Ancho mar de los Sargazos
Entre dos continentes
EL CLÁSICO. Jean Rhys | Anagrama, 1998 | 192 páginas | 5,10 euros.
La lectura de Ancho mar de los Sargazosnos aporta una satisfacción doble, porque no leemos una novela sino dos al mismo tiempo. Su protagonista, Antoinette Cosway, reaparecerá en Jane Eyre de Charlotte Brontë, una vez convertida en Berta Mason, la mujer «loca» que Edward Rochester mantiene encerrada en su mansión de Thornfield. Conocemos la historia: Berta, que es el obstáculo para el nuevo matrimonio de Rochester con Jane, acabará prendiendo fuego a Thornfield y suicidándose. Posibilitando así el final feliz de Jane Eyre.
Igual que Berta Mason, Jean Rhys (1894-1979) era antillana, y cuando de niña leyó la novela de la Brontë decidió que esa mujer muda en la novela inglesa merecía una voz. Y que esa mujer loca merecía una lucidez. En definitiva, que esa mujer
—de la que Jane Eyre nos dice que «no se sabe si es persona o animal»— merecía ser, reconociblemente, un ser humano.
Y eso hace Ancho mar de los Sargazos: devolverle a Berta Mason su voz, su lucidez, su condición humana. La trama de la novela la constituyen entonces dos procesos. Primero, el de desposesión: cómo Antoinette Cosway se va convirtiendo en Berta Mason; cómo de ser una rica heredera pasa, después de su matrimonio con Rochester, a no tener nada. Y cómo se va tejiendo su supuesta locura con hilos de intereses, confusiones, crueldad.
El segundo proceso es el de reposesión. Porque Antoinette/Berta hará en la novela lo que tiene que hacer: prender fuego a Thornfield y tirarse por la ventana —su destino está escrito en Jane Eyre—. Pero lo hará siguiendo su propio texto; como un sujeto en plena posesión de su memoria y su lucidez, es decir, consciente de que está ahí para desempeñar un papel, el que le conviene a Rochester, y a la causa de las identidades monocordes, sabiendo que no tiene sitio en ese mundo, porque su identidad es criolla, polifónica, como el propio mar de los Sargazos que se abre entre dos continentes.
Ancho mar de los Sargazos siembra dudas en las certezas de Jane Eyre. Alumbra rincones oscuros. Da voz a quien no la tenía. Cumple, en definitiva, lo que hace la gran literatura: interrogar, revelar, darle una verdadera oportunidad a lo humano.
Luisa Etxenike