gremios pararon a la vez fue en 1960.

 

 


Categorías: Cine