Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Gravity, la consagración espacial de Cuarón

Texto Jorge Collar

El espacio sideral sirve de escenario al director mexicano para contar una historia con la que ha marcado un hito.


Es excepcional que una película obtenga, unánimes, los favores del público y de la crítica, y así ha sucedido con el estreno mundial de Gravity, del mexicano afincado en Hollywood Alfonso Cuarón. La película daba la ocasión de centrar la atención sobre este director, cuyo destino cinematográfico es  más bien desconcertante. Responsable en 2004 de Harry Potter The Prisoner of Azkaban, que algunos consideran el mejor de la serie, su nombre fue un poco eclipsado por el joven mago que hacía de la obra una película de estudio fiel a la serie. En realidad fue J.K.Rowling quien aconsejó a la Warner el nombre de Cuarón, convencida por el trabajo de adaptación del libro de Frances Hodgson Burnett (1848-1924) A Little Princess, que fue en 1995, una de las primeras películas de Cuarón. El mexicano comenzaba así una carrera de adaptador de obras literarias que proseguía en 1998 con Great Expectations (adaptación de Dickens a la época actual), seguida del episodio de Harry Potter, y rematado por otra adaptación, la de la novela de ciencia ficción de Phyllis Dorothy James, Children of Men, de 2006. Todo ello situó a Cuarón en la misma línea que Guillermo del Toro y Alejandro González Iñarritu, mexicanos que han ganado la confianza de Hollywood, y también son aceptados por los cinéfilos europeos. El caso de Cuarón es, sin embargo, especial, pues después de Children of Men, que no había gustado a todo el mundo, siguieron siete años de silencio. La acogida de la película con la que ha vuelto a las pantallas no puede verse como el fruto de una popularidad ya edificada. Es un fenómeno nuevo, una verdadera consagración. 

El afán de simplicidad parece dominar el guión de Gravity, hasta el punto de que se le podría reprochar que no profundiza en los personajes. La historia presenta a dos astronautas que se enfrentan a una reparación en una estación espacial: Matt Kowalski (George Clooney), veterano del espacio,  y la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock), especialista altamente cualificada. Los problemas comienzan pronto, cuando les llega desde la base terrestre el anuncio de la irrupción de los restos de un satélite. La lluvia de objetos heteróclitos hace que los dos astronautas se queden perdidos en el espacio, casi irremediablemente, pues su supervivencia está determinada por la cantidad de oxígeno disponible. 

Empieza entonces un combate en el espacio sideral contra una muerte programada o, quizá, la posibilidad de evolucionar en un mundo donde los cuerpos flotan y se desplazan sin gravedad. Esto provocará una serie de acontecimientos que pondrán a prueba el altruismo del hombre y la resistencia de la mujer, que después de un momento de depresión, comprensible, recupera las fuerzas para continuar la lucha. 

Como en todo suspense bien concebido, las leyes invariables del espectáculo alternan los momentos de angustia y de optimismo. La reflexión de los personajes, sobre todo de ella, frente a la muerte puede dar lugar a consideraciones existenciales. Enfrentada al enigma del universo, la Dra. Stone lamenta que no le hayan enseñado a rezar, pero el recurso a la fe y al sentido de la vida que le acompañan solo se sugieren, porque lo más acuciante es preservar la vida, aunque la transcendencia vuelve a aparecer en la última imagen.

Sin olvidar estas notas espirituales, no puede decirse que Gravity sea una película filosófica, ni que contenga una carga decisiva en el terreno de la metafísica. Para el espectador medio, lugar en el que debe situarse el crítico, la película es sobre todo un espectáculo, pero verdaderamente nuevo, como lo fue en su día 2001 A Space Odyssey, de Stanley Kubrick, o Avatar, de James Cameron. La maestría de la fotografía en 3D de Emmanuel Lubezki invita al espectador a compartir, mediante una serie de planos secuencia magistrales, la aventura de los astronautas, y a que se sienta como si flotara en el espacio, sin las coordenadas de la gravedad. El filme de Cuarón le permite compartir una experiencia inédita, similar a la que viviría en un parque de atracciones, con la ventaja de que Gravity le hará creer que realmente se encuentra a a 598 kilómetros de sus pies. 

 

Jorge Collar  es crítico y decano de los periodistas del Festival de Cannes.


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Categorías: Cine