Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

«Se levanta el viento», el adiós de Hayao Miyazaki

Texto Jorge Collar es crítico cinematográfico y decano de los periodistas del Festival de Cannes

Uno de los grandes nombres del cine de animación se despide con su película más personal.


Se levanta el viento se presentó en el último Festival de Venecia. Los Studios Gibli, fundados por Hayao Miyazaki en 1985, anunciaban que esta película sería la última del famoso director japonés. La noticia no ha sorprendido. No es la primera vez que el cineasta anuncia su retirada, si bien es cierto que a sus 72 años, y con una salud precaria, esta podía ser efectivamente su última película. El tono, la forma de visitar la Historia de su país y la elección de un protagonista que guarda una cierta relación con su vida y sus ideas hacen de esta obra una película-testamento.

Un joven japonés, Jiro Horikoshi (1903-1982) —inspirado en el ingeniero aeronáutico italiano Giovanni Caproni— sueña con ser piloto. Su vista deficiente le priva de esta posibilidad y le obliga a transformar su pasión: no podrá volar pero sí concebir aviones.

El relato se centra en los hechos capitales que marcan la vida de Horikoshi: el terrible terremoto de Kanto en 1923, donde por primera vez, todavía un niño, se cruza con quien será el gran amor de su vida, Nahoto Satomi. También atraviesa la Gran Depresión de 1929, los estragos de la tuberculosis y la entrada de Japón en la Segunda Guerra Mundial. La gran historia se descubre así a través de su historia personal. Concretamente, desde la relación amorosa entre Jiro y Nahoto, esta última, víctima de la tuberculosis. En un drama con reminiscencias autobiográficas, pues la madre del cineasta, a la que siempre estuvo muy unido, fue  víctima de esta enfermedad.

La amistad se encarna en su colega Hongo, con quien compartirá sus trabajos en el campo de la aeronáutica. Horikoshi conocerá la gloria como genio de la aeronáutica, pero fracasará al comprobar que sus aviones, concebidos al servicio de la paz, se harán famosos a causa de la guerra. En este plano son conocidos los sentimientos pacifistas de Miyazaki, que le han granjeado cierta polémica durante el estreno en Japón. Algunos sectores le reprocharon su posición frente a quienes quieren permitir el rearme de su país. Un contexto utilizado por ciertos críticos occidentales para echar en cara a Miyazaki que su protagonista sea el inspirador de los aviones de caza Mitsubishi A6M, los temibles «Zero», que dieron a los japoneses la supremacía en el aire en el Pacífico.

Todas estas precisiones son necesarias para comprender una película que recoge las preocupaciones de un artista considerado uno de los maestros del cine de animación. Sus obras han llegado desordenadas a Occidente a partir del éxito, en el año 2000, de La princesa Mononoke. Después se han recuperado obras anteriores —El castillo en el cielo, Mi vecino Totoro, Porco Rosso, etcétera— y continuado con la producción posterior: El viaje de Chihiro, El castillo ambulante o Ponyo en el acantilado.

De todas ellas en Se levanta el viento es donde los personajes están más cerca de la realidad, al inspirarse en un personaje histórico. Con él el cineasta muestra preocupaciones personales y detalles de su propia biografía. Miyazaki nos embarca así en una verdadera aventura humana donde olvidamos que se trata de un filme de animación. Los personajes albergan una auténtica profundidad humana; la emoción que suscitan es tan fuerte o quizá mayor que la que hubiera conseguido con actores. Por otra parte, la animación desarrolla sus posibilidades espectaculares en las escenas épicas, como el terremoto de Kanto, sin olvidar la belleza de los decorados, la armonía de los colores ni la gracia de los movimientos. Miyazaki se mantiene fiel a su estilo visual al mismo tiempo que hace surgir fuertes emociones con una gran economía de medios. Por lo demás defiende sus valores de contenido universal: amor y amistad, relaciones privilegiadas con la naturaleza, pacifismo como reacción frente a la guerra nuclear que el Japón ha vivido, sin olvidar su pasión por el mundo de la aviación. Todo ello esta presente en una película que deseamos vivamente que no sea la última.


Cine NT 683



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