Retorno a Brideshead
La luz sobre las ruinas
EL CLÁSICO. Evelyn Waugh | Tusquets, 1987 | 416 páginas | 19 euros.
Ronald Knox, clérigo anglicano y hombre observador, asistió a un funeral católico. Le sorprendió que para recibir la sagrada Forma la gente guardara fila con su bolso, su sombrero…, sus cosas. En cambio, en la High Church anglicana ponían a la entrada un guardarropa. Knox se lo preguntó a un cura amigo: «Los anglicanos formáis una Iglesia pura. Nosotros nos sabemos pecadores. Todos. Y nos confesamos de los errores. Por eso la gente se lleva sus pertenencias cuando se levanta a comulgar: le puede robar el que está al lado». Esta realidad se le quedó grabada a Knox, que se sentía pecador también. Poco después abrazó la fe católica.
Evelyn Waugh fue novelista, combatiente y corresponsal de guerra, autor de vivaces columnas, crítico literario, bon vivant, converso y amigo de Knox. Modelando confidencias y anécdotas y amigos que iba anotando tenazmente en su diario desde casi la infancia sacó la rápida escritura —cinco meses— de Brideshead Revisited. Pero quizá su rasgo más revelador fue su religiosidad, ver lo sobrenatural en todo. Para otros, que despertaba en los demás afecto.
Retorno a Brideshead, a la Arcadia, es una novela magnífica. Cuenta una historia fascinante: si no lo hiciera, jamás la leeríamos varias veces. De desenlace inolvidable. Inspirado. Waugh la concluyó en junio de 1943, recuperándose de un accidente de paracaidismo. Y por paracaídas le llegaron las primeras galeradas, cuando se encontraba destinado en Dubrovnik.
Amparado en lo que vivió y conoció y añoró de joven, Waugh deja que pinte la trama el capitán de infantería y artista Charles Ryder, desde su etapa oxoniense de estudiante hasta el amargor de la Segunda Guerra Mundial. Y se perfilan personajes plenos, como el extravagante y atractivo Sebastian Flyte —langosta Newburg, osito de peluche, Nanny Hawkins, Marruecos…—, que no se apartaban de bufandas o bolsos baratos sino de castillos, miles de libras, belleza y elegancias confortables pero que piden también perdón continuamente.
El lector caerá en la cuenta de que ese regreso plasma el resurgir de la fe católica entre las circunstancias más adversas o, visto desde arriba, la manifestación de la gracia divina y sus efectos. Y sin ñoñeces ni gazmoñerías.
Joseluís González
ILUSTRACIÓN: Diego Fermín