Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 718

¿Para qué sirven los "remakes"?

Texto Jorge Collar

Los espectadores de todo el mundo se han acostumbrado a disfrutar antiguas películas en sus nuevas versiones.


¿Para qué sirven los remakes? Los puristas responderán que, desde el punto de vista artístico, son completamente inútiles, pues no hay razón de rehacer lo que ya se ha hecho bien en el pasado. El cine americano no lo entiende así, tampoco a veces el europeo. Porque en la idea de rehacer puede haber otros intereses, aunque suele primar el criterio comercial: un gran éxito que se quiere aprovechar. Es bien conocido el espectacular éxito que tuvo en Francia Bienvenue chez les Ch’tis, de Dany Boon, una película que explotaba los prejuicios sobre el Norte de Francia. Esta misma idea se utilizó en otras latitudes. La primera fue la italiana, aunque también está en marcha una versión norteamericana. Benvenuti al Sud, de Lucas Miniero. Son copias de la película de Dany Boon, se repiten los mismos gags sin complejo, pero se introduce un elemento nuevo que se adapta al país. 

Sobre las razones invocadas por hacer un remake, algunas pueden ser más nobles. Es el caso de la película danesa Brother (2004), de Susanne Bier y Anders Thomas Jenlen, una obra de una fuerza excepcional que en su versión americana (2010) ha dirigido Jim Sheridan. El tema era el enfrentamiento de dos hermanos, uno de los cuales, enviado a combatir en Afganistán se ve obligado a matar a un camarada para salvar su vida. Salvado in extremis y de vuelta a Estados Unidos, pensaba, cosa absolutamente falsa, que su hermano había tenido una aventura con su mujer. El remake esta vez era de una fidelidad completa y el resultado de excelente calidad. Se trataba de aprovechar una idea de base dramática para el mercado americano. La película danesa apenas se había visto en Estados Unidos, como todo cine no rodado en inglés. Sheridan traslada la acción a Estados Unidos, como siempre en estos casos; y no había necesidad ni de cambiar de guerra. El único cambio eran los actores: bastaba introducir a Tobey Maguire, Jake Gyllenhall y Natalie Portman para obtener un resultado excelente. 

Otra dimensión tiene el remake de la película francesa Pour elle (2008), de Fred Cavayé, que ha pasado de ser una obra de calidad, pero modesta, a ser una gran producción americana que gana además cuarenta minutos suplementarios. The Next Three Days está escrita y dirigida por Paul Haggis (Oscar a la mejor película y el mejor guión por Crash en 2006) e interpretada por Russel Crowe y Elizabeth Banks en los papeles que en la versión francesa correspondían a Vincent Lindon y a Diane Kruger

Aquí también se pretende explotar una buena idea dramática: John (Russel Crowe) y Lara (Elizabeth Parker) viven en perfecta armonía con Luke; su hijo de 9 años. La policía irrumpe una mañana en su casa y detiene a Lara acusada del crimen de su patrona, con la que mantenía malas relaciones y cuyo cadáver ha sido descubierto en el aparcamiento de su empresa. Las huellas dactilares de Lara han aparecido en el arma del crimen –un extintor de incendios– y su gabardina está manchada de sangre de la víctima. Efectivamente, Lara había retirado un extintor de incendios del aparcamiento, y no se había dado cuenta de que estaba manchado de sangre. Afirmaba además  haberse cruzado con una mujer que huía, de la que naturalmente, no hay rastro. Condenada a 30 años, todos los recursos de John son rechazados y concibe entonces que la única forma de liberar a su mujer es organizar su evasión. Hasta aquí todo es casi idéntico a la película francesa. La segunda parte es menos fiel, sobre todo por la adición de secuencias enteras que aumentan el suspense de la huida de los personajes. Paul Haggis crea nuevas peripecias que dan a la segunda parte de la película una nueva dimensión. A la simple imitación se suma la creación con un buen resultado. Y no cabe duda que la película tendrá un gran éxito en Estados Unidos y en el resto del mundo. Y todo dará una nueva ocasión a ciertos críticos para acusar al cine americano de “vampirismo”.


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