Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

'Hunger Games', ¿nueva serie para los adolescentes?

Texto Jorge Collar

La adaptación al cine de las novelas de Suzanne Collins toma el relevo de sagas como Crepúsculo o Harry Potter. 


El estreno mundial de Hunger Games –simultáneo en Estados Unidos y en gran parte del planeta– y sobre todo su éxito en América, hacen presagiar una nueva ola de películas destinadas a los adolescentes, que desde hace años son parte decisiva en los resultados de taquilla. Aún sin extinguir la saga de vampiros de Twilight, la película de Gary Ross da la impresión de una ola de éxito incontenible. Adapta la trilogía de Suzanne Collins, de la que por ahora solo se conoce el primer episodio. 

¿Existe un modelo común de serie de películas para los adolescentes? Sin duda, y además se define por ciertos rasgos comunes. La primera característica es su origen literario popular. Sin remontarse a los orígenes del cine, quizá se puede señalar Star Wars, de George Lucas, como comienzo de este fenómeno que ilustraba la epopeya espacial en dos trilogías, sin ocultar su inspiración indirecta en El Señor de los anillos, de J.R.R. Tolkien. El libro de Tolkien publicado en 1954 fue, a su vez, llevado al cine por Peter Jackson en tres películas (2001-2003) que, gracias a las imágenes de síntesis, ofrecían un espectáculo fascinante. En paralelo, las novelas de J.K. Rowling imponían a partir de 1997 el personaje de Harry Potter, y se transformaron entre 2001 y 2011, en ocho películas de directores diversos que obtuvieron  el éxito de todos conocido. El fenómeno Twilight apareció a partir de 2006 y renovó el mito de los vampiros a partir de la trilogía de Stephenie Meyer. Tampoco se pueden olvidar las tres películas de Las crónicas de Narnia, basadas en las obras de C.S.Lewis. Todos se dirigen al público juvenil y la difusión de sus libros ha sido masiva: 100 millones de ejemplares de C.S.Lewis, 400 millones por el conjunto de Harry Potter. Los libros de Suzanne Collins van ya por los 30 millones.

Una segunda nota común a todas estas obras es la incursión en un mundo de aventura fantástica donde los jóvenes desempeñan un papel preponderante. Todo ello conduce, y será la tercera característica, a la creación de un mundo codificado que reclama una iniciación, un aprendizaje y una adhesión. El espectador que llegaba a Harry Potter con el tren en marcha tenía dificultades para comprender la acción, mientras que los jóvenes que habían crecido con el personaje dominaban perfectamente todos los recursos de la historia. Esta codificación de los contenidos es propicia de la utilización de las redes sociales, tan en boga a través de Internet. 

 En Hunger Games se dan cita todos estos elementos. Las novelas de Suzanne Collins han abonado ampliamente el terreno del éxito. Sus aventuras post-apocalípticas están protagonizadas por adolescentes y pretenden crear un mundo particular con vocación metafórica. La película de Gary Ross presenta viejos mitos de la caza del hombre y de los juegos del circo dados como espectáculo en una telerrealidad destinada a mantener dominado al pueblo. La acción transcurre en Panem, país imaginario, edificado sobre las ruinas de Estados Unidos, que instala un mundo jerarquizado entre opresores y oprimidos, que era ya el de Fritz Lang en Metropolis. Los distritos que lo componen deben enviar 24 jóvenes para participar en un juego del que solo debe quedar un superviviente. No es extraño que en Japón se haya hablado de plagio, pues la película de Funji Fukasaku Battle Royale (2000) abordaba exactamente el mismo tema con matices diversos y una violencia escalofriante. 

La otra diferencia con la película japonesa es la de haber escamoteado la violencia, un esfuerzo meritorio, dado el tema. Además se acentúa el carácter positivo de los personajes centrales. Katniss (Jennifer Lawrence) y Peeta (Josh Hutchinson) no desean matar sino defenderse. Y su aventura tiene más el aspecto de un recorrido lúdico que de un enfrentamiento cruel. Quizá el exceso impide descubrir que se habla del mundo real o del que nos amenaza. En el terreno sociológico, la película genera ya toda clase de grupos dispuestos a familiarizarse con esta nueva versión de la existencia que resucita el eterno conflicto entre el bien y el mal.  


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