Revista cultural y de cuestiones actuales
Número 719

Autorretrato en 16' 39"

Texto: Miguel Ángel Iriarte [Com 97 PhD 16]


10 de junio de 2013. David Beriain, ya por entonces un periodista reconocido, ofrecía una charla TEDx en la Universidad de Navarra.

Había expectación por escuchar al autor de entrevistas y reportajes protagonizados por grandes antihéroes de nuestra sociedad: sicarios, traficantes… No venía a hablar de nada de eso, se apresuró a aclarar: su presentación trataba sobre… los percebes. Después, durante poco más de un cuarto de hora, Beriain resumió de forma tan sencilla como profunda su modo de entender el periodismo y, a través de él, la vida misma.

Sobre la alfombra roja de TED se encontraba un hombre de aspecto rocoso, con pelo y barba de batalla, con las arrugas en los ojos de quien mira con atención; de gestos poco refinados pero claros; más dado a la sonrisa que a la carcajada; alguien que en una guerra puede pasar por soldado, guerrillero o periodista; alguien cuya autenticidad y su falta de teatralidad resultan evidentes.

Durante sus años en Galicia, explicó Beriain, comenzó a hacer reportajes de grandes conflictos para impresionar a sus jefes y al público. Sin embargo, un relato local le llevó a cambiar la concepción de su trabajo. Le propusieron que filmara un programa sobre «una persona normal» y dio con un recogedor de percebes, Sergio: «La historia me pasó por encima. Encontré a alguien épico en su día a día, capaz de arriesgar su vida por el enorme amor que tenía a su familia». Hasta entonces había visto a las personas como medios para un fin (un documental, un artículo); a partir de ese momento, como fines en sí mismas.

A continuación fue al núcleo de su idea del periodismo: «Uno de los primeros días en la facultad, un profesor, Paco Sánchez, explicó en qué consiste contar historias, escribir. Son cinco cosas: saber mirar, saber escuchar, pensar sobre lo mirado y escuchado, saber expresar lo que has pensado (esto es lo que habitualmente se conoce por escribir) y saber algo sobre qué es la naturaleza humana». Por su experiencia, se detuvo en el «saber escuchar»: «Ser capaz de escuchar historias es mi privilegio, lo que hace que mi profesión valga la pena, tanto en una guerra como en unos acantilados. Como dijo Miguel Gil [corresponsal de guerra asesinado en Sierra Leona en el 2000, premio Brajnovic en 2001], “Yo no hago esto por adrenalina”; lo hago por las conversaciones, por las situaciones en las que la gente está en momentos decisivos de su vida —incluso pueden perderla— y decide abrirte su corazón y una ventana a su mundo; una ventana de verdad porque en esa situación no hay tiempo para la mentira ni la impostura».

Después Beriain contó cómo esa mirada cristalizó en su vida al crear en 2012 la productora 93 Metros. La clave de ese nombre fue su abuela Juanita, «una mujer que murió con 98 años, como tiene que morir la gente, después de vivir bien, rodeada de su gente y de sus seres queridos hasta el final». Vivía en Uterga, un pueblo de unos cien habitantes y 93 metros era la distancia que había desde la puerta de su casa hasta el banco de la iglesia donde rezaba. «A veces la historia más grande está en un lugar pequeño. A mi abuela —concluyó David— le bastaron 93 metros para construir la mayor historia de todas. A mí me costó, alma, corazón, vida y viajes descubrir lo que mi abuela descubrió en 93 metros».

Ese final llevó a los asistentes al título de la charla: «Historias grandes, ojos pequeños». Aquel hombre de gris sobre fondo rojo había transmitido una experiencia valiosa sobre lo realmente importante en la vida y el modo de mirarlo. Los presentes experimentaron quizá lo que comentó después de su fallecimiento el periodista Fernando Jerez: «Tenía un discurso emocionante y auténtico, en lo profesional y en lo personal: cuando entraba en una vida era para quedarse».