Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Unos Globos de Oro casi desinflados

Texto: Ana Sánchez de la Nieta

Habrá tiempo de hablar de los Óscar. De momento, este es el relato de unos famosísimos premios de cine que, en menos de un año, se desvanecieron de la faz de la tierra después de un reportaje de investigación publicado en un periódico.


Como todo cuento, este peca de reduccionismo. Pero el desmayo —de momento— y quizás fallecimiento definitivo de los Globos de Oro podría contarse así. Es una historia de brillo, fama, éxito, dinero, traiciones y mentiras. Una parábola de lo fácil que es desaparecer del mapa en este siglo XXI si no mimas tu reputación. Aunque te apoyen cientos de estrellas de Hollywood (que dejarán de hacerlo el minuto antes de que pierdas tu buena imagen) y seas capaz de emitir una gala que veían veinte millones de personas. Y hablo en pasado porque este 9 de enero los Globos se entregaron a puerta cerrada.

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​​nominaciones ha tenido Netflix en los Globos de Oro 2022, la distribuidora más nominada.

 

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Globos de Oro se ha llevado Disney, la distribuidora con más premios en esta edición.

 

Pero ¿qué ha pasado con los galardones que presumían de ser la antesala de los Óscar y se jactaban de tener más audiencia y mejor alfombra roja que los premios de la Academia de Hollywood? Para entender por qué los Globos de Oro han caído en desgracia hay que conocer un poco su historia. En 1943, veintitrés corresponsales crearon la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood (HFPA son sus siglas en inglés) y un año después dieron sus primeros premios, a los que llamaron Globos de Oro. La asociación fue creciendo, hasta llegar a noventa miembros. En 1955 se añadió la categoría de televisión y en 1958 la cadena americana NBC empezó a retransmitir la gala, primero para Los Ángeles y seis años después para todos los Estados Unidos. 

Pronto comenzaron las primeras informaciones de falta de transparencia en la selección de candidaturas y de chanchullos en las películas premiadas. Aunque estas acusaciones suspendieron la emisión de los premios alguna vez, las aguas siempre volvían a su cauce.

Pero esto cambió después de la ceremonia de 2021. Las nominaciones habían sido especialmente polémicas. Entre ellas la de Music —una película vapuleada por la crítica— como mejor musical y la de Emily in Paris, que se postulaba —contra todo pronóstico— como mejor serie. Unos meses antes, Paramount, la productora, había invitado a treinta representantes de la HFPA a un exclusivo viaje para conocer las localizaciones de la serie. Volvía a saltar el rumor —nunca desmentido del todo— de los generosos regalos que recibían los miembros de la asociación.

Tras la entrega de premios, el 21 de febrero, Los Angeles Times publicó un extenso y documentado reportaje en el que demostraba un paisaje de falta de transparencia, de diversidad, de profesionalidad y de ética a partes iguales. Además de destacar la nula presencia de miembros negros, la reticencia a incluir nuevos y la opacidad en el modo de funcionar, el reportaje incluía declaraciones de algunos integrantes de la asociación que subrayaban la necesidad de una profunda reforma. «Tenemos que cambiar para sobrevivir», señalaba uno de ellos. Y añadía: «Se trata de tomarnos en serio a nosotros mismos para que nos tomen en serio en Hollywood».

El artículo provocó un terremoto en Los Ángeles favorecido también por el ambiente de cancelación y vapuleo en las redes que se vive en Estados Unidos. A la información inicial se unieron otras que afirmaban que un significativo número de miembros de la HFPA hacía décadas que no publicaban un texto sobre cine; se dieron a conocer acuerdos poco claros entre ellos y algunas productoras, y se unieron voces que denunciaban acoso sexual. 

Las reacciones no se hicieron esperar. Tom Cruise devolvió sus tres Globos de Oro y otros artistas renegaron de ellos en medio de un amplio despliegue informativo. Los agentes de publicidad —tan queridos por los votantes de los Globos de Oro— decidieron que sus actores no iban a tener ninguna relación con la asociación y lo mismo concluyeron Netflix, Amazon o Warner. El boicot acabó por estallar cuando la NBC decidió en mayo que no retransmitiría la gala. Aquello eran palabras mayores y la HFPA, acostumbrada a no dar importancia a las denuncias porque ya escamparía, comprendió que o cambiaba o desaparecía. Y en ello está. 

Aunque, de momento, tímidamente. Han anunciado que van a incluir a miembros negros, que van a hacer transparentes sus cuentas y que no van a aceptar regalos —aunque, en realidad, nunca han reconocido estas prácticas—. Una declaración de intenciones que no ha impedido que la gala sea de lo más deslucida. A puerta cerrada. Sin alfombra roja. Sin cámaras de televisión. Y, eso sí, con unos premios correctos a West Side Story, El poder del perro y Sucession, entre otras.

Esta triste ceremonia era la número 79. Queda por ver si los Globos de Oro llegarán a celebrar sus ocho décadas.

 

Cambiar sin detenerse

 

«Hemos reflexionado sobre nuestros pasos en falso, y algunas de las críticas pueden estar justificadas», afirmó Helen Hoehne, presidenta de la HFPA, como respuesta al boicot a los Globos de Oro emprendido por algunos estudios, actores y publicistas que no han considerado significativos los cambios realizados en los últimos meses.

 

El renacer de un clásico

 

«Nunca veo mis propias películas. Sin embargo, esta vez, durante la premier de West Side Story me senté junto a mi esposa y disfruté de cada segundo», ha declarado Steven Spielberg sobre su última película. Las expectativas eran muy altas desde que se anunció el proyecto en 2014.

 

Antisuperhéroes 

 

«Detesto las películas de superhéroes. Creo que puedo decir con seguridad que jamás dirigiré una». Con esta afirmación, Jane Campion se ha sumado a las de otros directores veteranos como Martin Scorsese y Ridley Scott que han expresado en público su opinión sobre este género.